Secciones
Servicios
Destacamos
Supongamos que estamos de jarana en un festival de música multitudinario, tipo Benicàssim o Bilbao BBK Live. La muchedumbre baila sumida en un ejercicio de catarsis colectiva. Las bebidas espirituosas y las sustancias sospechosas desinhiben a la masa que se deja llevar por el hedonismo. ... Pura evasión. De repente, algo cae del cielo sobre las cabezas de los danzarines. Son esferas blandas, de color verde moco, del tamaño de una pelota de tenis, con pequeños apéndices que recuerdan al típico emoticono de un virus, para que no haya lugar a engaño. Parecen una pelota antiestrés, comprada en una tienda de regalos curiosos. De su interior sale una larva viscosa que posee el cerebro de los humanos, se apodera de su conciencia y lo devora por dentro. El escalofriante espectáculo pasa más desapercibido de lo normal, fuera de toda lógica, debido al bullicioso escenario. Gente moviéndose al ritmo de los sonidos tribales electrónicos como si no hubiera un mañana.
La invasión extraterrestre ha comenzado, como en tantas series y películas que forman parte de la historia del medio audiovisual de género fantástico. Como 'Peacemaker' o 'Slither: la plaga', ambas de James Gunn, experto en darle a la batidora de referencias cinéfagas. Como 'La invasión de los ladrones de cuerpos' o 'Sweet Home'. Como 'La cosa' o 'Braindead' (la serie, no el filme pringoso de Peter Jackson).
Así empieza 'Parasyte: Los grises', con el aterrizaje de un puñado de bolas pegajosas, con un pérfido alien en su interior, sobre un público entregado a la fiesta. Esta nueva serie disponible en el menú de Netflix, made in Corea del Sur, consta de seis entregas, un número mágico, partiendo como inspiración del manga escrito y dibujado por Hiroshi Iwaaki a finales de los años 80. El cómic ya cuenta con otras adaptaciones, tanto en imagen real como en formato anime. De hecho, tanto los dibujos animados como el díptico 'Parásito. Parte 1 y 2', se antojan superiores al lanzamiento que nos ocupa, lo que no quita que también sea un buen artefacto de entretenimiento que habla de la soledad y la confianza, además de la obvia alienación.
La protagonista de 'Parasyte: Los grises', serie a devorarse del tirón, es una joven traumatizada, debido a oscuros problemas familiares, cuya mente es visitada por uno de los inquilinos alienígenas que cayeron del cielo. A diferencia de otros individuos poseídos por los gusanos mutantes, no pierde todo el control sobre su cuerpo. Parásito y humana se van turnando, cual Dr. Jekyll y Mr. Hyde, dando lugar a un curioso híbrido con altas capacidades para la lucha. Ambos tienen que aprender a coexistir. Las escenas de acción y peleas cuerpo a cuerpo son lo mejor del conjunto, resueltas con nota para ser una producción de estas características. Solo hay que ver la tragedia del puente y las persecuciones, con algunos momentos de violencia explícita donde no falta la sangre a borbotones.
El juego del quién es quién entre los personajes principales, quién es un ser humano y quién es un extraterrestre, alimentan la intriga de un relato sin trampa ni cartón que dirige con su entereza habitual Yeon Sang-ho, máximo responsable de la película de culto zombie 'Train to Busan', ganadora en Sitges del Premio al Mejor Director y del Premio del Público en la Semana de Terror de San Sebastián en 2016. Sorprendió a los aficionados al terror y aledaños al ofrecer un filme de muertos vivientes diferente, planteando las consecuencias de una plaga zombie en el interior de un tren en marcha con algunas situaciones tan divertidas como inusuales y personajes que calan en el espectador.
Yeon Sang-ho, cuyo currículum se inició con la animación, con títulos como 'The King of Pigs' 'The Fake' o 'Seoul Station', precuela de 'Train to Busan', consigue un tono magnífico en sus proyectos, incluyendo 'Parasyte: Los grises', un buen ejemplo de cómo mezclar Thriller, horror y ciencia-ficción. Es capaz de fusionar fantasía y costumbrismo con una entereza envidiable. Ahí está también 'Rumbo al infierno', cuya segunda temporada está al caer. Estos seriales cuentan con la ventaja de proponer sesiones cortas, de fácil asimilación, con seis episodios de duración, con lo cual se nota menos el posible relleno. La apuesta que nos ocupa cierra su arco argumental, aunque hay un easter-egg final que anuncia la posibilidad de un crossover con las películas de los 2000, todo un puntazo.
La producción audiovisual de Corea del Sur lleva tiempo siendo alabada. Sin duda es una cinematografía sugestiva más allá de los círculos cinéfilos. Hay que reconocer al cine asiático, y las series, su excelente manejo de las claves del medio en productos que no esquivan cierto aliento comercial. El mejor género lo están haciendo allí. Manejan el tono cinematográfico a su deseo y no se cortan un pelo a la hora de afrontar premisas delirantes y secuencias imposibles, ofreciendo espectáculo y evasión sin olvidar la reflexión. Los ramalazos de cursilería que parecen inevitables en su suculenta obra no empañan un resultado muy por encima de la media, inquietante cuando debe. Hablamos de un país con apenas 50 millones de habitantes, con una producción sobria que genera pingües beneficios en sus propias fronteras y se difunde por todo el mundo, especialmente tras el bombazo de 'Parásitos'.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.