Rubias y tostadas de la tierruca

Fabricar cerveza artesanalmente está de moda en todo el mundo. A los grandes legionarios devotos de esta bebida, la más antigua del mundo junto al vino, les gustan los sabores intensos, la mezcla de maltas, lúpulos y hierbas, las sensaciones ácidas que recuerdan a frutas, chocolates, regalices... Y experimentar hasta lograr un líquido de su agrado. Hacer cerveza es fácil y abundan ya los aficionados que, partiendo de un kit para elaborarla en casa -por internet se consigue por poco más de 30 euros-, beben y reparten con los amigos. Así, en la búsqueda de su cerveza perfecta, comenzaron la mayoría de los productores que hoy en día elaboran, envasan y venden por todo el país cerveza artesanal de Cantabria. Son siete empresas en total y producen algo más de 550.320 litros al año. Son siete, pero ya hay dos emprendedores más, uno en Valdeprado y otro en Santander, que en breve comenzaran a fabricar rubias y tostadas de la tierruca.

Dougall's fue la pionera, allá por 2006. Su dueño, Andrew empezó en una pequeña nave en Liérganes y ahora tiene otra mayor y factura 128.000 litros al año. Esta marca tiene permanentemente cuatro cervezas en el mercado y algunas con originales guiños a Cantabria. La 942 -el prefijo telefónico de la región- es la niña bonita de la casa. Según Quique Cacicedo, socio de Dougall, se trata de una cerveza «rubia, muy refrescante, afrutada y con poco alcohol: 4,2 grados». Destacan sus aromas a mango. Raquera, la más comercial de todas, es «una pilsen fácil de beber, con poco cuerpo y 5 grados», muy al estilo alemán. Leyenda es la primera que se hizo en la empresa y que ahora se ha mejorado sustancialmente. Es una bitter inglesa, ámbar, con sabores a caramelo. Tiene 5,8 grados. Tres Mares es la más contundente de las cuatros. Ámbar, con seis maltas y tres lúpulos, con sabores a café, tofee y regaliz: 5,4 grados. Estas cervezas se encuentran repartidas por toda Cantabria en bares, grandes superficies -Lupa, BM-, tiendas -Diferente- y comercios especializados en Santander como El Tercer Tiempo, frente a la Plaza de la Esperanza; Rubias y Tostadas, en la calle Alta, y la Ruta del Vino, en Arrabal.

Dougall's hace cervezas especiales de temporada, como la 942 IPA, una cerveza amarga, con matices de pino, resina y cítricos de final seco y duradero. En esa misma línea están Kajun, IPA 1 e IPA 2. Haiti, es una doble stout; Invierno, ya agotada y que solo se fabrica en esta época del año -la hermana mayor de Leyenda- y Hermosa, como la localidad de Medio Cudeyo: Muy refrescante, cítrica, de verano.

Con la empresa a pleno rendimiento y con expectativas de empezar a exportar este mismo año, las metas de Dougall's son sencillas, según comenta el propio Andrew. «Nuestro objetivo es sobrevivir y afianzar la marca en Cantabria. No nos interesa crecer deprisa, nos interesa que se sienta que Dougall's es la cerveza de Cantabria y apoyar las cosas locales y regionales. En todo caso, siempre tendremos algo bueno para beber».

José Luis Gutiérrez, Pilar Rodríguez y el maestro cervecero Alberto Fernández comenzaron en febrero de 2013, en Tanos, a fabricar cuatro tipos de cerveza bajo la marca La Cervezuca. Desde 2004están al frente de un laboratorio de seguridad alimentaria y este era un proyecto en el que pensaron desde un principio. «Buscábamos -dice José Luis Gutiérrez- en un producto que se pudiera vender a escala nacional e internacional. Nos fijamos entonces en el boom de la cerveza artesana en el sur de Francia». Gutiérrez, además, es biólogo, experto en levaduras.

La producción anual de La Cervezuca es de 80.000 botellas, pero sus responsables esperan llegar a las 150.00 en cinco años e internacionalizar el producto.

En Tanos se hacen ahora botellines de 33 centilitros de La Rubia, una cerveza de estilo Ale, de verano, con malta de Bohemia y lúpulo neozelandés. De sabores dulces a naranja y mandarina. La señorita Pale es tostada, de doble malta, suave, con sabor a pera y manzana. La señora Brown, marrón de cuatro maltas y en ella predominan los sabores a caramelo, nuez y avellana. Es una cerveza suave. Finalmente está Doctor Porter, negra con cuatro maltas y sabor a chocolate, café y ceniza. Cuatro bebidas muy digestivas, para comer y cenar.

Cuatro son también las cervezas que Ana, Katia y Javier Cagigal elaboran en Ampuero desde 2013. Para Cagigal, esto siempre fue un sueño. Desde mucho tiempo atrás tuvo en mente hacer de esta bebida su propio negocio. «Yo elaboraba cerveza para mis amigos, y fui dejando pasar el tiempo», señala este emprendedor que antes de crear la marca Cierva se formó en Barcelona y Madrid. Después llegó a producir un año más tarde 12.000 botellines al mes que disfrutan 400 clientes de Cantabria, más los que los adquieren en El Corte Inglés, tiendas especializadas y gourmets de Madrid, Murcia, Barcelona y País Vasco.

Cierva envasa Saison etiqueta blanca, una cerveza con tres maltas, dos lúpulos y semillas de cilantro. Blond Ale, roja, estilo americano, de cinco grados. Abbey con la mezcla cuatro maltas, tres lúpulos y enebro. Estilo APA, con malta base cien por cien está Rocker Picos, de 4,8 grados.

Carlos Falagán, Borja 'Reinosa', Enrique Araujo y Marcos e Iván Ruiz comenzaron a fraguar La Colegiata en 2012 de la mano de Sodercán, pero no fue hasta 2013 cuando comenzaron a producir dos marcas de cerveza. Borja recuerda que «empezamos haciendo varios productos, queso entre ellos. Yo hacía en casa cerveza y antes de poner en marcha el proyecto viajé al extranjero para aprender y, sobre todo, conocer la maquinaría». Así que pronto comenzó a diseñar la maquinas para la cocina de la empresa, donde se cuece todo. «Cuando empezamos -asegura- manejamos más de 600 recetas hasta lograr una cerveza suave que le guste a todo el mundo y es que estamos para vender».

La Colegiata hace Gold, una rubia ambarina de cinco grados y Reserva, tostada, con malta inglesa. De estas dos marcas de cerveza sacaron al mercado 10.000 botellines todos los mes en 2014.

Marcos Alonso se fue al paro con 47 años y pensó «¿qué hago yo ahora?». La respuesta fue ponerse a fabricar cerveza, algo que este ingeniero forestal tenía en mente desde hacía algún tiempo. Hace un año y tres meses, tras dos cursos en la Escuela de Cerveza y Malta de Madrid y otro en Barcelona, comenzó a fraguar su negocio en el Polígono de La Vega, en Reinosa. IBRE hace una lager, pilsen bohemia para cañero que viene a costar dos euros en los cinco bares de la capital campurriana -entre ellos El Espolón- en los que está esta marca, y otro en el vecino Aguilar de Campoo. Su producción, 16.000 litros al año, es aun pequeña, pero ya piensa en embotellar en un futuro.

A Alejandro Vega, lo de hacer cerveza le viene de familia. «Yo la elaboraba en el garaje con mis tíos. Ellos me introdujeron en este mundo. Yo, además, soy químico». Con financiación pública y privada, según el mismo reconoce, en marzo de 2013 empezó a comercializar dos cervezas bajo la marca de La Grúa, en Pontejos. Viento Nordeste (Irish Red Ale de amargor moderado) y Viento Sur (Pilsen, para todos) se encuentran ya en bares, tiendas, restaurantes y grandes superficies, como en Carrefour en Cantabria, País Vasco y Navarra, a partir de este lunes. También está en distintos establecimientos en Bilbao, Madrid, Barcelona, Sevilla, Guipuzcoa y Zaragoza. El año pasado elaboró 2.000 litros mensuales. Este químico se formó en EEUU, Inglaterra, Irlanda y España antes de dar los primeros pases.

La más joven de las empresas es Portus Blendium, formada en septiembre de 2014 por Marcos Rodríguez, Eliecer Díaz y Luis Pérez. En Hinojedo (Suances), y empujados por una gran afición, destilan siete cervezas diferentes que empiezan a tener mucho peso en el mercado, con 14.000 botellines de producción al mes. Brezo -equilibrada-, Blenda -exclusiva-, Rubia -fácil de beber-, Imperial -cacao puro-, Black Pumpkin -cabello de ángel-, Lager Kiwi Beer -dulzona- y CAP -Cántabra Pale Ale- son su sueño.