A cantar las Marzas vienen los marceros

–¿Quién llama?

–Los marzantes de 'esti' pueblo. ¿Cantamos, rezamos o qué hacemos?

Así puede empezar la cosa. O de otro modo. Porque la tradición perdura –y crece–, pero en cada rincón de Cantabria tiene lo suyo. Su detalle. Su costumbre. Su historia. Este mismo jueves ya andarán con ello. En Vioño, en Piélagos, tienen una cita desde las siete. Una de muchas, porque los próximos días son días de para poner la voz a punto. Santander, Torrelavega, Reinosa, Polanco, Soba, Santa Cruz de Bezana... «De casa salimos con mucha prudencia, a cantar las Marzas si nos dan licencia. A cantar las Marzas vienen los marceros, como las cantaban sus padres y abuelos. A cantar la Marzas vienen los del pueblo». Cosas nuestras.

«Llevamos 43 años, pero uno mantiene la inquietud, las ganas, la ilusión... Salir significa que se prosigue con una tradición que se perdió durante la Guerra y representa que se mantiene la cultura cántabra, que somos un pueblo que respeta sus cosas y que nos queremos». Lo dice Julio Merino, presidente del Coro Ronda Altamira. Lo dice él, pero podrían comentar lo mismo los marceros campurrianos de toda la vida o los de la Ronda que recorre la capital del Besaya. Todos han escuchado las historias. Las que hablan de un origen romano de la tradición, con cantos al primer mes dedicado a un dios de la agricultura. O la definición que se recogía en un diccionario de principios del siglo pasado. 'Coplas que los mozos de Santander (en el sentido antiguo de la provincia de Santander) van cantando de noche por las casas de las aldeas en la alabanza de la primavera, de los dueños de la casa... Historias. Como las de mozos que buscaban pareja casadera. Como las que contaron en sus escritos autores como José María de Pereda, Amós de Escalante y una larga lista de escritores de la comarca de Campoo. Con tradiciones como el pedir permiso a la autoridad, la luz del farol o el obsequio (mantequilla, morcilla...).

De todo hay y habrá este año. La programaciones –algunas– están en la ficha que acompaña este texto. Pero hay detalles. Los de Merino, el Coro Ronda Altamira, cantarán las de la capital (también estarán estos días en Santa Cruz de Bezana, en Villanueva o en Ajo). En Santander se nombrará marcero mayor al rabelista Miguel Cadavieco y lo que recauden en sus paradas irá para Cáritas Parroquial (Iglesia de la Bien Aparecida).

En Torrelavega recordaron que las Marzas fueron declaradas Bien de Interés Cultural Inmaterial hace una década. Allí el marcero mayor será Agustín García, uno de esos tipos empeñados en perpetuar los sonidos y las tradiciones. Aprovecharán, además, para entregar la Mención de Honor a la Sociedad Corral de Torrelavega con motivo de su centenario.

En Reinosa andan de estreno. Han presentado una web dedicada íntegramente a las Marzas (lasmarzasreinosa.com). Allí es cosa muy seria. El cartel de la cita de esta edición es, un año más, una delicia. Y allí andarán las rondas Midiaju, Las Fuentes, Pico Cordel, Los Peques, Jilguerucos, Campurrianucos o Cierzu, junto con los rabelistas campurrianos.

Hay más detalles. Se cantan en Polanco, la cuna de Pereda. En Soba, a los marceros se les conoce por Ramasqueros. Es por el ramo adornado que lleva el Galán o Rabadán, que va de blanco y es el encargado de realizar los bailes. Antiguamente, cuentan, «servía para colgar los alimentos recaudados». Y más cosas.

La gracia, en todo caso, es saber cómo se vive por dentro. «Para nosotros, más allá de los concierto, hay dos fechas muy señaladas: la de San Juan y la de la Ronda de Marzas», explica Julio Merino. Habla de «ensayos profundos» al tratarse de letras y musicalidades que se repasan de año en año. Y tiene su propia teoría. Porque en lo referente a las musicalidades, «en general son bastante monótonas». «Son coplas recogidas del pueblo y los conocimientos que tenían, como ya decía Pereda, eran los que eran». Ahí, explica, está precisamente su valor. «Porque recuerdan lo que realmente sentían las gentes, como en los villancicos. Lo que sentía el pueblo».

El presidente del Coro Ronda Altamira habla también de la «parafernalia». «Porque no vale ir vestido de cualquier manera». No faltarán cachiporras y faroles. Tampoco chalecos y blusonas. «Pero habrá que estar muy pendientes de que ninguno pase frío». Recuerda, como anécdota, que más de un año se han tenido que meter bajo la ropa periódicos o plásticos para no coger una pulmonía. «Porque además –bromea– somos personas de juventud acumulada».

Ellos ya tienen cierta edad, sí. Pero Merino insiste en que en el texto aparezca el papel que, cada día más, juegan alumnos y profesores en los colegios. O que este año tienen más fechas que nunca para las Marzas. Eso es buena cosa. «Vamos sembrando, haciendo camino al andar».