'Vuittones', metalizados y un español al que no se esperaba

Más allá de supersticiones, ya se sabe que quien con amarillo se atreve, por guapo se tiene. Y ese ha sido el caso de Timothée Chalamet, aún metido en el papel de Bob Dylan con el que ha rozado la estatuilla a Mejor Actor en la 97 gala de los Premios Oscar. Una extravagancia firmada por Givenchy en una alfombra roja en la que se ha impuesto el estilo más clásico. Escotes palabras de honor, algunas colas y homenajes a los 'looks' del Hollywood dorado en tonos discretos entre los que han destacado los socorridos metalizados. Demi Moore, Selena Gómez, Emma Stone y Halle Berry -con una pieza formada por 7.000 pedazos de espejos- han sido algunas de las actrices que han coincidido en sus brillantes estilismos.

Estilismos entre los que han destacado las etiquetas de Louis Vuitton -en cantidad- y de Dior -en calidad-, que han tomado el relevo de la española Loewe, la gran favorita del pasado año. Una pena que los rostros patrios no hayan apoyado a la casa de lujo española, siendo Ana de Armas una de las que ha optado por un Vuitton, marca de la que es imagen. Y es que los contratos mandan. Cierto es que estaba estupenda, pero igual de maravillosa estaba Paz Vega con un diseño hecho en España por el habilidoso Roberto Diz.

Penélope Cruz lució un Chanel de estética nupcial bohemia como buena embajadora de la firma francesa que es desde hace más de un lustro. Lo curioso es que suela lucir los diseños menos favorecedores de la 'maison' en la fiesta del cine, en contraposición de compañeras de profesión como Lupita Nyong'o, que estaba espléndida, al igual que Margaret Qualley con un sencillo vestido negro con espalda escotada que ha aprovechado para lucir un brutal collar de diamantes. Quizá la de Alcobendas tenga más suerte con el cambio de director creativo en Chanel y le ofrezcan mejores atuendos.

La otra española de la jornada, Karla Sofía Gascón, no ha pisado la alfombra roja para evitar el revuelo mediático, pero se ha dejado ver en el teatro Dolby con un Yves Saint Laurent negro cuajado de brillantes de escote asimétrico. Y no, por mucho que digan, no le sentaba nada bien.

Si alguien ha puesto un ápice de originalidad, esa ha sido Ariana Grande. Tanto en la alfombra roja como sobre el escenario, la artista ha confiado en Schiaparelli. Un derroche de fantasía al que no le ha faltado un bonito homenaje al cantar 'Somewhere over the rainbow', de 'El mago de Oz'. La joven se convirtió en una suerte de Dorothy moderna con un zapato de taconazo rojo esculpido en la parte superior de la espalda del vestido, confeccionado en cristales rojo rubí y tul hecho a medida por Daniel Roseberry.

Un detalle que pasó un tanto desapercibido durante la gala, al igual que el tributo de Isabella Rossellini a su expareja David Lynch, fallecido el pasado enero, con su vestido de terciopelo azul, como el nombre de la película que dirigió en 1986, protagonizada por la italiana.

Algo más llamaron la atención las uñas cinceladas durante más de cinco horas de Cynthia Erivo con, entre otros elementos, un elaborado reloj en 3D, o el bolso con forma de gato de Charlotte Lawrence, de Valentino, que también firmaba su pomposo vestido rosa. Un color con pocos adeptos en esta ocasión, al igual que el rojo, elegido por el nominado Colman Domingo, uno de los hombres mejor vestidos de la noche. Tampoco estaba nada mal Andrew Gardfeld con su 'look' retro monolocor marrón de Gucci, arriesgando un poco en una alfombra tan clásica como descafeinada.

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