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Son las 11.30 horas y suena la bocina. 'Pi, pi, pi'. Así hasta en seis ocasiones, imitando un ritmo popularmente conocido. Es como el bibliobús avisa de que ha llegado a Villayuso de Cieza. Una melodía que ya forma parte de la rutina de este servicio, que recorre las localidades de Cantabria donde no hay biblioteca pública para fomentar la lectura y la accesibilidad cultural entre personas de todas las edades. En total se recorren dieciséis rutas de forma mensual –cada 28 días– haciendo parada en 46 pueblos cántabros. Hoy toca la ruta número ocho, que abarca los municipios de Cieza y Arenas de Iguña.
Nada más aparcar en la plaza 'Las Conchas', junto al consultorio médico, Elisabeth Salgado y Sara Peredo, las responsables del bibliobús, se desabrochan el cinturón y se ponen manos a la obra. Como si fuese una biblioteca al uso, lo primero que hacen es abrir las puertas del furgón y sacar el toldo de la entrada. Así de fácil. Listas para recibir a los lectores de la capital de Cieza. Sin demorar ni un minuto, Mari Collantes, de 76 años, llega a la plaza montada en su bicicleta. Colgada al hombro lleva una bolsa de tela, llena de libros para devolver. Trae los que ella reservó el mes pasado y los de su amiga Rosa, que esta vez no pudo acudir. «Solo estamos alrededor de media hora en cada pueblo, así que los vecinos saben perfectamente cómo organizarse para poder hacer uso el servicio. Si uno no puede, le pide el favor al otro», cuenta Elisabeth Salgado.
Tanto ella como su compañera Sara ya conocen a todos los usuarios del bibliobús. Les llaman por su nombre y se saben sus gustos literarios de memoria. A Mari lo que más le gusta es leer sobre viajes. Las bibliotecarias se interesan por saber qué le ha parecido el último libro, comparten opiniones y después se pasan un buen rato escogiendo su próxima lectura. Tras darle varias vueltas, decide coger prestado el libro 'El hombre-pez de Liérganes', del autor cántabro Marín Sánchez. Para esta vecina la iniciativa del bibliobús es todo un acierto. «Hace muchos años, cuando mis hijos eran pequeños, también existía, pero después lo quitaron. Estoy encantada con que haya vuelto porque me gusta mucho leer, sobre todo por las noches. Mi familia me decía que por qué no bajaba a la biblioteca de Corrales, pero al final me daba pereza y me arreglaba leyendo lo que pillaba por casa. Ahora tengo una gran variedad donde escoger, así que fenomenal», celebra.
Poco después de Mari, llega otra vecina, Carmen Lasarte, con su bata delantal, en zapatillas y con un libro entre las manos. Ya se sienten como en casa. «Echaba de menos este servicio porque me encanta leer por las tardes antes de salir a andar y la variedad que tiene el bibliobús me viene muy bien, van renovando», dice Carmen. Y es que el bibliobús hace reposición de ejemplares todos los viernes en la Biblioteca Central de Cantabria para poder ofrecer a sus usuarios las últimas novedades literarias. A sus 70 años, lo que más le gusta leer a Carmen son novelas, al igual que al resto de lectores. Eso explica que los títulos más prestados sean los del escritor Javier Castillo. En concreto 'La chica de nieve', que se ha prestado diez veces, y 'El juego del alma', que acumula nueve préstamos. Después de un rato sumergida entre las estanterías, Carmen se lleva dos libros –el servicio permite hasta tres por persona– y una revista de manualidades. «Soy una aficionada y que ofrezcan revistas de este tipo me parece una idea estupenda». Pero no acaba ahí. Además de libros y revistas, el bibliobús también presta DVD. «Aunque parezca mentira la gente se lleva muchos», reconoce Sara Peredo.
No hay dos sin tres. Antes de que el bibliobús ponga rumbo a su siguiente parada, el CEIP Villasuso, llega Mar Sánchez cargada de libros. En casa son tres. Ella, su pareja y su hijo. Son de Madrid y apenas llevan un año viviendo en Villayuso de Cieza. «Veníamos de tener todos los servicios a pie de calle.Esto es un pueblo que no tiene nada pero al final te lo traen todo. En este caso, la facilidad de que te lo lleven a casa invita a la lectura». Y añade. «Nos viene muy bien. Nosotros somos jóvenes –tiene 41 años– y nos podemos desplazar, pero tener el servicio al lado de casa y poder encargar libros para que te traigan es una maravilla». Mar devolvió cuatro libros y se llevo cinco, tres para ella y su pareja y dos para su pequeño. En este sentido, los niños son con diferencia los mayores usuarios del bibliobús. En total hay 1.036 inscripciones infantiles frente a las 239 de adultos. La diferencia es abismal. Esto se traduce en mayor número de préstamos de libros infantiles (3.545) que de adultos (2.243).
El servicio acaba de cumplir su primer año y la aceptación «no podría ser mejor». Hasta ahora, 13.001 visitantes que no paran de subir. Larga vida al bibliobús.
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