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'Robot salvaje': una delicia visual

'Robot salvaje': una delicia visual

La nueva película de animación de DreamWorks supone un soplo de aire fresco en el terreno artístico, pero su historia peca de reiterativa

Iker Cortés

Madrid

Jueves, 10 de octubre 2024, 11:01

Visualmente, 'Robot salvaje' es preciosa y casi única. Acostumbrados a los personajes y escenarios bonitos, pero un tanto genéricos, de cientos de producciones animadas -y sí, esto también va por ti, Pixar-, la nueva película de DreamWorks Animation desconecta el piloto automático y supone un soplo de aire fresco. Su estética acuarelada sienta como un guante a los fantásticos paisajes en los que se desarrolla la acción: una isla en mitad de ninguna parte, en lo que podría ser nuestro planeta, en un futuro más o menos lejano.

No es que sea una película rupturista, quede claro, pero dentro del cine comercial solo se me ocurren tres ejemplos más: la saga iniciada con 'Spider-Man: un nuevo universo' y la última aventura de las Tortugas Ninja, 'Ninja Turtles: Caos mutante', las tres bastante más arriesgadas en lo artístico, eso sí, y también más adultas. Dado que el formato permite tirar de la imaginación sin límites, más allá de los que impone el presupuesto, claro, cabe preguntarse por qué las películas de animación apenas buscan un sello propio y se conforman con replicar los aciertos y errores de las películas que inundan la cartelera año a año. En este sentido, 'Robot salvaje' es todo un acierto, y no es poco.

El propio Chris Sanders, director de la cinta, deja caer en las notas de producción que su padre le dijo una vez: «Existen límites para lo que puedes construir, pero puedes pintar cualquier cosa». Una idea que siempre le ha acompañado. «Aunque la animación digital posibilitó movimientos de cámara impactantes, también sacrificó algunos de los detalles intrincados y parte de la calidez de los personajes dibujados a mano», asegura el cineasta, responsable de títulos como 'Lilo & Stitch' o 'Cómo entrenar a tu dragón', por la que fue nominado al Oscar. «Al principio, me preocupaba que la animación digital pudiera limitarnos, así que opté por una apariencia más tipo ilustración o cuadro inspirada en algunas de las obras de DreamWorks más recientes, que se amoldan a este estilo. Necesitábamos gracilidad, poder y poesía en nuestras imágenes, y este enfoque nos brindó eso y más. Se centraba en pintar con profundidad, enfatizando los detalles impresionistas sobre un realismo exhaustivo. Esta elección no solo me cautivó por su belleza, sino que también les confería a las escenas una sensación realzada de realismo y emoción. Nos inspiramos en la representación de animales de los primeros clásicos de Disney, como Bambi, y en los bosques evocadores de las películas de Hayao Miyazaki. Sacando partido a los avances tecnológicos de DreamWorks, creamos una película con un estilo de animación totalmente único. Imagina un bosque de Miyazaki que cobra vida a través de la obra de Claude Monet», afirma.

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La película, que llega este viernes a las salas de cine, se basa en el 'bestseller' homónimo de Peter Brown. Cuenta la historia de Rozzum 7134, una unidad robótica diseñada por Universal Dynamics, que despierta en una misteriosa isla habitada únicamente por animales. Los primeros pasos de Roz son de constante ensayo y error. La máquina, a la que en la versión española pone voz la actriz Macarena García, es capaz de imitar a la fauna del entorno, así que aprovecha sus conocimientos para sobrevivir y adaptarse a sus penurias. Desplazarse como un cangrejo para superar un acantilado, corretear por el bosque cual cervatillo... La plasticidad con la que el androide ejecuta todos los movimientos es una delicia.

Y sin embargo, en esos primeros pasos, Roz es incapaz de comunicarse con los animales, que la ven como una amenaza. Por eso la robot decide ponerse en modo aprendizaje durante unas semanas hasta entender las reglas que rigen ese microuniverso. Será entonces cuando trate de dar con el paradero de la persona o el bicho que la ha encargado por correo aéreo, al fin y al cabo es una máquina y necesita recibir órdenes y tareas, un propósito. Pero todo se tuerce cuando una noche recibe el ataque de un oso y la androide cae sobre el nido de una familia de gansos. Solo se ha salvado un huevo. Cuando la cría nace, y con la ayuda del zorro Bribón, Roz al fin habrá encontrado su propósito en la vida: cuidar de él y enseñarle todo lo necesario para que pueda valerse por sí mismo.

Pocas lecturas

Así comienza una cinta que, sin duda, gustará, y mucho, a los más pequeños, pero tendrá más problemas a la hora de retener la atención de los más mayores. Y eso que los golpes de humor no faltan -esas zarigüellas que fingen constantemente su muerte al menor de los peligros-, ni tampoco la ternura o la acción, pero hay también una sensación de oportunidad perdida con personajes como el zorro Bribón, al que tan exquisitamente presta su voz Álvaro Morte, que no acaba de despuntar como todo hacía indicar al principio.

Quizá el gran problema resida en lo reiterativa y poco dada a segundas lecturas -especialmente en lo que a espectadores adultos se refiere- que resulta. Varias veces Roz está a punto de tirar la toalla ante una maternidad -ese, y el síndrome del nido vacío, es el tema de la película- para la que no está programada y, otras tantas, el pequeño ganso, que las pasará canutas para aprender a nadar o a volar. Con un mensaje positivo acerca de la necesidad de que los individuos diferentes y alejados del estándar también sumen y construyan sociedad, 'Robot salvaje' resulta una película emocionante en la parte visual y entretenida, pero de haber cuidado un poco más el fondo habría resultado genial.

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