Secciones
Servicios
Destacamos
Nos invaden la rutina, la pérdida de hondura, la falta de seriedad con la vida, en definitiva. Por el camino del conformismo y la apatía desembocamos una y otra vez en la banalidad. La verdad sobre el hombre y el mundo, sobre nuestro origen y ... destino, nos parece impenetrable. Más aún: caemos en la tentación de pensar que encontrar la verdad resulta pernicioso, porque dificulta el diálogo y el consenso social, la diversidad de opiniones, etc... La actitud posmoderna valora la tolerancia universal y propone para ello la renuncia a las propias convicciones.
En la posmodernidad, la verdad es suplantada por las opiniones o, mejor, las sensaciones. Los valores de cada cultura son autónomos: no se pueden relacionar ni comparar; cada cultura es un mundo aislado. Asistimos ahora a un verdadero cambio de paradigma, a una revolución sentimental en el centro de cuya sensibilidad prevalece el sentimiento sobre la voluntad, la impresión sobre la inteligencia y la pluralidad sobre la unidad. Triunfa por doquier la fiesta de la diferencia y de la diversidad. «La única cosa que nos consuela de nuestras miserias -observaba agudamente Blas Pascal (Pensamientos, nº 414)- es el divertimento. Y, sin embargo, es la más grande de nuestras miserias. Porque es ella la que nos impide pensar en nosotros y la que hace que nos perdamos insensiblemente». Y Mario Vargas Llosa habla en la actualidad de la «civilización del espectáculo», es decir, aquella en la que «el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal». Cuando pasarlo bien es el valor supremo, acarrea unas consecuencias demoledoras: «La banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en este campo de la información, hacen que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo». La frivolidad es una manera de vivir que «consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante -la representación- hacen las veces de sentimientos e ideas».
La cultura del 'divertimento' arranca del corazón del ser humano las grandes cuestiones que le permiten encontrar a la vida un sentido. Se trata de la cultura del 'tener', donde el afán de poseer lleva a las personas al disfrute inmediato..., una cultura que se desliza del pluralismo al relativismo y la indiferencia. Por otra parte, este modelo de vida en el mundo desarrollado está lleno de contradicciones: «comer mucho y luego luchar contra la obesidad; tener muchas cosas y no disfrutar de nada; estar en muchos sitios y no sentirnos en ninguno; conocer de todo y no saber de nada; disponer de enorme información e ignorar qué hacer con ella; comunicarnos con mucha gente y no tener apenas amigos; desarrollar mucha actividad sin hacer nada valioso; dividir el tiempo en momentos infinitos y no disponer de tiempo para nada; comprar muchas cosas y hacerlas basura a toda prisa; vivir muchos años y disfrutar de una larga decrepitud».
El cristiano en la cultura del entretenimiento y la diversión tiene que ser, en muchos aspectos, contracultural porque en su creer y vivir ofrece alternativas frente al entorno cultural dominante. Frente al ansia de poseer y consumir, anuncia la sobriedad del compartir. Frente al deseo de dominio, donde el tener, el poder y el saber es sinónimo de dominar, proclama que el servicio está por encima del poder, la obediencia es libertad encontrada y donada. En un mundo narcisista, encorvado sobre su propio yo, el cristiano vive, como Cristo, la lógica del don dándose gratuita y misericordiosamente. En un mundo injusto y violento, el cristiano vive la solidaridad y construye la paz.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.