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Si algo marca las diferencias entre los clanes de un mismo partido es el lugar en el que quedan para comer. En Vox, por ejemplo, no eres del mismo clan si los lunes antes del Pleno reservas menú en el bar del Parlamento o si ... buscas una mesa en un restaurante de la calle Alta. Igual que antes tampoco sentías el mismo regionalismo con los tomates y el pescado del Tonino o si elegías otra cocina para reforzar tu identidad cántabra.
En el PP esto alcanzó su máxima expresión hace ya casi cinco años, en aquella famosa foto del equipo de Soraya Sáenz de Santamaría devorando pizza en un despacho de Génova, el día antes de la celebración del Congreso, mientras Pablo Casado se apretaba un cochinillo en el asador Jai Alai de Madrid junto a Dolores de Cospedal y varios exministros. La historia de aquella digestión ya la sabemos, pero ahora Feijóo está decidido a rescatar a los que más acidez tuvieron después, aunque en aquel momento no tuvo los arrestos de apoyar públicamente a ninguno de los dos.
El líder del PP ha empezado a recuperar al clan sorayista que salió escaldado y enfrentado al ala dura del partido, encarnada en la figura de Teodoro García Egea. La elección de Borja Sémper como portavoz electoral supone una apuesta por la moderación frente a la verborrea radical a la que Vox arrastró al PP en los últimos años, y de la que Cuca Gamarra parece contaminada a tenor de sus últimos comentarios sobre el intento de golpe en Brasil.
La otra gran redención ha sido la de Íñigo de la Serna tras haber rechazado formar parte del organigrama de Pablo Casado y tras cinco años como consultor en el sector privado. «Es un honor poder servir a mi país coordinando el programa del PP», dijo el exministro de Fomento, quizás excesivamente motivado al describir su nuevo empeño.
El currículum del exalcalde de Santander parece cosido a medida para el nuevo cargo que ocupará en la dirección del PP, en el que deberá coordinar el mensaje de todas las candidaturas autonómicas y locales. Sobre todo, por su pasado al frente de la Federación Española de Municipios entre 2012 y 2015, en un momento en el que la reforma local de la Administración enfrentó a los ayuntamientos con el Estado. Pero con su vuelta a la política, De la Serna también podrá lamerse las heridas del final de su anterior etapa, cuando no pudo completar su trabajo en Fomento poco después de haber perdido la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Santander.
En el PSOE han causado cierta sorna estos fichajes. «Veo que tiran mucho del baúl y de las épocas pasadas para afrontar el futuro», ironizó la portavoz Pilar Alegría. Puede que, visto lo visto, lo mejor del PP esté en el retrovisor.
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