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Parece que fue ayer, pero hay que aceptar la realidad espacio-temporal post-pandemia: la primera temporada de 'La rueda del tiempo' se estrenó en 2021 y su continuación ha tardado dos años en llegar a Prime Video, como si el protagonismo forzado de 'Los anillos de poder' ... hubiera dejado en barbecho a esta irregular adaptación de otra popular saga literaria que fue creciendo en su sesión de inicio. Ambas propuestas se toman el relevo en la parrilla de la plataforma en streaming del gigante de la paquetería en su afán de recoger el testigo del éxito desmedido de 'Juego de tronos', una proeza que quizás no se cumpla nunca, máxime con la temporada que nos viene, azotada por la huelga de guionistas y actores en Hollywood. La cosecha de 2024 va a ser un regalo para las producciones europeas y asiáticas. Con menos fuerza y presencia mediática, la anterior reivindicación que afectó a las series estadounidenses se llevó por delante fenómenos del momento como 'Héroes'.
'La rueda del tiempo' apuesta fuerte en su segunda temporada, como ya lo hizo en su debut, en cuanto a ritmo y cadencia. Los primeros capítulos eran difíciles de digerir y aquí ocurre lo mismo, con el añadido de que algunas entregas duran setenta minutos, como antaño las series familiares españolas que llegaban casi a las dos horas, con la suma de los anuncios publicitarios, en el prime time de la televisión convencional. Hay que llevar el sello surcoreano o haberse ganado ya a una legión de fans, como 'Stranger Things', para ofrecer al espectador un metraje tan árido. Habrá quien se caiga del barco, con razón, en los primeros compases de una continuación que comienza a despegar al final del segundo episodio y coge algo de energía avanzado el tercero, con algún otro inevitable escollo por el camino. La tijera no se lleva en montaje, ya lo sufrimos también en 'Los anillos de poder', con el abuso de inexplicables saltos y elipsis mientras algunas secuencias inanes se alargan hasta el colapso neuronal, sobre todo escenas de diálogos que no aportan nada realmente importante al argumento, salvo alimentar el carisma de algunos personajes, como si no les definieran también sus acciones.
La búsqueda desesperada de un nuevo 'Juego de tronos' se tiene que acabar, es un peso que dificulta el vuelo de proyectos de última hornada que nacen estigmatizados. De hecho, la versión en imagen real que nos ocupa ya cuenta por anticipado con el lastre de la etiqueta «fantasía medieval que bebe de la imaginería de Tolkien». Las comparaciones son tan odiosas como inevitables. Con la mitología nórdica presente, se inspira en los libros superventas escritos por Robert Jordan, con casi un centenar de millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, ahí es nada, y catorce entregas publicadas, además de una precuela. Con esta carta de presentación ya quedó clara cuál era la intención de Amazon apostando por tan jugosa materia prima para conquistar a una inmensa audiencia que no lo fue tanto.
La versión live action, como se dice ahora, de 'La rueda del tiempo' está ambientada en un mundo épico de espada y brujería en el cual algunas mujeres pueden emplear la magia mientras los hombres que coquetean con el ocultismo acaban volviéndose locos. En su segunda temporada, más oscura que su predecesora, sigue habiendo aldeas atacadas por las fuerzas del mal y posadas donde ocurre todo lo importante, al margen de los castillos, templos y palacetes cuyas murallas ocultan secretos y profecías como la llegada del Dragón Renacido, un ente que salvará a la tierra o la destruirá para siempre. Algunos seres humanos pueden manipular el fuego, el viento o el agua a su favor, mientras una organización femenina, las 'Aes Sedai', se encargan de proteger el poder místico y controlar a los «canalizadores» que emplean sus dones extrasensoriales para sembrar el caos.
Rosamund Pike sigue encarnando en 'La rueda del tiempo' a una de las protagonistas principales de esta lucha entre el bien y el mal que luce un reparto coral diverso e inclusivo (Daniel Henney, Zoë Robins, Madeleine Madden, Ceara Coveney, Natasha O'Keeffe, Meera Syal...) que incluye a Álvaro Morte, el profe de 'La casa de papel'. El actor español da vida a un retorcido personaje, prisionero tras perder sus poderes en manos de las brujas. En su experiencia parece estar una de las claves para entender la evolución de uno de los jóvenes elegidos que puede convertirse en el Dragón Renacido. Pike es una Aes Sedai, una poderosa hechicera que emplea la magia para mantener a raya a sus enemigos, manipulando la realidad, con la particularidad de que siempre tiene que decir la verdad. El retrato de los roles femeninos, mujeres valerosas e independientes, sigue siendo uno de los mayores valores de la historia, que ha mejorado su apartado visual en una segunda temporada más política, con buenas escenas de acción que alivian su morosidad narrativa. Además, irrumpe en escena una terrorífica nueva amenaza que denota el trabajo extra de los departamentos de vestuario y arte.
Rodada en Praga, con una extensión de nueve capítulos, 'La rueda del tiempo' mejora creativamente en su empaque, asienta mejor las bases de un relato cuyos cimientos no terminaban de construirse en su sesión de arranque y explota mejor los efectos visuales, aunque peca de una lentitud exasperante en algunos pasajes. La aventura entretiene intermitentemente, no queda otra que asumirlo, siendo accesible para un público amplio. Más centrada que su debut, presenta nuevos personaje enigmáticos que se cruzan, encuentran y separan, como mandan los cánones, en los diferentes territorios de un mapa confuso. La tercera entrega ya está confirmada.
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