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Auschluss es una palabra alemana que se traduce por unión, reunión o anexión y permaneció como significada -como 'Brexit', por ejemplo- para referirse a la fusión de Austria con la Alemania nazi en una sola nación. Tal hecho histórico aconteció el día 15 de ... marzo de 1938, pasando a ser Austria una provincia más -Ostmark- del III Reich. Se inicia en ese momento una nueva ubicación histórica austríaca que es refrendada ese mismo día con un encendido discurso de Hitler desde el balcón del Palacio Imperial de Hofburg en Viena, tras haber logrado la anexión con un referéndum celebrado dos días antes, tan forzado, falso y prefabricado como podamos imaginar.
Es procedente la referencia histórica porque en Austria-Alemania en aquel momento residía la flor y nata de los avances científicos, la investigación, la publicación científica de prestigio, las figuras más relevantes e incluso el idioma de la Ciencia, el alemán, que significaba sobre todo en Medicina lo que hoy puede suponer EE UU y el idioma inglés.
Además, como característica, una buena parte de los nombres más prestigiosos en ciencia médica en aquel momento, también en los negocios, eran de ascendencia o pertenencia judía. Poco hay que explicar entonces para entender lo que sucedió en poco tiempo, o mejor, lo que les sucedió en poco tiempo a los médicos e investigadores judíos más destacados.
Si miramos hacia atrás, vemos fácil como Alemania, no sólo perdió la guerra, perdió también la influencia científica, la cabecera de la investigación y, por supuesto, se acabó el alemán como lengua vehicular en Ciencia -¿les suena a ustedes de algo?-, atrapándolo el inglés, que difícilmente lo soltará ya a estas alturas enganchado como está a nuestro mundo desarrollado.
En Medicina, como en otros campos de la Ciencia, existieron grandes hombres/nombres que lograron increíbles avances médicos y también enormes gestas sociales a través de la investigación y de la divulgación científica, sin ser reconocidos a pesar de haber sido decisivos muchas veces para la catalogación de enfermedades o para la difusión de vacunas o para el descubrimiento de fármacos por ejemplo.
Hoy debo referirme y dignificar a los creadores de una teoría científica que supuso un avance salvador para muchos judíos que padecieron la persecución y el Holocausto y tuvieron la fortuna de esquivar la muerte gracias a una inteligente interpretación de la Ciencia. Entre otros, Wittmaack, Sercer, Ottomayer, Wolff... Ellos defendieron lo que se denominó 'Teoría de las fuerzas mecánicas' para tratar de demostrar el origen y la génesis de la otosclerosis, una afección del oído con carga genética que provoca una gran sordera progresiva simplemente porque los huesecillos detienen poco a poco su movimiento en un oído sano.
Pues bien, diversos investigadores austríaco-alemanes generosos, los ya citados y alguno más, defendieron tal teoría que suponía que existe un ángulo que se produce a nivel de base de cráneo cuya bisectriz pasa por la zona del oído descrita y en cuyo fondo se origina, si es muy agudo, un callo óseo que bloquea la cadena de huesecillos, concretamente el estribo. Aparecería teóricamente al plegarse los bloques óseos laberínticos cuando el hombre en la evolución pasa de andar como un cuadrúpedo a ponerse de pie y adoptar la bipedestración y configura una posición espacial erecta. Ese ángulo 'fenestrocanalicular' sería tanto más agudo cuanto más evolucionado.
Fue una teoría intencionadamente muy difundida en ese momento, muy interesante... Y en la que, por supuesto, yo no creo en absoluto, pero adoro tal interpretación.
Ni tampoco lo creyeron, como hoy sabemos, los miembros de aquella comunidad científica que de forma colegiada la adoptó para librar de la cámara de gas a cientos de judíos, que a través de un certificado demostraron padecer otoesclerosis gracias a la inteligente determinación de los profesores alemanes que convencieron a sus sádicos e ignorantes colegas nazis -entre ellos Joseph Mengele, el médico asesino exterminador de Auschwitz- de que aquel que la padecía tenía una mayor pureza étnica dado que su plegadura ósea era mayor y su ángulo menor, y si se acompañaba del tono azul en el iris de sus ojos era ya 'la repanocha'.
Muchos nazis utilizaron tal teoría para medrar demostrando su pureza de raza y muchos judíos -se calcula que unos 1.500- salvaron su vida aportando documentación con la correspondiente 'mentirijilla' de padecer otoesclerosis, más o menos bendecida/falsificada por el grupo de otorrinolaringólogos que convencieron y engañaron a los médicos del Tercer Reich, aprovechando que, por construcción craneal y muy abierto ángulo fenestrocanalicular, la raza negra o amarilla no padece la enfermedad y 'engatusando' así a los sórdidos y temibles jerarcas médicos del Holocausto.
Se concedían así salvoconductos a quienes pasaban el test de raza aria en aquellos tribunales estúpidos y malévolos de la sinrazón, epítome de la tiranía.
Como bien sabemos, el régimen dictatorial alemán de aquel momento decidió eliminar a los judíos a través de asesinatos terribles en cámara de gas y comenzaron, como ley cruel e inexorable, por los de mayor edad, por los ancianos. El cien por cien de los mayores y de los impedidos que llegaban a Auschwitz, Dachau, Buchenwald..., iban directamente a la muerte sin la menor discusión al promulgarse una ley interna para el exterminio, cuyo primer objetivo a cumplir precisamente era ese. Reconocerán entonces por qué insistimos en llamar sin dudarlo 'virus nazi' al covid-19. El virus elige a los mayores y a los más débiles, es traidor y es asesino, como lo fueron allí. Y perderá la batalla y acabará bombardeado y aniquilado como también corresponde. Aquellos que no protegen, aprenden, respetan, copian, valoran, cuidan, admiran y agradecen a los mayores siempre tienen un mal destino. Aprendamos la lección para no equivocarnos.
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