¡Vivan los marcos!

Mejor hacerse selfies para no estropear el paisaje, que es de lo poco que tenemos para enmarcar por estos lares. Y es que no estamos como para enmarcar la sangría del mundo rural con el despoblamiento, cada vez más pronunciado en algunas zonas, o la situación crítica de los ganaderos que, pese a todo, aún resisten.

Pero tampoco nos cebemos con los marcos. Yo los haría móviles e incluso más gigantescos que los que se han instalado en el alto de Carmona y Villacarriedo, que tanto defienden unos y critican otros (del «reclamo turístico» a un «gasto inútil»). ¿Y para que los haría más grandes? Para que quedaran bien enmarcados algunos comportamientos monstruosos que los humanos podemos llegar a tener para que se nos queden bien grabados y no se vuelvan a repetir. ¿Ejemplos? Un par de ellos actuales. Un marco descomunal para que queden retratados aquellos monstruos que han sido capaces de abandonar y dejar morir a 18 perros en una nave de Tagle. Y otro marco gigante para retratar al salvaje que intentó matar a otro perro colgándolo de un árbol en Arredondo. ¡Vivan los marcos!