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Podría decirse que el Belén instalado en La Taberna del Puerto, en Marina del Cantábrico, tiene dos ambientes: en su extremo tradicional, un ángel con las alas desplegadas corona el portal en el que halla cobijo la Sagrada Familia, sin que falten el buey y ... la mula. Frente a ellos, una muchedumbre de pastorcillos de tamaños diversos, se ve que supervivientes de años anteriores. Por ahí andan también los Reyes Magos en sus camellos en un escenario con molinos que giran sus aspas, una cascada con agua, un panadero y un tonelero dotados de movimiento y, allá en lo alto, el castillo de Herodes. Llama la atención que, sobre esta escena clásica sobrevuele un helicóptero de la Guardia Civil, pero es que en el Nacimiento que ha montado Manolo Quevedo, al frente del establecimiento, hay más agentes de la Benemérita que romanos.
«Sí, sí, eso siempre lo tengo: la Guardia Civil son buenos clientes y buenos amigos y los pongo siempre. Lo mismo ellos que la Policía Local de Camargo, en dos ocasiones que he tenido algún problema, en cinco minutos estaban aquí. 'Oye, que soy Manolo, de La Taberna del Puerto', y ¡pumba!, automáticamente aparecen».
En la parte menos ortodoxa de su Nacimiento les ha instalado incluso un cuartelillo. Dentro, con semblante serio, está Begoña Gómez, la mujer del presidente. Pedro Sánchez también forma parte del montaje: aparece arrastrado por una riada junto a sus compañeros de Gobierno (los ministros Puente, Grande-Marlaska, Ribera, Robles...), y el presidente valenciano, Carlos Mazón. «Todos los años monto en un lado lo que es el Belén de siempre, y en el otro coloco alguna historia de lo que ha pasado durante el año en el país: ya hice el volcán, lo de los presos del procés... y este año surgió lo de la dana».
Habrá que considerar otro guiño a la actualidad el hecho de que Íñigo Errejón esté colgado de un pino. «Pues era un señor que hablaba mucho, que defendía mucho a las mujeres y todo ese rollo y ahora resulta que es él el que tiene un problema bastante chungo con eso y ha acabado ahí», explica, y añade que no cree que tener a su monigote ahorcado le traiga complicaciones. «Hay una ley aprobada que dice que se puede quemar la bandera de España, se pueden quemar las fotos del Rey y veinte mil historias. A ver si yo voy a tener lío por poner cuatro fotos de una revista sacadas de internet, ¿no?». En cualquier caso, destaca la importancia del trabajo de su mujer, Sonia. «Me ayuda mucho: yo hago el plan y ella es la que comete el delito».
Quevedo admite que su Belén es un tanto peculiar, y que, al verlo, no todos reaccionan de la misma manera. «Hay gente que viene y me dice que qué maravilla, y me dan la mano; otros, lo miran, se dan media vuelta y se van. Pero bueno, ese tipo de gente tampoco me interesa mucho y siempre tiene dos opciones: venir o no venir».
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