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En Eilean Donan se rodo la película Los Inmortales
Escocia, entre las piedras

Escocia, entre las piedras

La bruma y la leyenda envuelve los castillos de Eilean Donan, Urqhart, Inveraray Castle y Dunnottar

Íñigo Fernández

Sábado, 9 de enero 2016, 07:37

Los castillos son acumulaciones de piedras... y de historias. Siempre sugieren algo: una batalla, un suceso, una familia, un caudillo militar, un tiempo de conflictos. Los castillos escoceses pueden evocar las luchas de la edad media; o la defensa de la población local frente a las incursiones de los vikingos; o las guerras religiosas que en el siglo XVI pusieron fin a la monarquía y a la indepencia del país; o las posteriores revueltas jacobitas frente al dominio de los ingleses; o las acomodadas residencias de los aristócratas en el siglo XIX; o los avistamientos de dragones en el Lago Ness... Hay mil castillos en Escocia y cada uno de ellos encierra una historia.

El Castillo de Eilean Donan es uno de los más famosos, en parte porque allí se rodaron escenas de la película 'Los Inmortales'. Como tantos otros, fue concebido como una simple torre de defensa sobre un pequeño islote. Era así en el siglo XIII, pero luego se amplió con nuevas dependencias y con un puente para comunicarlo con tierra firme. Su última reforma, hace cien años, hizo de él un palacio escocés que hoy puede visitarse, con su salón de banquetes, sus escarpadas escaleras, sus habitaciones con ventanas pequeñas y chimeneas grandes... Tiene cuadros, tapices, armaduras y lanzas. Yo diría que es el más bonito de todos. Y además tiene un fantasma.

Nos lo dijo el guarda de la puerta: Aquí vive un fantasma. Es español. El origen de esta historia se remonta a 1719, cuando los católicos de las tierras altas se levantaron en armas contra los ingleses en apoyo de las pretensiones al trono de Jacobo Estuardo, decidido a restaurar la monarquía escocesa. Dos navíos españoles fueron enviados para apoyar la rebelión. Fondearon en la bahía y se instalaron en Eilean Donan, pero los ingleses reaccionaron rápido, enviaron barcos y tropas, hundieron los barcos españoles y derrotaron a sus tripulantes entre los muros del castillo. Por lo que dicen, el alma de uno de ellos quedó allí para siempre, enredado entre las piedras, las brumas y la leyenda, como aquel otro que inspiró a Oscar Wilde a escribir 'El fantasma de Canterville'.

Sobre las aguas del Lago Ness se alza Urqhart .O lo que queda de Urqhart. Porque este castillo, a diferencia de Eilean Donan, no está restaurado sino en ruina. Pero es una ruina muy hermosa, que parece haberse integrado en el paisaje mismo. En Urqhart también hay historias y leyendas. El Lago Ness cruza las Highlands escocesas de extremo a extremo, partiendo el país en dos. Al norte queda Inverness y al sur las poblaciones de Fort Williams y Fort Augustus, que los ingleses construyeron a la conclusión de las campañas militares de 1746 con el fin de alojar a sus guarniciones y evitar nuevos levantamientos independetistas. No hay mejor vista sobre el Lago Ness que la que ofrece el castillo de Urqhart. Si desde allí no se ve al monstruo del lago, no se ve desde ningún sitio.

Como Elean Donan, también Urquhart fue llevado al cine. Lo hizo Billy Willder en uno de sus largometrajes más conmovedores: 'La vida privada de Sherlock Holmes'. La mitad de la película se desarrolla en Londres, lógicamente, en torno a la residencia de Baker Street. El resto tiene como escenario el Lago Ness.

Las guerras civiles entre los unionistas protestantes y los independentistas católicos también inspiran la visita a la población de Inveraray, donde tuvo su origen el clan familiar liderado por Colin Campbell. Allí han residido todos sus descendientes: los condes de Argyll. Inveraray es una población de trazado militar, con casas blancas que recuerdan los viejos cuarteles del siglo XVIII, una prisión que puede visitarse, muelles y embarcaderos para al atraque de los barcos y un castillo junto a un bosque: Inveraray Castle . El edificio fue remozado en el siglo XIX sobre las ruinas del original, de acuerdo con los criterios del estilo historicista que también se utilizaron en Balmoral, lugar de veraneo de la Reina Victoria, o en Abbotsford, lugar de residencia de Sir Walter Scott. Inveraray Castle sigue funcionando como residencia privada de la familia, aunque es posible acceder al recinto.

Es curiosa la historia de este castillo, de esta familia y de esta localidad. La pequeña población original fue transformada en una guarnición inglesa en los tiempos de la última rebelión jacobita, probablemente porque el Rey Jorge vio la necesidad de proteger a uno de los escasísimos partidarios de los que disponía en las Highlands escocesas: el Earl of Argyll. Esto ocurrió en 1745, cuando Carlos Eduardo Estuardo, apodado 'Bonny Prince Charles', llegó procedente de Francia decidido a restaurar el trono católico de Escocia. Ningún otro descendiente de la Reina María Estuardo estuvo tan cerca de conseguirlo. Pero el 12 de abril de 1746, en un lugar próximo a Inverness llamado Culloden, sus últimos leales fueron derrotados por los ingleses. En muy pocos castillos escoceses se celebró aquella noticia, salvo en Inveraray.

'The Flower of Scotland', el himno nacional escocés, todavía recuerda aquellos episodios. Cuando lo entonan en el campo de Murrayfield en los partidos de la selección nacional de rugby, los escoceses elevan la voz al cantar aquello de proud Edwards army.... La rebelión de 1745 y la derrota de 1746 marcó terriblemente a las siguientes generaciones de escoceses.

Un dato más sobre Inveraray Castle: no aparece como tal en la película 'Rob Roy', pero sí lo hace el conde de Argyll. En la larga escena final del duel de espadas, Argyll apuesta en contra de Robert Roy Mc Gregor. Los Argyll fueron partidarios del Rey Jorge. Los Mc Gregor no.

Pero quizá el emplazamiento más espectacular de todos los castillos esoceses sea el de Dunnottar Castle situado en la costa este del país, a 25 kilómetros de Aberdeen, muy lejos de la Escocia de los clanes y los tartanes y muy cerca, en cambio, del campo de golf de Saint Andrews. Es imponente por su ubicación, en un promontorio sobre el mar, y por su tamaño, pues será una de las más grandes fortalezas escocesas.

También tiene una historia, como todos. En la época de las guerras civiles inglesas, el enfrentamiento entre el rey Carlos I y el Parlamento se saldó con la deposición de aquel, su ejecución y la proclamación de la República. Durante once años, entre 1649 y 1660, los ingleses carecieron de rey y estuvieron gobernados por Oliver Cromwell. Algunos partidarios de la monarquía absoluta se recluyeron en Escocia y llegaron a coronar a su hijo con el nombre de Carlos II. Cromwell invadió el país, decidido a acabar con todo aquello y también con la corona, el cetro y la espada utilizada en las coronaciones de los reyes escoceses desde los tiempos de María Estuardo. No lo consiguió porque los 'Honores de Escocia' fueron escondidos en un castillo: Dunnottar Castle. Pasado el peligro, los símbolos del poder real fueron trasladados a una abadía y enterrados allí, y más tarde llevados de nuevo a Edimburgo y escondidos de nuevo. Mucho tiempo después, Sir Walter Scott y otros entusiastas de la recuperación histórica obtuvieron el permiso real para rescatar del olvido los 'Honores de Escocia', que hoy se exhiben en el Castillo de Edimburgo como uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad.

El Castillo de Edimburgo también tiene sus propias historias y leyendas: la reclusión de la reina María Estuardo -última monarca que gobernó una Escocia independiente­-, el nacimiento de su hijo Jacobo, el asesinato de Sir Patrick Kircaldy of Grange, los 'Honores de Escocia', la Piedra de Scone... pero no está en la ruta de los castillos rurales. De todos modos ¿Hay algo en Escocia que no esté envuelto entre brumas, leyendas, misterios e historias?

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