Condenado a 29 años de prisión el asesino de Cazoña

El peso de la ley ha caído con toda su gravedad sobre José Carlos Arnay Blanco, el autor del asesinato de Elisa Calderón Zubillaga, su compañera sentimental. La sección primera de la Audiencia de Cantabria ha sido implacable y le ha aplicado la pena máxima solicitada por la acusación particular, ejercida por los padres de la víctima: 29 años de prisión, 3.240 euros de multa y 240.000 de indemnización. Pero, además, cuando Arnay Blanco disfrute del primer beneficio penitenciario que suponga su excarcelación, aunque sea temporal como son los permisos, no podrá acercarse a la familia de la víctima ni a la hija que la pareja tenía en común, ni volver a Santander. Desde el momento en que comience a cumplir condena tampoco no podrá comunicarse con ellos.

La Audiencia le ha declarado autor de los delitos de asesinato, violencia doméstica habitual, amenazas con la agravante de reincidencia, quebrantamiento de condena y tenencia ilícita de armas. Todos ellos sin ninguna circunstancia que atenúe su responsabilidad penal. El tribunal entiende que el trastorno de personalidad del acusado y su hipotético consumo de sustancias estupefacientes no mermaron el control de sus actos, es decir, que 'el Cicuta' sabía lo que hacía y lo hizo sabiendo la ilicitud de sus actos. Tampoco hubo confesión del hecho, porque el acusado no llegó a reconocer el crimen. Al contrario, «dio una versión mendaz, buscando su impunidad con el pretexto de haber cometido una simple imprudencia», que el arma se le disparó accidentalmente.

La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Javier de la Hoz, acoge las acusaciones de la familia, representada por el abogado Javier Noriega, y declara probado que José Carlos y Elisa, a pesar de estar separados judicialmente, habían reanudado su relación como pareja y convivían en el barrio santanderino de Cazoña. Su relación sin embargo era tormentosa, con constantes insultos, humillaciones, coacciones y agresiones del acusado hacia su compañera, casi siempre debido al consumo de drogas de éste y por frecuentar otras mujeres. Durante esas disputas, Juan Carlos le exigía dinero bajo la advertencia de que si no se lo daba se iría con otra mujer y le quitaría la niña.

Relación tormentosa

En este escenario, el día 24 de mayo de 2005 el acusado obligó a Elisa a acompañarle a una entidad de ahorro y a darle 3.000 euros bajo amenazas. Al día siguiente, cuando la mujer se encontraba en la calle debajo de su casa, se acercó a ella y le dijo que le iba a quitar la niña, el coche y las joyas, y que si no se los entregaba la iba a matar. Episodios similares se repitieron a lo largo de los meses hasta llegar al 12 de septiembre de ese mismo año. Ese día, poco antes de las siete de la tarde, José Carlos llamó por teléfono al padre de Elisa y le dijo que le iba a matar a él y a su hija. Al poco rato , salió de su domicilio con un revólver cargado y sin licencia de armas, encontró a Elisa, que estaba con su hija de 21 meses, y nervioso y chillando, le pidió de nuevo joyas y dinero. Como la mujer se negó, el asesino le dijo que la iba a matar, al tiempo que exhibía el revólver. «Pues mátame», le contestó la víctima. Dicho y hecho: 'el Cicuta' apuntó a la cabeza de Elisa a muy corta distancia y disparó.

Eso sí, después de perpetrar el crimen, se abrazó a la mujer, pidió una ambulancia y gritó que se le había disparado el arma. Tras dejar a Elisa tendida en el suelo, salió corriendo llevándose el revólver, que nunca fue localizado. La escena fue presencia por otros adultos y niños que había en el parque donde ocurrieron los hechos.

Las lesiones cerebrales fueron irreversibles y Elisa murió a las pocas horas. José Carlos acudió después a una gasolinera y desde allí hizo dos llamadas al Hospital Valdecilla, donde se interesó por la mujer. Como no le informaron, amenazó con pegar cuatro tiros y causar más muertos.