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Voy a dedicar tres momentos a tratar de describir una realidad en la que siempre he pensado. En primer lugar quisiera hablar de cómo nos vemos a nosotros mismos. Es decir, tenemos una percepción de nuestra propia realidad de cómo vemos el mundo a través ... de nuestros ojos conscientes e inconscientes.
Unos procesamos la vida pensando que lo que a nosotros nos sucede es único, exclusivo y diferente. Vemos nuestra realidad como algo que se sale de lo normal, tanto con una mirada positiva como con una negativa, sentimos que sufrimos o disfrutamos de una manera original, que los que nos pasa a nosotros no le ha pasado nunca a nadie o a casi nadie.
Otros lo hacemos siendo conscientes de que tratamos de manipular la verdad enfocando parcialmente todo cuanto decimos o hacemos en nuestro único beneficio y tratando de generar, en muchos casos, sentimiento de culpa en el receptor de nuestras andanadas. Y lo hacemos siendo conscientes de que nuestra única intención es la de conseguir el beneficio propio, incluso nos queremos creer que, en el fondo, es beneficioso para el otro que haga o diga lo que nosotros queremos.
Y otros, con nuestra 'pedrada' particular, vemos la vida, inconscientemente, a nuestro modo de entender, toleramos que el otro no lo vea desde nuestra óptica particular aunque, en el fondo, estamos plenamente convencidos del error que comete el que no piensa del mismo modo que nosotros.
En todos los casos nos cuesta entender que personas cercanas o lejanas no entiendan el mundo en que vivimos y el modo en el que percibimos toda la realidad que nos rodea. Nos sorprendemos cuando hacemos un juicio de valor, nuestro o ajeno, y se sorprenden de lo que decimos. ¿Cómo no pueden verlo del mismo modo en que yo lo veo?, «que es el correcto, por supuesto». Todo lo que afecta a nuestro 'yo' lleva la carga de la prueba de la objetividad, para nosotros, incluso cuando los demás lo consideran absolutamente sesgado o subjetivo, lo que decimos o pensamos. Por supuesto, cuanto más ego circule por nuestras venas emocionales más 'yo' habrá en nuestras vidas y menos tú o vosotros.
Finalmente y con abrumadora mayoría, estamos los que, en un momento determinado, tratamos de justificar nuestros actos con la frase mágica de «ya sabes cómo soy». Ahí está el YO SOY en plena efervescencia para tratar de seguir con nuestras costumbres ancestrales, sin admitir nuestro error o la posibilidad de cambio, porque pensamos que perderíamos derechos o personalidad, sin entender que un cambio, seguramente, nos resultaría beneficioso para muchas áreas de nuestra vida, dormidas, poco usadas o aletargadas.
En la próxima entrega hablaré de cómo vemos a los demás, hablaré del 'Tú eres'. Continuará...
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