Secciones
Servicios
Destacamos
Mikel Labastida
Jueves, 11 de febrero 2016, 18:32
Quince minutos en pantalla le valieron a Anne Hathaway para ganar un Oscar por 'Los Miserables'. Es poco tiempo, sí, pero no batió récords anteriores. Judi Dench, por ejemplo, lo obtuvo por 'Shakespeare in love', pese a que apenas ... aparece ocho minutos en la cinta. La participación de Beatrice Straight en 'Network' se reduce a poco más de cinco minutos y también mereció galardón. Otros papeles breves que no pasaron inadvertidos y se distinguieron en su momento fueron los de Anthony Hopkins en 'El silencio de los corderos', o el de Anthony Quinn en 'El loco del pelo rojo'.
No hay papeles pequeños, sólo actores pequeños. La hoy célebre frase, aunque hay quien se la atribuya a Stanislavsky, la pronunció en realidad el actor ruso Mikhail Shchepkin, cuando interpretando una obra de Griboyedov logró atraer la atención del público al sonreír en un momento solemne, admirando la actuación que estaba haciendo un compañero. Lo que aquel intérprete quiso decir es que lo mismo se puede destacar con una intervención de tres minutos que con una de dos horas y que para estropear una película, una serie o una obra de teatro tampoco hace falta salir en pantalla durante dos horas, en un par de minutos se puede liar.
En 'Breaking bad' era difícil destacar ante un omnipresente y siempre brillante Walter White y aún así no hubo secundario que participase en la serie que no tuviera un momento de gloria. Algunos hasta unos cuantos. La estupenda Krysten Ritter tan solo necesitó unos capítulos para ser recordada para la posteridad como la novia de Jesse, la que creíamos que iba a reconducir al joven y lo destrozó completamente. Su padre tiene un momento memorable en el aeropuerto con consecuencias imprevisibles. Difícilmente se puede puede olvidar la última escena en la que vemos al personaje de Gus Fring, sin rostro deambulando por una residencia de ancianos. Pero ya antes había estado soberbio manejando con equilibrio las dos caras entre las que transita el dueño de Los Pollos Hermanos. Héctor Salamanca ni siquiera hablaba. Era uno de los hombres de confianza de Don Eladio en el Cartel Juárez y un ictus lo dejó inválido en una silla de ruedas. Pero supo usar una campana en esa silla de ruedas con una versatilidad asombrosa. A Ted Baneke, el jefe de Skyler, lo vimos de verdugo y de víctima, igual de creíble en ambas; y Todd, el empleado de Walter y Jesse con el que casi al final de la serie refundaron el negocio, era capaz de causar terror con una faz y unos gestos angelicales.
Si a los que consumimos metanfetamina azul en su día nos hubieran pedido que escogiéramos a cuatro secundarios relevantes de la ficción de Vince Gilligan, pese a la competencia, seguro que en casi todas las listas habrían aparecido Saul Goodman y Mike Ehrmantraut. Por eso concederles una serie propia a ambos no resultaba nada descabellado. Eso sí, daba miedo. 'Breaking bad' supuso un hito en la historia de la ficción catódica. Logró temporada tras temporada superarse construyendo un relato perfecto de un antihéroe, de un don nadie al que la ambición transforma y que fue capaz de arrollar con ella todo lo que había a su alrededor, su familia incluida. Duró lo que tenía que durar. La idea de estirar aquel éxito era temeraria. Y algunos dijimos digo. Y más tarde no nos quedó otra que decir Diego.
'Better call Saul' nacía el año pasado del seno de 'Breaking bad', pero dejándola absolutamente de lado. No heredaba de ella ni su tono narrativo, ni su ritmo y ni siquiera a su personaje principal. Saul Goodman se convertía en la nueva serie en Jimmy McGill, nombre real del abogado antes de resultar un depredador sin escrúpulos. Haber construido un relato sobre lo que ocurrió con Goodman tras la muerte de Walter White siempre hubiese estado condicionado por este personaje y por la repercusión de sus actos, así que los guionistas propusieron una precuela en la que se contase cómo un abogado de poca monta termina defendiendo a toda clase de personajes corruptos. Cómo Jimmy McGill llegó a ser Saul Goodman.
De su mano regresamos a Albuquerque, pero por las calles de esa ciudad todavía no ha pasado el huracán Heisenberg. A McGill lo conocemos como un pobre hombre al que la vida no le sonríe y que se encuentra a su alrededor con decenas de piernas dispuestas a ponerle la zancadilla. Y algunas de esas personas muy cercanas. Pelea por trabajar con dignidad, pero no será una empresa sencilla. Si algo destacó en la primera temporada es la relación que establece con su hermano, Chuck, abogado de éxito cuya vida cambia al contraer una enfermedad tan poco común como la hipersensibilidad electromagnética, que le aísla completamente del exterior. Será su hermano pequeño, que siempre ha estado a su sombra, quien se encargará de servirle de vínculo con el mundo que discurre fuera de las paredes de su hogar. En el fondo con 'Better call Saul' vamos a vivir un periplo similar al que vivimos con 'Breaking bad', ya que podremos asistir a la transformación de un hombre, atraído por el dinero y el poder. La diferencia es que en esta caso conocemos el destino final. Nos resta saber de qué manera llega hasta allí. Le acompaña en el camino el temible Mike, el hombre impasible que fue secuaz de Gus Fring y que también cuenta con un pasado. Y ya iba siendo hora de que lo descubriésemos, así como el modo en que ambos se conocieron.
'Better call Saul' regresa con una segunda temporada en la que debe consolidar la entidad que consiguió en sus primeros episodios. Ya no puede (no creo que quiera) vivir de ser la continuación de 'Breaking bad'. Ha puesto en órbita sus personajes y los hemos aceptado. Ahora nos falta saber qué van a hacer y hacia dónde se dirigen. Ese rumbo marcará la nueva tanda de capítulos, que comienzan a emitirse en Estados Unidos el domingo 15 y en España se pueden ver desde el lunes (a través de Movistar).
¿Ha conseguido 'Better call Saul' superar a su serie madre? No. No es un 'Frasier' ni un 'Boston Legal'. Pero tampoco es un 'Joey', ni 'Los vigilantes de la noche', ni 'Señora Colombo' (sí, eso existió). De momento ha hallado su espacio, que no es poco, y menos habiendo nacido a la sombra de una producción tan potente y en un panorama donde se estrenan títulos prácticamente todas las semanas.
En unos días lo mejor vuelve a ser llamar a Saul.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.