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¿Se imaginan a Hannibal Lecter entre el público en una corrida de toros a puerta cerrada? Nadie puede salir de la plaza porque la policía ha acordonado el lugar. Saben que hay un asesino en serie despiadado entre la multitud. Piensen en el protagonista de 'Amerian Psycho', rodeado por agentes de la ley aislado entre la muchedumbre en un estadio de fútbol hasta la bandera. El matarife es consciente de que le vigilan. Es una rata enjaulada, rabiosa, capaz de cualquier cosa con tal de escapar del cerco. Yendo más allá, ¿y si soltamos a Mike Myers o a Jason en un concierto de Taylor Swift? 'Viernes 13' y 'Halloween' en el Santiago Bernabeu. De hecho, la famosa cantante acaba de cancelar varios shows en Austria de su gira mundial ante el peligro de posibles atentados.
La realidad y la ficción siempre tocándose, por muy loco que parezca. 'La trampa', la última película de M. Night Shyamalan -quien siempre será recordado como el responsable de 'El sexto sentido'-, parte de esta idea: un padre acompaña a su hija adolescente a una actuación musical con un público masivo que llena el foso y las gradas frente al escenario. La actividad de evasión en familia se va complicando debido a una serie de circunstancias sorprendentes que implican a los protagonistas de forma inesperada, dando pie a giros de guion marca de la casa. Lo ideal es acudir al cine sin tener más información sobre la película, para que no pierda su capacidad de sorpresa, aunque en los tiempos que corren es prácticamente imposible acudir virgen como espectador a la sala oscura.
'La trampa' se aleja ligeramente de la modestia de las últimas producciones de Shyamalan, como 'La visita' o 'Llaman a la puerta', aunque el prolífico cineasta sigue apostando por un reparto sin grandes nombres, rescatando a Josh Hartnett como rey de la función, estimable en su papel. Un presupuesto ajustado, sin infinidad de localizaciones y efectos visuales, permite controlar más el resultado. La historia, como es habitual, parte de una premisa potente, empieza en alto, con lo cual es sumamente importante el camino que trasitamos hasta llegar al desenlace, no siempre satisfactorio.
Es difícil que una película cumpla con las expectativas en su conclusión partiendo de una idea demasiado original y sorprendente. El máximo artífice de 'El protegido', quizás la mejor película de superhéroes de todos los tiempos, no le tiene miedo a la travesía como espectador. De hecho, su filmografía peca de irregular, pero todas y cada una de sus apuestas pueden presumir de una realización excelente. Como narrador cinematográfico se encuentra entre los mejores en activo, mal que le pese a algunos detractores de su rica trayectoria, también como guionista.
«El señor M. Night Shyamalan es uno de los directores más amables y generosos que me he topado a lo largo de estos años y su cine, en el que no tiene cabida ni el cinismo ni la mentira, es un tesoro que no debería acabarse nunca», comentaba esta semana Nacho Vigalondo, del que pronto veremos 'Daniela Forever', tras coincidir con el propio Shyamalan en la premiere de 'La trampa' en Madrid. No le falta razón al director cántabro, la fidelidad por el cine de género del autor de la reivindicable 'Señales', apostando por historias aparentemente sencillas que devienen perturbadoras, es más que loable.
Generar tensión, a ratos irrespirable, con pocos recursos, es una de las virtudes de una manera de entender el lenguaje audiovisual que, sin apenas mostrar nada, insinuando, consigue incomodar al público, algo que lleva haciendo Shyamalan desde sus inicios, emulando a su maestro Hitchcock, contando también con Spielberg. Completan el reparto de su última propuesta Ariel Donoghue, Saleka Shyamalan, Hayley Mills y Allison Pill.
El responsable de 'El bosque', título con el cual pinchó por acostumbrar demasiado al personal a los espectaculares giros finales, es un fiel amante del género fantástico. Defiende, además, su poder metafórico. Shyamalan volvió por sus fueros, tras aceptar algunos encargos de alto copete que no funcionaron en taquilla como se esperaba, entre ellos 'Airbender, el último guerrero' o 'After Earth', con 'La visita', un proyecto que rodó hipotecando su casa. Resurgió como un ave fénix, ganándose de nuevo el favor del público y la crítica con proyectos rentables en los cuales plantea una situación inquietante sin la obligación de manejar un gran presupuesto.
Indiscutible prestidigitador del suspense, hábil creador de atmósferas, Shyamalan se decanta por relatos que pueden recordar a un episodio de antologías de terror a pequeña escala, como 'Tales from the Crypt' o 'The Twilight Zone'. No hay sustos, no hace falta ir a lo obvio para que el espectador se angustie ante una situación desesperante. En 'La trampa', sabe llevar al público por donde quiere. Alimenta la tensión in crescendo, mantiene la atención, sorprende con algún momento imprevisto y sabe manejarse con la cámara. Un lujo.
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