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A la famosa exhortación «no hagas a lo mejor enemigo de lo bueno», yo he añadido un corolario «haz a lo malo enemigo de lo peor». Se trata del mismo canto a la moderación, pero mirándola por las dos caras. No siempre es posible elegir ... entre el pájaro en mano (lo bueno) y cien volando (lo mejor). Otras veces, es preciso elegir el mal menor para evitar lo peor.
Viene esto a cuento de las guerras en general y la de Ucrania en particular. Consciente o inconscientemente, Putin es partidario del «cuanto peor, mejor» porque ello le permite convertir en aceptable para la mayoría de la población rusa, actos como la llamada a filas, las masacres de ucranianos, la alta mortalidad de soldados rusos, el uso de armas químicas y (¡Dios no lo quiera!) incluso nucleares, con el argumento de que Rusia está perdiendo la guerra. Este argumento mueve montañas. Pero es que Zelenski está dispuesto a hacer de lo mejor -ocupar todo el territorio ucraniano, entrar en la Unión Europea y en la OTAN- el enemigo de lo bueno: parar la destrucción de ciudades y la mortalidad de civiles y militares, posibilitando el regreso de los siete millones de refugiados en otros países. Ambos, los dos -repito, consciente o inconscientemente- están empujando hacia el abismo de la III Guerra Mundial a europeos y americanos.
El papel de 'hipócrita virtuoso' lo desempeñan estos últimos: Estados Unidos y Europa están decididos a que no se desencadene la III GM (lo peor) y apuestan por una II Guerra Fría (el mal menor). La hipocresía consiste en que mientras aseguran esto, simultáneamente afirman que apoyarán a Ucrania hasta el final. Que ambas cosas no pueden ser ciertas o la vez está aún más claro en el caso de Taiwán, donde se confirma el apoyo sin restricciones, mientras se afirma que la doctrina de que China y Taiwán forman parte de un solo país sigue estando vigente. La virtud reside en que se evita una guerra mundial que sería devastadora no solo para Ucrania sino para todo el mundo.
La Guerra de Ucrania y el potencial conflicto con Taiwán terminarán como terminaron todas las Guerras puntuales durante la Primera Guerra Fría; es decir, cuando Estados Unidos y Rusia decidan que la tensión ha llegado a un extremo insostenible y es preferible llegar a algún tipo de arreglo. Corea se dividió en dos Mitades a lo largo del paralelo 38 y ahí siguen; la guerra de Vietnam entregó el Sur al régimen del Norte y ahí siguen; en Oriente medio se llegaron a soluciones que no lo erán y, de momento, Siria e Irak se han convertido en países fallidos, mientras el conflicto continúa.
Obviamente el acuerdo no satisfaría a Ucrania; pero, en su fuero interno, los ucranianos saben que de producirse no tendrán otro remedio que aceptarlo. Ello explica que sus líderes se la jueguen a vida o muerte para llegar a ese punto con la mayor proporción de territorio posible, pero al hacerlo han desprotegido la retaguardia y ahí es donde les ha golpeado Rusia. En todo caso, el costo para el pueblo ucraniano es tan alto que uno se pregunta hasta qué punto merece la pena. La alternativa sería llegar ahora a un acuerdo de mínimos y fiar a futuras negociaciones -con el apoyo de EEUU y UE- la posibilidad de terminar formando un país con algo menos de territorio pero con un futuro mucho más esperanzador, mientras ahora ponen fin a la destrucción y las masacres.
Cómo dice Kissinger -el más grande hipócrita virtuoso desde Richelieu- cuando uno se encuentra en una situación que no permite asegurar una paz duradera de un solo golpe, hay que abandonar cualquier plan demasiado ambicioso y agarrarse a la única alternativa con posibilidades de éxito: ir paso a paso, llegar a acuerdos parciales que empiecen a desarrollar mutua confianza, cosa que no se va a conseguir en un primer momento. Desarrollar dicha confianza y buena voluntad por ambas partes, es más importante a fin de cuentas que asegurarse concesiones inmediatas que ninguna de las partes está dispuesta a ceder de entrada. En estos casos, un intento de solución total al conflicto genera una ristra de vetos mutuos que compromete el acuerdo; las realidades que ha generado la Guerra Fría iban a imponer las prioridades del uno y el otro sobre tal solución.
Pienso que EEUU y la UE podrían llegar a entretener este planteamiento. Tengo mis dudas sobre que Putin tenga la suficiente lucidez para asumirlo, en cuyo caso posiblemente sería apartado del proceso por los dirigentes de segundo nivel (tal y como hizo Khrushchev tras la muerte de Stalin). En el caso de Putin bastaría con su muerte política, incluso con honores.
Pero, ay, todo esto va a requerir de mucho tiempo y una caña cargada de paciencia.
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