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Woody Harrelson, en una escena de la película.
Memorias de un misántropo afable

Memorias de un misántropo afable

'Wilson', cómic de culto cuya adaptación llega este fin de semana a las carteleras, ofrece una versión descafeinada de la materia prima

Borja Crespo

Jueves, 25 de mayo 2017, 19:48

Daniel Clowes, uno de los autores de referencia por antonomasia si hablamos de cómic independiente americano, con obras como 'Bola Ocho', 'Como un guante de seda forjado en hierro' o la popular 'Ghost World', también llevada al cine con un resultado estimable, se superó a sí mismo con 'Wilson', álbum de culto cuya adaptación cinematográfica llega a la cartelera este fin de semana, ofreciendo una versión descafeinada de la materia prima, lo que no es de extrañar, ya que su personaje principal es un misántropo de tomo y lomo, un sujeto de comportamiento antisocial orgulloso de su condición de huraño, un rol difícil de aceptar por el espectador medio. La tragedia del ser humano, su insoportable levedad, es la principal motivación de uno de los artistas de la historieta más sugestivos de los últimos tiempos. Es el dibujante que mejor sabe trasladar al papel el hastío del homo sapiens, como hiciera en títulos recomendables como el contundente 'Ice Haven', enarbolando un sentido del humor muy particular, cínico y voraz, con un estilo gráfico sumamente personal que ha creado escuela (circula estos días su excepcional cartel para la última temporada de la serie 'Silicon Valley'). El filme, dirigido por Craig Johnson, que llamó la atención con la pieza indie 'The Skeleton Twins', mimada por la crítica especializada, cuenta las vivencias de un personaje deliciosamente patético, un individuo tan abominable que cae en lo entrañable por irrisorio, interpretado por el inmenso Woody Harrelson, actor de carisma incuestionable, a reivindicar, probablemente lo mejor del conjunto.

El propio Clowes firma el guión de 'Wilson', como hiciera en la excéntrica 'Art School Confidential'. Consciente de que su historia, al cambiar de medio, puede llegar a más público (o debe, según el pulso con los productores), el aclamado dibujante se dulcifica a sí mismo, bajando el nivel de crítica y mala leche presente en el tebeo, aunque mantiene la brillantez en algunos de los diálogos, como en las ácidas viñetas de partida, su mayor logro. Wilson es un cuarentón que odia a todo el mundo, a la humanidad al completo, pero la muerte de su padre le hace reflexionar sobre su siniestra existencia y decide recuperar a su exmujer, interpretada por Laura Dern -de nuevo en el candelero-, descubriendo en su gesta que es padre de una hija adolescente cedida en adopción.

La búsqueda de un final feliz, dadas las circunstancias, es tarea imposible. Hubiera sido más apropiado que un Terry Zwigoff, que salió bien parado en 'Ghost World', introduciendo cambios para bien en la adaptación, o un Todd Solondz, cuya insolente filmografía, con 'Happiness' a la cabeza, es afín a la trayectoria artística de Clowes, se encargase de firmar la dirección de una propuesta que pierde espíritu transgresor en su traslación a imagen real en pos de la comercialidad, con lo cual puede quedarse en tierra de nadie de cara a la taquilla, ni contentar a los aficionados al cómic ni conquistar al público que desconoce de qué va la cosa. Pase lo que pase es de agradecer siempre la fertilización cruzada entre el cine y el arte secuencial.

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