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Rusia, de la mano de hierro de Putin, ha destapado la caja de los truenos. Desde el jueves 24 de febrero el mundo no va a ser como lo hemos conocido hasta ahora. Ya, todo ha cambiado. Volvemos a una Guerra Fría caliente para el ... mundo y abrasiva para Ucrania. Y lo más sorprendente es que nadie, salvo el propio Putin, sabe porqué ha surgido. En las ciudades de Ucrania el miércoles 23 de febrero, por la noche, se acostaban pensando en un mañana que nadie imaginó que fuera a amanecer con bombas y guerra.
El objetivo perseguido por Putin con esta guerra nunca lo sabremos realmente: desestabilizar a Europa e impedir que sea fuerte, recuperar la gloria perdida o cualquier otro objetivo de poder o económico. Lo único cierto es que todo imperio tiene un emperador en potencia y cuando sale a relucir lo hace con la fuerza del poder fáctico, no con la de las ideas. Personalmente creo que lo que ha pretendido es un triple efecto: recuperar el imperio soviético (con gobiernos títere) con el zarpazo del Zar; aprovisionarse económicamente del país más rico del antiguo imperio (evitando que sea la UE quien supuestamente se enriquezca con su granero) y, sutilmente, provocar la mayor crisis energética del mundo con subidas de precio del gas y el petróleo que, hoy por hoy, es lo que más factura Rusia al resto del mundo, sobre todo a Europa, y con lo que más se enriquece. Todo lo demás son escusas y nazificaciones que nadie se las puede creer, claro.
Pero, ahora, lo relevante son las opciones de evolución, que no están nada claras, sobre todo teniendo en cuenta que Putin, como los matones de barrio, o gana o muere matando y lo que comienza a hacer el mundo civilizado, empezando por Alemania, lo refleja la frase, atribuida erróneamente a Julio César: «Si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra)». Las espadas y los misiles están en alto, las amenazas de Tercera Guerra Mundial, también. El punto clave llegará cuando Putin, con las armas convencionales, no consiga derrocar a Ucrania, más aún si ésta es ayudada por Occidente, en ese momento provocará una intervención militar contra Rusia, con cualquier escusa, para justificar el recibir un ataque y que con ello China se alíe y la liemos. En las circunstancias actuales (mientras escribo este artículo) es difícil imaginar un escenario en el que Putin gane y que Ucrania y la dignidad del mundo no pierdan. Ahí sólo nos quedará confiar en que la tecnología militar de EE UU esté capacitada para anular o mitigar las armas nucleares de Rusia. O Putin aprieta el botón rojo o nos pone colorados a los demás; lamentablemente pocas más opciones veo.
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