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J. Javier Gómez Arroyo
Santander
Lunes, 26 de agosto 2019, 16:12
Podemos determinar a los pasiegos como un grupo humano localizado en la zona sur-este de la comunidad de Cantabria y que comprende las villas de San Pedro del Romeral, San Roque de Riomiera y Vega de Pas como núcleos definitorios del término, aunque ... su influencia y particular método de trabajo y trato del ganado se extiende a los municipios adyacentes. Se han caracterizado por ser un pueblo trashumante dentro de sus propios límites geográficos y zonas de expansión cercana, principalmente dedicado a la ganadería vacuna y con un modo de vida austero y sacrificado en la labor que aún hoy en día puede ser considerado más propio de la época medieval.
Sobre su historia milenaria se ha escrito abundantemente, de ellos se ha hablado en obras literarias, se han compuesto letras de canciones populares o incluso zarzuelas, pero ante todo han sido reflejados en el mundo de la imagen artística, siendo representados en obras pictóricas, dibujos, enseñas comerciales y, por supuesto, han ocupado un lugar muy destacado dentro del mundo del grabado, especialidad artística que utiliza variadas técnicas de impresión con el común denominador de dibujar una imagen sobre una superficie rígida, a la que llamamos matriz, dejando una huella en la que después alojaremos tinta y que será transferida por presión a otra superficie de tela o papel, lo que nos procura obtener varias copias de un mismo modelo. Esta matriz puede ser de madera, metal, linóleo o piedra y donde la grabación del dibujo se realiza con instrumentos punzantes, como puede ser una punta, un buril o un cincel, entre otros, aunque también puede realizarse con herramientas cortantes e incluso por procedimientos químicos o fotomecánicos; y así el fin último será la estampa.
La extraordinaria utilidad que reporta el estudio de las estampas, bien para la historia, la cultura, la comprensión del carácter humano o del propio arte en sí, me condujeron a la acumulación de las muestras representativas de los pasiegos que ahora se muestran en la Biblioteca Central; y como el coleccionismo depende de los gustos de cada persona, ahí que inicié esta recopilación de grabados específicos sobre este particular linaje hace ya varios años, precisamente por el interés que me procura su particular historia, en definitiva la de mi gente e identidad.
Siendo consciente de que la recopilación de arte gráfico, en sus distintas modalidades de grabado en relieve, xilografía, litografía, serigrafía, etcétera, afortunadamente va siendo cada vez más común en España, este muestrario de grabados tiene el propósito de involucrar en igual forma a quienes admiren esa atrayente y misteriosa cultura de los pasiegos. La recopilación no ha sido tarea fácil, especialmente por tratarse de obras originales de época y en algunos casos con muy escasa tirada de ejemplares, además del espinoso trabajo que supone recorrer subastas, rastrear colecciones particulares y mercados de antigüedades o ver cómo el bolsillo no alcanza a conseguir alguno de los preciados bienes que aún faltan. Pero merece la pena y reconforta poder mostrar este pequeño patrimonio, que hoy es de todos ustedes también, grabados que son obras de arte cargadas de tiempo y ternura, de inspiración y belleza para cuantos quieran disfrutar de ellas.
Prácticamente la totalidad de las obras que se muestran en esta Biblioteca están firmadas por sus autores, que en mayor número pertenecen a la escuela española, aunque también los hay franceses, italianos y alguno alemán, representaciones singulares de acontecimientos de la vida de los pasiegos con las características propias de cada artista que los genera. La historia nos demuestra constantemente que la cultura pasiega ha sido y es fuente de interés etnográfico, no sólo por este particular modo de vida y laboriosa explotación de la tierra sino también por la importancia que en la economía española han tenido, especialmente en el ámbito ganadero con la incorporación de razas vacunas más provechosas y su especialización en la recría, modelo productivo que cambió por completo la hacienda lechera de nuestro país entre los siglos XIX y XX. Ese mismo interés abarca también el entorno social, contando igualmente con artistas gráficos que retrataron a los valientes y afamados contrabandistas pasiegos, singulares traficantes que con sus palancos atravesaban las escarpadas montañas con sorprendente destreza, sin dejar de mencionar tampoco las incontables representaciones de las prestigiosas mujeres pasiegas que ejercieron la venta ambulante o prestaron su lactancia como nodrizas de nobles familias y de la Casa Real española, llamando la atención su particular y rica vestimenta.
Es precisamente a partir de la segunda mitad del siglo XVI cuando la producción de libros que versan sobre trajes adquiere más relevancia y, concretamente para España, los que hacen referencia a la cornisa cantábrica, especialmente Vizcaya, Santander y parte oriental de Asturias y también cuando los grandes genios de la Italia del Renacimiento hacen surgir talleres de grabadores que alcanzaron gran popularidad como modelos de ilustración para estudios cartográficos, topográficos o de retratos. Con el transcurrir de los siglos los grabados servirán para ilustrar revistas o periódicos, libros de viajes y aventuras, de estudio y divulgación y un largo etcétera hasta la incorporación de la fotografía a mediados del siglo XIX.
En los siglos XVIII y XIX es cuando la literatura, la música, la pintura y demás artes absorben la idiosincrasia del enigmático y mágico mundo de los Montes de Pas. Los pasiegos serán inmortalizados por grandes genios de la pintura como Lorenzo Baldissera Tiépolo, Francisco de Goya o Agustín Riancho, perpetuados en la escultura de Fernando Salzillo, eternizados en la zarzuela de Manuel Fernández Caballero y Luis Eguilaz, autores de la música y letra respectivamente de la conocida obra 'El salto del pasiego' o novelados por grandes escritores como Enrique Gil y Carrasco, Emilia Pardo Bazán, Mesonero Romanos o Benito Pérez Galdós. La pasieguería, si se me permite la expresión, inundará comercios, bares, hoteles y demás negocios, desde los de cigarrillos y licores hasta los de chocolate y pimentón (cigarros habanos 'El pasiego' en la isla de Cuba, 'Anís el pasiego' en Jerez de la Frontera, 'Bar La Pasiega' en Cádiz, 'Pimentón El Pasiego' en Murcia, etc)
Asociados irremediablemente a sus cuévanos, en los que a las espaldas transportan los enseres y a sus hijos, los pasiegos son dados a conocer al mundo «... el pasiego sin el cuévano es como un candil sin mecha, como una fuente si agua o una cabaña sin puerta» que reza el dicho popular, o ligados también a la destreza en el uso del palo y que fascinará a escritores costumbristas, historiadores y novelistas: «No usan ninguna clase de arma. Su única defensa es un palo de siete a ocho pies de alto y bastante grueso. Con él saltan y brincan, le blanden como una lanza y, suspendiéndose en el mismo, andan sin más aparato de locomoción, vadean los ríos, atraviesan los arroyos y ribazos; burlan con sorprendente facilidad la acción de los carabineros, saltando breñas y matorrales, y suben a lo alto de las montañas cual corza trepadora; llevan en un zurrón a la espalda de setenta a ochenta libras de tabaco». (Gregorio Lasaga Larreta. 'Los Pasiegos', 1896)
Sin duda alguna Lasaga Larreta se estaba refiriendo a estos afamados contrabandistas en una época, durante los reinados de Fernando VII y el posterior de su hija Isabel II, periodos ambos de grandes trifulcas políticas, donde a los pasiegos no les quedó otra que lo de siempre: sobrevivir. A la difícil situación en que se encontraron con las sucesivas guerras, no les quedará más remedio que buscar apoyo a su precaria economía con la dedicación a su ganado, a la venta de quesos y mantecas, a criar hijos ajenos y al arriesgado e ilícito oficio del contrabando.
Los grabados que se pueden contemplar en la Biblioteca Central son una muestra de esas representaciones históricas del mundo pasiego que abarcan los siglos XVI al XXI, incluyendo una xilografía del año 1598 de Cesare Vecellio que, aun no siendo específicamente pasiega, creemos importante exponer por ser una de las primeras representaciones gráficas, junto con los Vagabundos errantes de Lucas van Leyden de 1520, de una mujer con un cuévano niñero a la espalda, medio de transporte también de mercancías que los pasiegos de las tres villas adoptaron como propio y que ha servido para identificar en numerosos grabados, dibujos y obras pictóricas a estos admirados moradores de los Montes de Pas, sin dejar de apuntar que el prestigioso historiador Adriano García-Lomas recogió una copia del año 1840 hecha en París de este grabado de Vecellio en su magna obra Los Pasiegos. Aquí hoy podemos disfrutar de uno de los escasos originales del año 1598 que quedan en el mundo y que su mera contemplación hubiera hecho las delicias de tan insigne estudioso del mundo pasiego.
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