Borrar
Fortaleza de Amaiur
Literatura y cine, en el valle del Baztán

Literatura y cine, en el valle del Baztán

El itinerario que conduce de Elizondo a Zugarramurdi muestra uno de los espacios más singulares de Navarra

Íñigo Fernández

Viernes, 20 de noviembre 2015, 17:34

Ando estos días leyendo el libro 'El guardián invisible', primero de la trilogía de novela negra de Dolores Redondo sobre crímenes, investigaciones y leyendas, con el Baztán navarro como escenario. Muy recomendable. No le servirá para ganar el Premio Nobel de Literatura, pero la obra es interesante y, de hecho, no causa sorpresa que haya cosechado un absoluto éxito editorial. Hace años difícilmente habría prestado atención a este tipo de libros, pero me aficioné gracias a la lectura del griego Petros Markaris y a las aventuras de su comisario Kostas Jaritos. 'Muerte en Estambul' es , a mi juicio, el mejor de la serie.

Después continué con el cubano Leonardo Padura -de él me quedo con 'Máscaras'- y con la novela negra de Ramiro Pinilla y su 'Sólo un muerto más'. En cambio, me agota la novela policiaca escandinava. No va conmigo eso de tener que leer trescientas páginas para empezar a entrar en la historia o dedicar noches enteras al detalle de qué productos hay en el frigorífico del muerto, cuando resulta que nada de eso guarda relación con la trama. El caso es que, de Márkaris a Padura, y de Padura a Pinilla, acabó entre mis manos la 'Trilogía del Baztán', que estos días ando alternando con una magnífca biografía sobre Alejandro Magno, de Robin Lane Fox; 'La Ruta de la Seda' de Luce Bouilnois; 'La Historia empieza en Sumer', de Samuel Noah Kramer, y 'Las alas de las águilas', deKen Follet. Cosas de los lectores compulsivos.

Además de entretenerme, la 'Trilogía del Baztán' me hace recordar lo mucho que me gustaba hace años recorrer las rutas del norte de Navarra. Hubo un tiempo en que no había mes en que no viajara a Pamplona, y a menudo mi coche acababa en el Monasterio de Leyre, donde se halla la tumba de Iñigo Arista y los restos de los primeros reyes navarros; en Vera de Bidasoa, la cuna de Pío Baroja y su sobrino Julio Caro; en Ulzama o Sorauren, donde las comidas se prolongaban hasta bien entrada la tarde, con su correspondiente patxarán; o en el propio Baztán, valle de enorme encanto y uno de los más singulares de la comunidad foral. El recorrido entre Pamplona, Elizondo, Maya, Zugarramurdi y Dantzarinea era de mis preferidos.

Para llegar a Elizondo desde Pamplona tomaba la salida que conduce hacia Villava o Burlada y, desde allí, en dirección a Francia. Eso, desde Pamplona. Desde Santander o Bilbao, por ejemplo, puede acortarse a través de Francia por el pueblo de Ainhoa, que es uno de los más hermosos de la Baja Navarra, con sus blancos caseríos vasco-franceses con balcones y contraventanas de color rojo. Las dos rutas conducen al mismo lugar, pero lógicamente alteran el orden de las visitas.

Desde Pamplona, la primera etapa conduce hasta el mismo Elizondo, que es la capital del Baztán y el lugar en el que se desarrolla la novela 'El Guardián Invisible'. Allí tienen lugar los crímenes de la novela y las investigaciones policiales, condicionadas por las leyendas del basajaun (el señor de los bosques) y la mitología local. Antes de llegar llaman la atención algunas viejas fortificaciones medievales a las que desmontaron las torres, debido a ciertas dudas en relación a la fidelidad de los caballeros navarros hacia la Corona de Castilla, una vez quedó completada la unificación de España. Un poco más adelante, en Maya, puede constatarse por qué. De momento, Elizondo es un buen lugar para una paseo, un café o un vino. También para comer. En euskera, Elizondo significa algo así como 'buena iglesia'. Fue el primer espacio urbano en un amplio valle donde sólo había agricultores y ganaderos, y ese espacio urbano, lugar de comercios y de servicios, se desarrolló, como todos, alrededor de una iglesia.

Desde Elizondo sigue la carretera hacia Francia, pero pasado el pueblo de Arizkun existe la opción de tomar el desvío que conduce a Maya y a las ruinas del castillo de Amaiur. Son sólo unos kilómetros más. El pueblo de Maya, apenas una calle con caseríos superpuestos a uno y otro lado, es de los más bonitos de Navarra. Más toscos y duros que los de Ainhoa (Francia), los caseríos, construídos con la piedra roja del Baztán, se disponen cuesta arriba en dirección a los restos de una pequeña fortaleza en la que, en 1522, se libró la última batalla que decidió la incorporación de Navarra a las Españas. La crisis dinástica de 1512 decidió la suerte de los navarros, cuyo último intento de preservar su independencia se libró precisamente allí, en la fortaleza de Amaiur, cuyo nombre ha sido objeto de utilización política por parte de quienes parecen decididos a apropiarse ellos solos de los símbolos que pertenecen a todos. No todos los navarros de aquel tiempo eran partidarios de la indepencia. Muchos de ellos creían que, de no incorporarse a España, acabaría haciéndolo a Francia.

Luego queda regresar a la carretera general, dirigirse hacia el paso fronterizo de Dantzarinea si el propósito es llegar a la navarra francesa -por ejemplo a Ainhoa-, o desviarse hacia el oeste para alcanzar Zugarramurdi. Antes de llegar a Zugarramurdi, llama la atención que, pese a pertenecer a España, queda del otro lado del puerto de montaña, hacia el norte. Por algún motivo la frontera no se fijó en el accidente natural, sino que se desplazó algunos kilómetros. Eso hizo que Zugarramurdi pertenezca hoy a España, y no a Francia.

En Zugarramurdi es imprescindible visitar la 'Cueva de las Brujas' o 'Catedral del Diablo'. Horadada por un cauce de agua que corre de extremo a extremo del monte, la cavidad fue escenario, según la tradición, de 'akelarres' hasta el siglo XVII. En 1610 intervino el Tribunal de la Santa Inquisición y cerca de trescientos vecinos del pueblo fueron acusados de brujería, apresados y trasladados a Logroño, donde fueron juzgados. La mayoría resultaron absueltos, pero nueve de ellos acabaron quemados en la hoguera. Jamás la Inquisición había llegado tan lejos, al menos en España. Escenas semejantes no volvieron a verse en España, pero sí en las colonias algosajonas de América del Norte, hasta bien avanzado el siglo XVIII.

Sobre el proceso, cabe pensar que en un valle aislado del resto de España y del mundo, y sin contacto apenas con el exterior, los viejos ritos paganos subsistieron en cierto modo y convivieron con el dogma católico hasta mucho más allá de la Edad Media. No serían actos de brujería, sin duda, sino fiestas en las que participaba la población local. Eso al menos cabe suponer. La visita a la cueva pone en contacto con todo aquel mundo y con un enclave natural difícil de igualar, en el que la gruta, el arroyo, su doble acceso de entrada y salida y el hayedo que lo circunda hacen pensar que efectivamente aquel era un lugar mágico, una 'catedral', como dicen, pero no tanto del Diablo como de Dios.

Zugarramurdi ha sabido aprovecharse bien de aquella leyenda, y no sólo desde que la película llegara a las carteleras. Lo hizo ya muchos años antes. Todo en el pueblo gira en torno a las brujas, a los misterios, a la Inquisición y al proceso del año 1610. Sólo que la película ha multiplicado el interés por esta población: la ha dado a conocer. En parte por ello, Zugarramurdi se ha convertido últimamente en una de las localidades más turísticas de Navarra. Quizá la 'Trilogía del Baztán' esté influyendo del mismo modo en la promoción de Elizondo, aunque la literatura nunca llega a alcanzar en este sentido las mismas proporciones que el cine.

El libro, la película y estas reflexiones escritas me hacen pensar que no he de tardar en volver a Navarra, y en concreto a ese itinerario que recorre Elizondo, Maya, Amaiur, Dantzarinea y Zugarramurdi, donde residen algunas de las esencias del 'viejo reyno'. Prometo hacerlo. Y, a ser posible, antes de que lleguen los sanfermines.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Literatura y cine, en el valle del Baztán