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San Francisco, un convento desaparecido
San Francisco,  un convento desaparecido
Panorama - De ruta por Cantabria

San Francisco, un convento desaparecido

PABLO CABEZÓN

Sábado, 3 de junio 2006, 02:00

Nacido hacia 1181, hijo de un rico comerciante de telas y una dama provenzal, Giovanni Bernardone, llamado desde su infancia Francisco por las relaciones que la familia mantenía con Francia, llevó una vida holgada hasta que fue hecho preso en el curso del enfrentamiento entre Perugia y su ciudad natal, Asís, (1202). Francisco redescubrió la figura de Cristo y se entregó a una vida de pobreza, oración y caridad. En torno a él se formó una comunidad que dio lugar en 1209 a la Orden mendicante de los Hermanos Menores, confirmada por el Papa Inocencio III -modificada en 1221 y aprobada definitivamente por Honorio III en 1223-. En 1226, falleció después de conducir su vida utilizando el ejemplo de Jesús como guía, dos años después, la Iglesia de Roma le proclamó santo.

Fundación santanderina

Los franciscanos se expandieron rápidamente por la Europa católica. En Cantabria lograron establecerse en las principales villas de la costa. Según la tradición, durante su paso por la península ibérica entre 1213 y 1215-persiguiendo en vano el martirio entre musulmanes-, Francisco pasó también por las costas norteñas y fundó el monasterio de la orden en Santander, en unos terrenos donados por un hidalgo de la villa -en el siglo XIV fue abierta una nueva fundación franciscana: el convento de Santa Clara, también desaparecido-.

Situado en el solar que actualmente ocupa la casa consistorial, el complejo medieval se alzaba fuera de los muros de la villa y fue renovado y sustituido, en las primeras décadas del siglo XVII, por una nueva fábrica de estilo clasicista cuyas trazas se atribuyen al maestro trasmerano Juan de Naveda.

En el siglo XIX, el convento fue desamortizado y a finales de esta centuria se diseñaron (1897) y construyeron, sobre los terrenos parcelados que ocuparan el claustro y las demás dependencias, el ayuntamiento -proyecto de Julio María Martínez Zapata, segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes- y el mercado de la Plaza de la Esperanza -proyecto de Eduardo Reynals y Toledo y Juan Moya e Idígoras-. La iglesia clasicista de San Francisco permaneció en pie hasta 1936, cayendo en el marco de un plan urbanístico promovido por el entonces alcalde Ernesto Castillo Bordenabe. El solar obtenido fue utilizado para ampliar el ayuntamiento merced a la edificación de un cuerpo gemelo.

En 1940, Javier González Riancho proyectó una nueva parroquia que mantenía la antigua advocación. Su erección comenzó en abril de 1941 y fue una de las primeras obras acometidas tras el incendio que barrió el corazón histórico de la ciudad.

En su interior, recientemente restaurado, se encuentra el grueso de los pasos que se sacan durante la Semana Santa santanderina. Del primitivo convento se han conservado varios escudos de piedra integrados como ornamento en la Alameda Segunda, coronando la casa rectoral, así como el sepulcro de un caballero.

Más información:

www.cantabria102municipios.com

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