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Jueves, 22 de diciembre 2016, 10:33
Fue exactamente un 21 de diciembre de 1946, tan solo unos días antes de la Navidad. Nueva York acogía el estreno de una película destinada a convertirse en el clásico navideño por antonomasia que desde entonces ha hecho llorar a millones de personas año tras año. Sin embargo el estreno de la obra maestra de Frank Capra en fechas tan significativas fue fruto de la casualidad. La película iba a ser estrenada en 1947, pero Technicolor no pudo entregar copias de 'Simbad el marino', que iba a ser el estreno de la RKO a tiempo y la distribuidora decidió que se estrenase la película de Frank Capra en esas fechas. Curiosamente en las primeras copias los títulos no se corrigieron, y se mostraba un copyright de 1947.
Frank Capra siempre dijo que esta era su mejor película, con la que cerraba su etapa de películas de corte social, fruto del 'New Deal' auspiciado por el presidente Franklin D. Roosevelt como método para salir del crack del 29. Pero lo cierto es que '¡Qué bello es vivir!' constituyó en su momento un enorme fracaso de taquilla. Roosevelt había muerto, siendo sucedido por Truman; hacía un año que había finalizado para Estados Unidos la II Guerra Mundial con la rendición de Japón, y los espectadores buscaban películas con la que iniciar una nueva etapa. Y '¡Qué bello es vivir!' les recordaba demasiado al pasado.
Como se sabe la película se desarrolla en Bedford Falls, una pequeña población americana. Clarence, un ángel que ha perdido sus alas, recibe el encargo de bajar a la Tierra y demostrar a George, un hombre desesperado y a punto de suicidarse, que su vida ha influido positivamente en muchas otras personas. George es una persona honesta, que precisamente por su espíritu altruista, nunca ha podido cumplir su sueño de irse a vivir a una gran ciudad. La película repasa la vida de George, cómo conoció a su mujer, su vida hogareña, y cómo ha ayudado siempre a sus conciudadanos. Tras luchar contra el poderoso magnate financiero Henry Potter, que es dueño del banco, de la prensa, de los hoteles y de todos los negocios rentables de la ciudad, y superar a duras penas la crisis financiera de 1929 salvando la empresa familiar, ahora George puede ir a prisión porque su despistado tío Billy ha perdido una importante cantidad de dinero.
Capra entra en el proyecto
La película estaba basada en un relato breve de Philip Van Doren, escrito en 1943 con el título de 'The Gratest Gift'. Doren estuvo muchos meses intentando publicar su historias, recibiendo siempre una negativa de cuantas editoriales había enviado el texto, hasta que la RKO se lo compró por 100.000 dólares, pero los guiones que se hicieron del relato no fueron satisfactorios y el proyecto quedó olvidado. Hasta que llegó a las manos de Frank Capra, que aseguró que era la historia que había estado esperando toda su vida. Estaba tan convencido de que iba a ser recordado por ella que acabó comprando los derechos del relato.
Se trata de la única película que Frank Capra produjo, financió, dirigió y coescribió. Capra había creado una productora, Liberty Films, junto a Samuel Briskin, William Wyler y George Stevens. Fue su única producción porque el fracaso económico del filme provocó que la empresa no produjera más películas y fuese vendida a la Paramount. El guion del filme lo firmaron Frances Goodrich, Albert Hackett y el propio Capra, pero antes había pasado por las manos de Dalton Trumbo, Clifford Odets y Marc Connelly por encargo de la RKO y los las de Dorothy Parker, Jo Swerling y Michael Wilson por encargo del propio Capra.
Un casting complicado
Los protagonistas fueron James Stewart, Donna Reed, Henry Travers, Lionel Barrymore, Thomas Mitchell y Gloria Grahame. Pero este no fue el reparto inicial. Gary Grant estuvo mucho tiempo detrás del personaje de George. Fue Capra quien impuso a Stewart, el héroe de muchas de sus películas. Pero el propio James Stewart estuvo un tiempo reticente a interpretar el personaje. Acababa de volver de la guerra con el grado de oficial condecorado, y no se veía interpretando a un hombre que nunca había salido de su pueblo. Stewart había combatido como piloto bombardero en la Segunda Guerra Mundial y tras los horrores sufridos contemplaba el mundillo de Hollywood como una frivolidad sin sentido. Fue Lionel Barrymore, que encarnaba al malvado señor Potter, el que le convenció para que aceptase la propuesta de Capra. Después reconoció que era la mejor película que había hecho.
Tampoco Donna Reed era la elegida en un principio, porque era una actriz en la plantilla de la MGM, compañía rival. Se barajó el nombre de Jean Arthur, que ya había sido pareja de Stewart en 'Caballero sin espada' y 'Vive como quieras', ambas dirigidas por Capra, que no pudo aceptar por estar trabajando en Broadway; y también los de Olivia de Havilland, Martha Scott, Ann Dvorak o Ginger Rogers. Pero finalmente la Metro cedió a Donna Reed, como también lo hizo con Lionel Barrymore.
El rodaje de '¡Qué bello es vivir!' se inició el 8 de abril de 1946 con un presupuesto inicial de un 1,7 millones de dólares, que fue aumentado en medio millón más debido a la recreación de Bedford Falls en una parcela del Valle de San Fernando, el Encino Ranch de la RKO donde se construyeron 75 tiendas y edificios, una calle principal, una zona residencial y otra de barrios.
Se ha dicho que Capra es el director que mejor ha sabido fotografiar la nieve. Rodada en primavera y verano, habitualmente los copos de nieve que se utilizaban para las películas eran de maíz pintados de blanco. Pero como su lanzamiento provocaba demasiado ruido, y Capra quería grabar el sonido directamente, desarrolló un nuevo efecto para la nieve con la espuma química que se utiliza para apagar fuego, agua y jabón. La mezcla se expulsaba a alta presión a través de un ventilador para recrear la nieve cayendo, sin sonidos molestos. En total, se utilizaron 6.000 galones de 'nieve'. Este invento recibió años después un premio de la Academia. La película tuvo cinco nominaciones al Oscar (mejor película, director, actor, sonido y montaje) pero no logró ninguna estatuilla.
Un clásico navideño
Ha sido el paso del tiempo el que ha convertido esta película en una obra maestra y en todo un clásico navideño. Frank Capra (que vivió unos meses en Madrid trabajando en la preproducción de '55 días en Pekin') ha pasado de ser considerado como un 'artesano del cine' en los años 40, 50 y 60 a un auténtico grande el cine. La temática emotiva de la película y que tanto el principio de la cinta como el final tengan lugar en fechas navideñas han hecho que sea el clásico ideal para estas fechas. Y durante años la televisión echó el resto. Al expirar el copyright de la película, esta pasó a ser de dominio público y las emisoras la emitieron sin pagar royalties. Pero una sentencia judicial señaló que el copyright estaba todavía protegido en virtud de haber sido realizado basándose en otro material que sí estaba protegido, como el guion o la música. Esto significa que las cadenas deben pagar de nuevo por su emisión y claro su presencia en la parrilla televisiva a disminuido.
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