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En realidad se llamaba Arianne y jamás atracó una farmacia. Su padre trabajaba como director en un hotel de Logroño situado en la calle Portales y su madre hacía horas extra en una conocida bodega a pocos kilómetros de allí. Ella era la princesa de ... la boca de fresa y quien tenía esa forma de hacerle daño. Conoció a Joaquín Sabina cuando este todavía frecuentaba los pequeños locales de ensayo donde entre whisky, nicotina y algún que otro vicio inconfesable curtió esa inconfundible voz.
El secreto lo descubrió su inseparable Pancho Varona hace poco más de un año. La canción 'Princesa', uno de temas más populares de Sabina, cuenta la historia de Arianne. Lo que sucede es que Sabina se permitió añadir tiempo después unas cuantas licencias literarias. Aunque el cantante nunca estuvo enamorado, sí tuvieron en común algo más que afecto. Lo que no compartieron jamás fue la jeringuilla con la que la chica se inyectaba heroína de vez en cuando. Afortunadamente, a pesar de que le costó una barbaridad, pudo desengancharse a tiempo. Vive en Barcelona y exhibe una salud de hierro además de una mueca de suficiencia cuando recuerda todo aquello.
«Ahora es demasiado tarde, princesa. Búscate otro perro que te ladre, princesa», dice la canción. Un estribillo que bien podría titular la tardía comparecencia de los máximos accionistas del Racing ante los medios de comunicación. Tardía porque el club ha evidenciado durante meses un preocupante vacío de poder, cuando no una notable sensación de abandono. El plenipotenciario Chuti Molina ha llevado la cantera a un precipicio que costará años enmendar y ha dejado al primer equipo con pie y medio en Segunda B. Magistral. Francamente, a estas alturas y con tan solo dos semanas de margen en el mercado invernal para reforzar al equipo, no esperaba ninguna decisión drástica. Demasiado tarde.
El Deportivo ha endosado al Racing el farolillo rojo tras destituir a su director deportivo y apostar por un entrenador con experiencia en situaciones límite que conoce hasta el último rincón de Riazor. Es decir, todo lo contrario que el conjunto cántabro, aferrado a no se sabe qué argumento para cambiarlo todo sin cambiar nada. El encargado de enmendar la deficiente confección de la plantilla y el monumental descalabro de las categorías inferiores será la misma persona que nos ha traído hasta aquí. Ese es el mensaje de un desayuno informativo que, más que a ritmo de Sabina, sonó a música clásica. En concreto, a los violinistas del Titanic haciendo sonar sus instrumentos mientras la nave termina de sumergirse en las gélidas aguas de la Segunda B. Qué pena.
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