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Christian Convery da vida a Hal y también a Bill, durante la niñez.
'The Monkey', una comedia tan divertida como sangrienta

'The Monkey', una comedia tan divertida como sangrienta

Basada en el relato corto de Stephen King, la nueva película del responsable de 'Longlegs' es una encantadora mezcla entre 'Annabelle' y 'Destino final' desprejuiciada y fantástica

Iker Cortés

Madrid

Viernes, 21 de febrero 2025, 00:22

Un eficiente prólogo avanza al espectador las poquitas reglas en las que se enmarca 'The Monkey', la última película de Oz Perkins, hijo de Anthony Perkins y el responsable de la inquietante 'Longlegs'. Basada en el relato corto homónimo que Stephen King publicó en 1980, la cinta, que llega este viernes a la cartelera, comienza cuando el piloto de una aerolínea comercial entra, visiblemente alterado, en una tienda de segunda mano. Restos de sangre ensucian su uniforme. ¿El culpable? Asegura el piloto, al que da vida Adam Scott en un fantástico cameo -no será el único, pues el propio Oz Perkins o Elijah Wood también tienen su hueco en pantalla-, que es el mono baterista de juguete que porta entre sus manos, un ingenio mecánico difícil de datar que funciona dándole cuerda. Cuando se acciona, suena una música circense y el homínido rompe a tocar con dos baquetas un tambor que sostiene entre sus piernas. A partir de ahí, lo que sucede es del todo imprevisible, pero el desenlace es siempre el mismo: la muerte de una persona.

Incrédulo, el dueño de la tienda le dice que los juguetes no se pueden devolver y que este, además, parece estar roto porque uno de los brazos del mono se ha quedado suspendido en el aire, como si se hubiese quedado a medias. Craso error. Tan pronto como el mono interpreta su canción, la flecha de un arpón que está de exposición en la tienda sale disparada, atravesando la barriga del vendedor, cuyos intestinos acaban derramados por el establecimiento.

Es un estupendo arranque para esta comedia tan divertida como sangrienta que se desarrolla en dos partes, correspondientes a los dos ámbitos temporales en los que se enmarca la acción. Detrás de la cinta está el autor de películas como 'La enviada del mal' (2015) o 'Soy la bonita criatura que vive en esta casa' (2016), que escribe el guion y por vez primera usa el humor como ingrediente principal de la propuesta. «Creo que empecé a hacer películas de terror, no quiero decir por defecto, pero sí por mi padre y porque me parecía algo que debía hacer. Y había películas de terror que me encantaban, así que lo hice unas cuantas veces, y no es que no me guste, pero la verdad es que no suelo decantarme por el terror, especialmente por el nuevo. Prefiero las películas antiguas, como 'Los ojos sin rostro' o 'Amenaza en la sombra'», deja caer Perkins en las notas de producción. «Pero las películas de terror en general me hacen sentir un poco mal. Siempre he sido consciente de ello en plan '¿voy a hacer que la gente se sienta mal con lo que pretendo hacer? Sé que les gusta, pero ¿me gusta a mí?'. Así que la idea de hacer algo que me haga reír me parece una evolución natural. Ya veré qué me apetece hacer después, pero me parece que podría ser difícil volver a la seriedad», explica.

Tras el prólogo, la acción salta a 1999, cuando el espectador descubre que aquel desquiciado piloto es Petey Shelburn, padre de los protagonistas de la película, los gemelos Hal y Bill, un tipo que un buen día abandonó el hogar sin dar más explicaciones. Los chavales, que rondan los ocho años, no se soportan -Bill hace la vida imposible a su hermano- y viven con Lois, su abnegada, cínica e hilarante madre, que guarda en un armario todos los recuerdos recuerdos de su padre, entre los cuales está el dichoso mono. La muerte de su niñera Annie Wilkes -ojo al guiño a la protagonista de 'Misery', porque no será el único- tras accionar el mecanismo, dará paso a un sinfín de muertes más en el entorno, muertes que pararán cuando entierren en un pozo el juguete. Sin embargo, veinticinco años más tarde, un nuevo ciclo de muertes obligará a Hal, padre ya de un hijo, a tratar de reunirse con su hermano para enfrentarse al juguete.

«Tratan de mí»

Precisamente, la presencia de los gemelos es uno de los grandes añadidos de Perkins a la historia original, que quería una dinámica fraternal en el centro de la película. «Al desarrollarlo desde el principio, siempre tienes la tarea de averiguar cuál es la mitología o cuál es el monstruo y por qué funciona o cómo funciona, y es complicado porque se trata de un personaje inerte», cuenta el director. «No es como Chucky, los Gremlins o M3gan. Toca su tambor y la gente a su alrededor muere, así que tuve que averiguar cómo podía tener sentido para mí. Porque siempre intento que las películas que hago traten de mí».

Con estos mimbres, Perkins construye una película estupenda, una atrevida mezcla entre 'Annabelle' y 'Destino final', directa y desprejuiciada, lleno de muertes violentas y divertidas, que evita caer en las rocambolescas secuencias de efecto mariposa de la celebrada franquicia de New Line Cinema -por cierto, 'Destino Final 6: lazos de sangre' se estrenará en mayo de este mismo año- y que atesora un delicioso giro final. Por el camino, trata además asuntos interesantes como el acoso escolar, el camino hacia la adolescencia y la madurez -ese calcetín tieso que espanta a la madre-, la ausencia de la figura paterna o las decisiones, erróneas o no, que uno toma para proteger a los suyos.

Junto a unas interpretaciones geniales -Christian Convery y Theo James, que dan vida a los protagonistas en las dos épocas, están estupendos, al igual que Tatiana Maslany, que encarna a Lois-, cabe destacar también la estupenda fotografía de Nico Aguilar, cuyos matices se perderán en la oscuridad de la sala si el proyector no goza de una buena lámpara. En definitiva, una gran comedia de terror. Lógico que James Wan, artífice de franquicias como 'Insidious', 'Expediente Warren' o 'Saw' esté detrás en la producción.

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