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Oskar Belategui
Jueves, 26 de mayo 2016, 13:30
Tim Burton tiene ya 57 tacos y sigue viviendo en Londres, en una mansión que perteneció a Arthur Rackham, el reconocido ilustrador de los grabados de 'Alicia en país de las maravillas' que acompañaron la edición de 1907. Trabaja en el mismo despacho donde tomó forma gráfica el mundo surreal e indomable de Lewis Carroll. El director no ha querido volver a ponerse tras las cámaras y figura solo como productor en 'Alicia a través del espejo', que Disney estrena hoy en España. Una secuela cuya única razón de ser son los 1.025 millones de dólares que recaudó en la taquilla mundial el filme que Burton dirigió en 2010.
'Alicia en el país de las maravillas' fue el mayor éxito del director desde 'Batman'. Y es que el autor de 'Ed Wood' ha disfrutado de una envidiable posición en Hollywood desde que fuera aceptado como rey del 'bizarre', lo que le ha permitido alternar triunfos creativos con patinazos como 'El planeta de los simios', 'Sombras tenebrosas' y 'Big Eyes'. Hace 25 años, las cosas eran bien distintas. El 12 de abril de 1991 llegaba a los cines españoles 'Eduardo Manostijeras', publicitada como "una cinta del director de 'Batman'". El éxito del superhéroe le había dado carta blanca a este antiguo animador de Disney nacido en 1958 en Burbank, la sede de los estudios de Mickey Mouse.
El tiempo ha consagrado este cuento de hadas como el filme más redondo de su autor. Su héroe, encarnado por un Johnny Depp en estado de gracia, es un Pinocho postmoderno, un Frankenstein en una América de colores pastel y vendedoras de Avon. Pero Edward no es un muñeco de madera, sino un humanoide tímido y dulce de apariencia melancólica e inquietante. La obra de un inventor (Vincent Price), un Geppetto afable que fabricaba galletitas en su mansión y que un buen día colocó una de ellas a modo de corazón en el bueno de Edward. En vez de manos luce unas descomunales tijeras con las que recorta el papel o poda setos con mágica destreza.
Con sus labios en forma de corazón a lo Lillian Gish, su look de siniestro y el pelo copiado del propio Burton, Eduardo Manostijeras era una criatura que saltaba de un universo fantástico a una pequeña ciudad del Medio Oeste. Una América prototípica de barbacoas en el jardín y animadoras de instituto como la encarnada por Winona Ryder, que se ocupa de 'presentarle en sociedad'. Las cuchillas de Edward causan sensación. Tan pronto corta el pelo de los perros del vecindario como se convierte en peluquero capaz de hacer llegar al orgasmo a sus clientas. Sin embargo, la comedia de costumbres excéntrica dará poco a poco paso al drama.
El tono del filme se va haciendo más agrio según la sátira social se contagia de la crueldad que tienen todos los cuentos de hadas. El eterno tema del cine de Burton es el elogio del diferente, la denuncia de la intolerancia y la vulgaridad. Si ni siquiera una vida de barrio residencial, padres separados e instituto con 'cheerleaders' logró adocenarle, cómo van a poder hacerlo con sus criaturas. "Recuerdo crecer y sentir que no había mucho espacio para la aceptación", contaba el cineasta. "Desde el primer día de clase se hacen las categorías: este es buen deportista, este es listo, este es raro... Yo caía en la categoría de raro porque era callado e introvertido".
Crecer alimentado por los filmes de monstruos hizo que Burton se sintiera más cerca de los seres fantásticos que de los humanos. Debió reconocerse en la idílica Burbank tan diferente como el propio Eduardo Manostijeras, lo que convierte este filme en el más personal de su filmografía. Nada es gratuito en un universo que en una primera mirada puede contemplarse como irónicamente kitsch. Así, el personaje de Dianne Wiest, la vendedora de Avon que lleva a Edward a su hogar, es el ángel de la guarda del protagonista, el hada de Pinocho. Pocas imágenes tan tiernas en el cine de Burton como las escenas en las que Wiest intenta calmar con sus lociones las cicatrices que surcan el rostro de su invitado, fruto de sus propios dedos con filo.
Tom Cruise estuvo a punto de aceptar el papel protagonista, pero finalmente lo rechazó debido al temor a que su carrera se viese enturbiada por un personaje tan oscuro. Johnny Depp no solo no ha tenido prejuicios, sino que ha jugado con inteligencia a 'ensuciar' su imagen con papeles bizarros. El mismo miedo tenían los ejecutivos de Fox, que no sabían muy bien cómo vender una película que algunos espectadores podían asociar con 'Pesadilla en Elm Street', cuyo protagonista también lucía afiladas garras metálicas. Paradójicamente, 'Eduardo Manostijeras' fue uno de los éxitos de la cartelera navideña en Estados Unidos, mientras en España tuvo escasa repercusión popular.
Solo los críticos más avispados, como Jordi Costa, quedaron deslumbrados por "un monstruo inocente, el príncipe hermoso recluido en un cuerpo atroz, una criatura de cuento mágico que, perdida en un infierno kitsch, se ve obligado a cumplir un papel puramente funcional: ese ser que irradia grandeza solo servirá en este mundo de barbacoas y camas de agua para esculpir setos y peinar con igual destreza a féminas y canes". No todos supieron ver en una fábula aparentemente inofensiva la aguda crítica sobre la sociedad norteamericana de clase media, a través de un hombre artificial y sensible con alma de artista. Un freak que debe abandonar el palacio donde vive e irse a vivir al peor de los infiernos imaginables: un barrio residencial dominado por el mal gusto y la mediocridad institucionalizada.
"Es triste que te juzguen por tu pinta", lamenta Tim Burton. "Y esa tristeza crece dentro de ti porque, por lo menos yo, siempre tuve el deseo de conectar con la gente". Su próximo filme, 'El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares', demostrará el 30 de septiembre hasta qué punto la sombra de Eduardo Manostijeras sigue siendo alargada. Esta historia de un adolescente que viaja a una isla remota poblada de niños con poderes sobrenaturales volverá a reivindicar la diferencia.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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