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Resulta difícil de entender que el Festival de San Sebastián no seleccionara 'La infiltrada' en alguna de sus múltiples secciones. Una película rodada en la capital guipuzcoana que, además de sus innegables valores cinematográficos, reivindica el sacrificio de una mujer que renunció a su juventud ... y se jugó la vida a diario durante ocho años para acabar con ETA. La Parte Vieja de la ciudad, hoy un parque temático de turistas, era a comienzos de los años 90 territorio borroka. En su herriko taberna una joven camarera observaba y callaba. Era Arantxa Berradre, nombre ficticio de la única agente de la Policía Nacional que logró infiltrarse en la banda terrorista.
Gracias a ella, el comando Donosti no pudo cumplir su listado de objetivos mortales y el entonces ministro del Interior Jaime Mayor Oreja supo que la tregua de 1998 era una trampa y que ETA estaba rearmándose. 'La infiltrada', en cines desde el 11 de octubre, funciona como un thriller absorbente que se detiene en la pesadilla cotidiana de su protagonista, siempre sola a pesar de estar rodeada de gente; siempre temerosa de ser descubierta. El quinto largometraje de Arantxa Echevarría resume en una emocionante escena el conflicto de una cría reclutada para una misión suicida en la Academia de la Policía en Ávila. Tras una noche de fiesta en garitos a ritmo de rock radical vasco, Berradre llega a casa y se pone a cantar 'Alegría de vivir', la canción de Ray Heredia: «Mi manera de sentir/Yo la busco y no la encuentro/Mi alegría de vivir».
Carolina Yuste, a la que la directora descubrió en 'Carmen y Lola', encarna a la policía que recibe la oferta de un superior bautizado 'El Inhumano' (Luis Tosar). «¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar en la lucha contra ETA?». Tras responder que no quiere «meterse en otro GAL», su jefe le aclara el cometido. Será una agente infiltrada y no encubierta, es decir, no avalada por ningún juez. Solo él conocerá su situación. Si la descubren y le pegan un tiro en la nuca nadie lo sabrá; si triunfa no recibirá ninguna medalla.
«Cuando me contaron esta historia aluciné. Creo que no ha salido antes a la luz porque se trata de una mujer», observa la ganadora del Goya a la dirección novel en 2019. «Era un relato muy cinematográfico y además memoria histórica: tenemos que recordar para no repetir». Arantxa Echevarría y la coguionista Amèlia Mora prefirieron no conocer a la auténtica protagonista, que sigue en las filas de la Policía pero trabaja fuera de España. «No tuvo contactos con la familia ni con amigos. Siempre pendiente de no delatarse, pero estableciendo relaciones a pesar del miedo. Una soledad terrible».
Berradre alojó a dos sanguinarios etarras, Sergio Polo y Kepa Etxebarria, en su piso del número 3 de la muy burguesa calle Urbieta, hoy una vivienda turística. Los micrófonos camuflados proporcionaron una preciosa información durante año y medio. Iñigo Gastesi encarna a Etxebarria, con quien la protagonista acaba acostándose en el filme, mientras Diego Anido (el hermano 'tonto' de 'As bestas') compone un escalofriante y cretino Sergio Polo, siempre receloso de su compañera de piso.
'La infiltrada' contiene una escena brutal que Arantxa Echevarría quiso incluir para demostrar el peligro al que se enfrentaba la protagonista, para dejar claro quiénes eran los verdugos y quiénes las víctimas. El asesinato de Gregorio Ordoñez el 23 de enero de 1995 se rodó en el mismo bar donde ocurrió, La Cepa, en la Parte Vieja. En la misma mesa. «¿No es ese Txapote?», se escucha antes de que veamos la cabeza destrozada del político del Partido Popular y la sangre que salpica a los comensales. Impacta la virulencia y explicitud de las imágenes.
Arantxa Echevarría
Directora
«Esa escena está rodada así por respeto a la Historia y a la realidad», argumenta la directora. «Nos basamos en el atestado policial, hablé con testigos, con el dueño de La Cepa... Me parecía tan brutal que Txapote llevara un chubasquero rojo, disparara y se fuera caminando por la Parte Vieja a las tres de la tarde con total impunidad...». Echevarría ha mostrado la película a la viuda y la hermana de Ordoñez en un pase en San Sebastián. «Nos parecía lo mínimo por respeto. Les dijimos que si creían que había que recortarla, lo haríamos. Nos respondieron que no tocáramos nada, porque era lo que pasó y había que recordarlo».
Bowfinger, la productora de María Luisa Gutiérrez y Santiago Segura que está detrás de las taquilleras sagas 'Padre no hay más que uno' y 'A todo tren', produce 'La infiltrada', que se hubiera beneficiado sin duda del efecto publicitario del Zinemaldia. «Claro que me hubiera encantado estrenar en San Sebastián, uno de los festivales más importantes del mundo. Presentamos la película y no la escogieron. Me hubiera hecho ilusión porque es una historia muy de allí, pero hay que entender los intereses y las decisiones artísticas del director y de su equipo».
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