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Ep. 6 · T6

Una melodía de guerra

Con tan solo 17 años, Sonya tuvo que abandonar su amado piano de cola para huir de la invasión rusa de Ucrania. Ya en España se ha convertido en la pianista del Museo del Prado

Transcripción

FUERA DEL RADAR | UNA MELODÍA DE GUERRA

SONIDO PIANO MUSEO PRADO

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Los turistas revolotean alrededor de los amantes del arte entre los pasillos del museo del Prado… Es una jornada normal. Un día cualquiera en un museo… salvo por un detalle, un algo imprevisto, diferente, hasta inadecuado…

SONIDO PIANO VA AUMENTANDO

JAES: Pero de la misma forma que los ratones de Hamelin, los turistas, los amantes del arte y los curiosos se ven atraídos, como por arte de magia, hacia una de las salas… Siguen un murmullo, un dulce rumor que se oye a lo lejos…

SONIDO PIANO SE VA DEFINIENDO

JAES: Nosotros, también nosotros, como el resto, nos descubrimos atraídos ciegamente hacía los cantos de sirena que llegan de esa sala. Definitivamente hoy ocurre algo fuera de la norma, extraño. Nos quedamos mudos, hipnotizados, al descubrir, allá, al fondo de la sala, a una pianista de largos cabellos pelirrojos situada en el centro de un enorme espacio expositivo… sus notas capturan cada mirada, toda la atención.

SONYA ZHOLOBOVA: Me dicen: «Sabes, me emocionó mucho». Que han sentido algo. Estas son las palabras más bonitas para mí.

JAES: Junto a ella hay un cartel que cuenta su historia, y conforme aprendemos más sobre ella, nos acordamos más y más de Carta a una desconocida, o de De latir mi corazón se ha parado, hasta de Holly Hunter en una playa de Nueva Zelanda, o sin duda, claro, de Polanski y 'El pianista'... Sonya, así se llama ella, como Adrien Brody, el protagonista del film, como Ada, como Isabelle Huppert, a su manera, como Louis Jourdan, como Roman Duris, todos aman el piano…

SZ: Yo no puedo vivir sin música, cada día estoy escuchando música. Una gran parte del día.

JAES: Y de la misma manera que todos esos pianistas, como Wlady Spilman en el gueto, a Sonya le ha tocado vivir algo por lo que nadie tendría que pasar nunca…

SZ: Yo pensaba que me iba a volver loca. Porque cuando yo salí de Ucrania estaba con una salud mental fatal por la guerra.

JAES: Sonya tuvo que escapar de la guerra, de la invasión rusa, con tan solo 17 años. Ahora tiene 20 y vive en España… Puedes leer en sus ojos azules que está llena de vida, deseando comerse el mundo…

SZ: Me gusta salir y conocer gente nueva y también soy muy espontánea. Si quiero, me voy a cualquier ciudad hoy o si quiero me voy a las tres de la noche a caminar tres horas por Madrid.

JAES: Ella se ve a sí misma como una chica normal…

SZ: Soy una chica típica eslava. Me gustan flores. Gracias.

JAES: Es risueña y despierta, pero de típica no tiene nada…

SZ: Toda la gente que viene en tu vida siempre son para darte una lección. Son tu espejo. Y claro que para una niña va a faltar disciplina. La disciplina llega con el tiempo, con experiencia. El sentido de la vida. Yo pienso muchísimo. Desde que me recuerdo soy así. Ok, la música si puede vivir sin mí, pero yo no puedo vivir sin música.

JAES: La experiencia de Sonia… sus recuerdos de Ucrania, pero también ese amor por el piano, —todas esas horas de esfuerzo y estudio frente a su instrumento— esa búsqueda de la perfección, la han hecho mirarse por dentro, removerse… Han hecho que vea el mundo de una forma diferente

SZ: A veces siento que tengo tanto amor a gente que no sé, como que no hay límites.

JAES: Nota a nota, esta historia cuenta su lucha por recuperar la normalidad… por sanar sus heridas, por armonizar de nuevo con el mundo.

SZ: Yo creo que por eso mi mente no era tan fuerte. Yo he acabado con una depresión que no podía despertarme de la cama, no podía ni limpiar el piso y todo el rato durmiendo, durmiendo.

CABECERA. FUERA DEL RADAR | EN ESTE EPISODIO: UNA MELODÍA DE GUERRA

JAES: En esta vida… hay quien nace con estrella, elegido, iluminado, quien parece que está protegido frente a cualquier adversidad…

SZ: Yo creo que tengo un ángel que me está como, no sé, me está atrayendo gente buena, muy buena.

JAES: Ese ángel tuvo a bien hacer que Sonya cruzara su camino con un representante… y este le encontró trabajo poniendo voz a los rostros mudos que miran desde los lienzos de un museo.

SZ: Ahora trabajo en el Prado. No sé, estoy muy contenta. Yo de verdad tengo una vida y tengo mucha suerte. Mucha suerte de estar aquí.

JAES: Antes y después de ese momento afortunado hay mucho más. Sigue contando la historia Luigi Gómez

LUIGI GÓMEZ: Las pinturas negras de Goya, la sala grande de Velazquez, el Renacimiento italiano… Cada mes una sala distinta.

SZ: Y lo más, lo más gracioso, es que mi primer día de trabajo era mi cumpleaños. 9 de abril. Ahora todos sabéis cuando tengo el cumpleaños y me podéis traer flores a casa. Gracias. Un día muy lindo. Yo creo que fue el mejor cumpleaños de mi vida.

LG: Una fecha para recordar…

SZ: Estaba tocando y había mucha gente. Siete Muchas emociones y todo era increíble. Una experiencia increíble.

LG: Ese día fue el primero de muchos… un contenedor de recuerdos, de encuentros, sorpresas, sensaciones…

SZ: Me dicen: «Sabes, me emocionó mucho». Que han sentido algo. Estas son las palabras más bonitas para mí.

LG: Su sala favorita, el Renacimiento Italiano, al norte del edificio, le da una paz especial… se siente acompañada por los ojos atentos de los cuadros de Rafael

SZ: Yo creo que para mí es lo más. Esta sala es la más importante porque era mi primera sala. Pero también es preciosa. Es muy grande. Es preciosísima esta sala.

LG: Sonya todavía casi no puede creerse la suerte que tiene…

SZ: Cuando yo digo que soy la pianista del Prado todos es como: «¡Oh, oh!».

LG: Especialmente cuando comienzas a saber más sobre su historia…

SZ: Mi madre es música, mi madre es pianista, es profesora de piano. También mi hermana pequeña es violinista. Estoy muy contenta de que mi madre me eligiera este camino.

LG: Un camino que ha vivido siempre en presente… sin empeñarse demasiado a rememorarlo…

SZ: Yo no puedo decir mucho porque no recuerdo tanto. Yo tengo memoria de Dory.

LG: El temperamento ucraniano es conocido por su disciplina, por su rigidez aunque una niña siempre será una niña… venga de donde venga…

SZ: Tampoco voy a decirte que practicaba tanto cuando era niña. Cuando mi madre estaba en casa sí estaba practicando pero cuando mi madre sale por la puerta, me voy con YouTube...

LG: Aún así… esa forma de ser, de vivir, por supuesto, la modeló como persona…

SZ: Ahora no se ve pero yo era una persona muy cerrada muy insegura, porque todo el rato estaba escuchando en mi país que: «Eres demasiado», todo el rato. Es que soy demasiado.

LG: Pero su espíritu salvaje, libre, siempre ha terminado por salir a flote…

SZ: Yo soy una persona muy abierta y muy, no sé, yo no pienso mucho en que va a pensar la gente de mí. Para mí es la última cosa, pero para ellos… Me gusta ponerme, no sé, unos pendientes raros o algo, es como: «¿Oh, Sonya que van a pensar?» «Oh Sonya no grites tanto, ¿qué va a pensar la gente». «No rías tanto que va a haber. Da igual que va a pensar la gente.

LG: Ese espíritu indomable es el que la ha convertido en una pianista prometedora… Y todo pianista que se precie necesita su piano…

SZ: Cada vez la situación en Ucrania está peor. Peor, peor. Entonces yo sé que mi madre y mi padre han trabajado mucho, mucho, mucho para comprarme este plano.

LG: Un esfuerzo que mereció la pena…

SZ: Yo recuerdo ese día. Yo recuerdo qué ropa tenía. Yo recuerdo toda la emoción. Fue una emoción muy grande cuando vi este piano en mi casa. Oh, ¿Cómo puede ser que sea mío? Mira, es un piano de cola. Es mío, no puede ser.

LG: Un piano de cola, pero no uno cualquiera

SZ: Era tan bonito. Es tan brillante. Echo de menos a mi piano. De verdad.

LG: Un compañero, un amigo, del que se ha tenido que despedir no hace tanto…

SZ: Yo quiero mucho, mucho que esté aquí. Pero no es posible moverlo ahora. Lo he intentado 100.000 veces, pero es imposible.

LG: La guerra en Ucrania hizo que miles de Ucranianos tuvieran que huir de su país… dejando atrás lo que más querían. A merced de las bombas y el fuego.

SZ: Ahora es una idea mía que al final un día espero que vaya a estar este piano en mi casa. Por favor. Quiero eso. Quiero eso. Voy a ser la persona más contenta de este mundo.

SONIDOS DE GUERRA/INFORMATIVOS

LG: La guerra llega de golpe, casi sin avisar

SZ: Y es muy, muy espontáneo. En unas semanas empieza la guerra. Y yo entendí que no podía seguir en Ucrania más. No puedo por mi salud mental. Tengo que salir porque si no, voy a acabar mal.

LG: Y cuando llega es demasiado tarde, lo que has visto, lo que has vivido se te graba en la retina…

SZ: Yo tengo muchos recuerdos y memorias que ya son suficientes para tener otra depresión. Entonces yo prefiero no ver las noticias, no hablar de eso. Si alguien de mis amigos está mal, claro que siempre escucho de todo e intento ayudar con todo lo que puedo, pero yo intento no pensar en eso.

LG: Y por si fuera poco que una guerra te escupa de tu país, luego llega la culpa.

SZ: Soy muy egoísta. No, no quiero, porque ya me ha hecho mucho daño. Y sabes que me voy a volver loca. Porque cuando yo he salido de Ucrania yo estaba con una salud mental fatal por la guerra y yo estoy intentando tener este tema lo más lejano posible.

LG: La guerra te endurece… te cambia.

SZ: Sí, la gente de Ucrania ahora son muy violentos, agresivos. Y es difícil hablar con ellos. Yo también me he cambiado mucho, la Sonya de Ucrania no es la misma que la Sonya de España.

LG: Te separa incluso de los tuyos…

SZ: No tengo muchos amigos ucranianos, porque ellos mezclan mucho la política y el arte. Sí, hay mucha gente atontada en Rusia. Es que son idiotas. Son idiotas. Ellos están siempre con la televisión y no pueden pensar, claro, pero mis amigos son muy como: «Matar a todos los rusos». O: «Nunca hablar ruso» o «Chaikovski no escucharle» hasta puntos muy radicales

LG: Ya lo habíamos mencionado: Sonya no es como todos los demás. No quiere serlo… Esa compasión, esa empatía en ocasiones le ha salido muy caro.

SZ: Si hablamos de algo tan importante como eso, como la situación en Ucrania, que para mí es algo muy importante y no me entienden, es mucho mejor que sea persona para otra persona.

LG: Sonya es diferente, madura, especial… ha vivido cosas que el resto apenas podemos ni imaginar… pero no deja de ser una chica de 20 años… con experiencias que te marcan con esa edad…

SZ: Estaba yo en una relación seria por dos años y se acabó muy espontáneamente y fue difícil.

LG: En Ucrania vivía con su familia, más tarde compartió piso con amigos, después con su novio y ahora se enfrenta a ser completamente independiente por primera vez.

SZ: Y yo antes tenía mucho miedo de estar sola, porque mi intuición me decía: «tú no estás acostumbrada a estar sola, y vas a estar mal sola porque no sabes quién eres, no sabes qué quieres, no sabes qué te gusta».

LG: Sabe que no es fácil… pero que tiene que aprender a vivir sola, a ser quién es ella, sola. Algo que se vuelve especialmente difícil cuando la vida te da tus primeros reveses…

SZ: No podía ni limpiar el piso y todo el rato durmiendo, durmiendo.

LG: Reveses tan duros que te impiden hacer lo que más te gusta…

SZ: Creo que toda la vida más o menos practico desde cuatro hasta seis horas. Pero también tenía momentos, periodos en mi vida donde no podía practicar. No sé, por depresión, por ejemplo. No quería, pero tampoco podía practicar.

JAES: El piano profesional demanda muchísimo, muchísimo tiempo… 7, 8, 9, 10 horas al día…

SZ: Estoy intentando más o menos y poco a poco salir de eso. Pero no a golpes, no empujarme. Entonces ahora también estoy con tres, cuatro horas como máximo.

JAES: El tiempo va pasando… ves al piano ahí, quieto, y regresa esa maldita culpa…

SZ: Tenía mucha ansiedad de cómo iba a seguir con mi profesión si no practico, porque no hace mucho tiempo que ha pasado eso. Y también pensaba en otros pianistas de mi edad que están practicando mucho. Comparándome mucho con otra gente.

JAES: Sonya, detecta mejoras… se está curando poco a poco

SZ: Un mes, dos meses antes, yo no podía practicar una hora al día, no podía despertarme de la cama.

JAES: Enseguida volvemos

PAUSA

JAES: Tras la invasión rusa de su país, Ucrania, en febrero de 2022, Sonya abandonó su Kiev natal junto a sus padres y sus dos hermanas pequeñas. Tenía entonces 17 años…

SONYA ZHOLOBOVA: Tenía que ir a otro país, estudiar un nuevo idioma, otra mentalidad… No sé bien nada de aquí, no tenía aquí a nadie.

JAES: Pero sus caminos se separaron en la frontera… Su familia se fue Suiza y ella decidió venir a España

SZ: Porque mi hermana es patinadora y tiene un profesor muy famoso, era campeón del mundo. Y él ha invitado a ella a estudiar gratis en Suiza. Como puede ser mejor que con un profesor tan increíble. Entonces ellos han ido ahí y yo aquí porque mi profesor está aquí.

JAES: Ya en España, una ruptura especialmente dolorosa sumada al horror de la guerra lo cambió absolutamente todo. Tocaba replantear el plan que su madre había diseñado para ella.

SZ: Aceptar que tienes problemas y no puedes ahora mismo ser como otros pianistas que practican diez horas al día. Tienes que poder, tienes que hacerlo, pero tú no puedes.

JAES: Llegó a este país por su cuenta… pero nunca ha estado sola. Sigue contando la historia Luigi Gómez

LUIGI GÓMEZ: Sonya siempre ha tenido de su lado a su profesor de piano. Le contactó cuando aún vivía en Ucrania.

SZ: «¿Tú y yo podemos hacer algo para que me voy a España para estudiar contigo? Porque no puedo más en Ucrania». Y él dice: «Vale, ven, vamos a ver qué tal va». Yo tenía mucha confianza en él y me fui a España. Y él no me ha mentido. Ahora estoy estudiando en el centro superior Catalina. Y muchas gracias a ellos que me han dado una beca.

LG: ¿Os acordáis de aquellos ángeles que acompañan a Sonya… que la protegen?

SZ: Él ha ido a esta escuela para ser mi profesor. Entonces es una persona increíble. Todo lo que me pasa… al final alguien me está protegiendo y siempre viene gente para ayudarme con todo lo que yo necesito.

LG: Había conseguido escapar de la guerra. Estaba a salvo… Frente a ella un nuevo comienzo… y ya se sabe los inicios nunca son fáciles…

SZ: Tenía unos choques culturales muy grandes, en Ucrania somos más fríos cuando nos decimos hola. Es como: «Por favor no quiero que me toque nadie» No hay espacio personal jajaj.

LG: Aunque en la vida, todo es ponerse.

SZ: Ahora sí. Ahora estoy como muy española. Yo creo que como dice mi amiga: «¡Bebes como española, vives como española, hablas como española!».

LG: Sonya está viviendo una vida que merece ser vivida, incluso que merece ser contada…

SZ: Porque yo ahora tengo una vida, puedo decir que loca de verdad. Y mis amigos. Siempre están diciendo: «Oye, oye, tienes una vida como una novela». Sí, pero me encanta esta vida. Me siento mucho más persona. Me siento mucho más viva. Y mucho más interesante para mis oyentes. Ok, no es una vida loca, es una vida normal, pero para mi madre es una vida loca.

LG: Sabe que para estar mejor necesita darse tiempo, permitirse respirar. Recuperarse necesita tiempo…

SZ: Todo el mundo te está comparando con otros, pero nadie lo sabe. Solo quieren verte como un producto ya preparado pero la vida es muy difícil, entonces no se puede. En esos momentos no se puede compararte con nadie. Solo darte tiempo y ya.

LG: Silencio, descanso, una pausa. No para siempre. Solo, por el momento.

SZ: Al final imagínate tres meses de tu vida. Tu vida tan larga de, por ejemplo, 90 años y son tres meses. ¿Qué son tres meses? Nada.

LG: El primer paso es enfrentarse a esa culpa que le persigue, que le atormenta… perdonarse

SZ: Yo me acepto. Si yo estoy mejorando cada día, intentando mejorar, pero yo me acepto como soy. Y yo me quiero. Sí tengo cosas mías, pero yo me quiero.

LG: Y perdonarse a uno mismo también pasa por perdonar hacia afuera.

SZ: ¿Quién soy yo para juzgar? ¿Yo soy un ángel?, no. ¿Vosotros sois ángeles? Todos hacemos mierda en nuestras vidas. Todo lo que hacemos viene de nuestros traumas. ¿Cómo vas a juzgar a alguien si piensas que esta persona tenía una niñez fatal?

LG: Está aprendiendo a cerrar sus heridas… apoyándose en quien sabe que nunca le fallará.

SZ: Mi piano es mi amor, ahora estoy mejor, mucho mejor. Ahora puedo practicar y estoy muy orgullosa de mí, porque cuando me dicen que: «¿Pero qué haces?, tres horas al día?. ¿Pero es bueno para ti?» Sí. Yo sé donde estaba hace un mes, dos meses, tres meses. Yo me he visto como pianista en el futuro, pero en el momento se ve que tengo que descansar de todo un tiempo.

LG: Y su experiencia en el Museo del Prado le está sirviendo para reconciliarse con la música…

SZ: Es la mejor experiencia de mi vida. Porque no tengo nervios, toco y siento que puedo conectar con la música.

LG: El piano como un bálsamo, como una herramienta para curarse…

SZ: Después de todo lo que me ha pasado con esta depresión, yo me siento mucho más conectada con la música.

LG: Un vínculo inquebrantable.

SZ: En este momento yo no puedo tocar, pero la música va a vivir siempre conmigo. Da igual lo que estoy haciendo, cocinando, haciendo otras cosas, caminando… la música siempre está dentro de mí, porque yo y la música es como que vivimos juntos. Somos pareja yo y la música.

LG: Como con cualquier relación, en cualquier pareja… hay momentos en los que toca ir con calma pero sabe que su piano la espera…

SZ: Puede que tengas una crisis de verdad por un año, o más, pero sabes que quieres a esta persona y que un día vais a estar bien juntos otra vez.

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Sonya sabe de primera mano lo duro que es dedicar su vida a un instrumento a nivel profesional, y de forma natural, le sale la necesidad de compartir su experiencia… de ayudar a los demás

SZ: Yo quiero que la gente que ahora mismo está en esta situación, que sepan que esto no es el final del mundo y la vida es muy larga. Quiero que os deis el tiempo, un poquito de tiempo y no escuches a nadie y no os empujeis.

JAES: Por delante queda camino por recorrer, tiempo, desafíos, mil incógnitas… pero Sonya, por primera vez, está tranquila…

SZ: Yo ya he dejado de planear cosas. Solo vivo en el momento. Me gusta tocar para la gente y vamos a ver que tal. Algo va a salir. Siempre algo sale.

JAES: Al final, siempre tendrá ahí a su ángel… ¿o ángeles?

SZ: Muchos ángeles. Tengo muchos, muchos ángeles aquí en España y no solo en España. Entonces algo va a hacer. No sé qué, pero yo siento que sí. Sigo con problemas, pero ya en el camino.

JAES: Muchas gracias, a Sonya Zholobova por su generosidad al contar esta historia. También a Carlos García Fernández y Luigi Gómez por realizar la entrevista junto a un piano en el Museo del Prado y a Luigi Gómez por editarla y narrarla. Esta ha sido una de nuestras historias de Fuera del Radar, el podcast de periodismo narrativo que va más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.

Jueves, 21 de noviembre 2024, 00:05

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Un rumor lejano resuena entre los muros del Museo del Prado. Al acercarnos descubrimos a una pianista de cabellos anaranjados y piel blanca como la nieve que entretiene a los cuadros que parecen fijar sobre ella su mirada atenta. También sorprende a los miles y miles de visitantes del museo que atienden cada día atónitos a la bella imagen. Lo que muchos de ellos no saben es que esta jovencísima y virtuosa pianista toca en un país alejado de su región de origen. Como tantos otros ucranianos, Sonya ha tenido que escapar de la desolación que la guerra ha dejado a su paso. En su casa abandonada, aún aguarda, paciente, su amado piano de cola aunque nuestra protagonista no sabe en qué estado lo encontrará si un día consigue volver a su hogar.

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Créditos

  • Una historia de Luigi Gómez, Carlos G. Fernández y José Antonio Guerrero

  • Coordinación y edición Luigi Gómez y Carlos G. Fernández

  • Producción técnica Iñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Ilustraciones Adrián Astorgano

  • Dirección y producción ejecutiva José Ángel Esteban

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eldiariomontanes Una melodía de guerra

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Ep. 6 · T6

Una melodía de guerra

FUERA DEL RADAR | UNA MELODÍA DE GUERRA
SONIDO PIANO MUSEO PRADO
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Los turistas revolotean alrededor de los amantes del arte entre los pasillos del museo del Prado… Es una jornada normal. Un día cualquiera en un museo… salvo por un detalle, un algo imprevisto, diferente, hasta inadecuado…
SONIDO PIANO VA AUMENTANDO
JAES: Pero de la misma forma que los ratones de Hamelin, los turistas, los amantes del arte y los curiosos se ven atraídos, como por arte de magia, hacia una de las salas… Siguen un murmullo, un dulce rumor que se oye a lo lejos…
SONIDO PIANO SE VA DEFINIENDO
JAES: Nosotros, también nosotros, como el resto, nos descubrimos atraídos ciegamente hacía los cantos de sirena que llegan de esa sala. Definitivamente hoy ocurre algo fuera de la norma, extraño. Nos quedamos mudos, hipnotizados, al descubrir, allá, al fondo de la sala, a una pianista de largos cabellos pelirrojos situada en el centro de un enorme espacio expositivo… sus notas capturan cada mirada, toda la atención.
SONYA ZHOLOBOVA: Me dicen: «Sabes, me emocionó mucho». Que han sentido algo. Estas son las palabras más bonitas para mí.
JAES: Junto a ella hay un cartel que cuenta su historia, y conforme aprendemos más sobre ella, nos acordamos más y más de Carta a una desconocida, o de De latir mi corazón se ha parado, hasta de Holly Hunter en una playa de Nueva Zelanda, o sin duda, claro, de Polanski y 'El pianista'... Sonya, así se llama ella, como Adrien Brody, el protagonista del film, como Ada, como Isabelle Huppert, a su manera, como Louis Jourdan, como Roman Duris, todos aman el piano…
SZ: Yo no puedo vivir sin música, cada día estoy escuchando música. Una gran parte del día.
JAES: Y de la misma manera que todos esos pianistas, como Wlady Spilman en el gueto, a Sonya le ha tocado vivir algo por lo que nadie tendría que pasar nunca…
SZ: Yo pensaba que me iba a volver loca. Porque cuando yo salí de Ucrania estaba con una salud mental fatal por la guerra.
JAES: Sonya tuvo que escapar de la guerra, de la invasión rusa, con tan solo 17 años. Ahora tiene 20 y vive en España… Puedes leer en sus ojos azules que está llena de vida, deseando comerse el mundo…
SZ: Me gusta salir y conocer gente nueva y también soy muy espontánea. Si quiero, me voy a cualquier ciudad hoy o si quiero me voy a las tres de la noche a caminar tres horas por Madrid.
JAES: Ella se ve a sí misma como una chica normal…
SZ: Soy una chica típica eslava. Me gustan flores. Gracias.
JAES: Es risueña y despierta, pero de típica no tiene nada…
SZ: Toda la gente que viene en tu vida siempre son para darte una lección. Son tu espejo. Y claro que para una niña va a faltar disciplina. La disciplina llega con el tiempo, con experiencia. El sentido de la vida. Yo pienso muchísimo. Desde que me recuerdo soy así. Ok, la música si puede vivir sin mí, pero yo no puedo vivir sin música.
JAES: La experiencia de Sonia… sus recuerdos de Ucrania, pero también ese amor por el piano, —todas esas horas de esfuerzo y estudio frente a su instrumento— esa búsqueda de la perfección, la han hecho mirarse por dentro, removerse… Han hecho que vea el mundo de una forma diferente
SZ: A veces siento que tengo tanto amor a gente que no sé, como que no hay límites.
JAES: Nota a nota, esta historia cuenta su lucha por recuperar la normalidad… por sanar sus heridas, por armonizar de nuevo con el mundo.
SZ: Yo creo que por eso mi mente no era tan fuerte. Yo he acabado con una depresión que no podía despertarme de la cama, no podía ni limpiar el piso y todo el rato durmiendo, durmiendo.
CABECERA. FUERA DEL RADAR | EN ESTE EPISODIO: UNA MELODÍA DE GUERRA
JAES: En esta vida… hay quien nace con estrella, elegido, iluminado, quien parece que está protegido frente a cualquier adversidad…
SZ: Yo creo que tengo un ángel que me está como, no sé, me está atrayendo gente buena, muy buena.
JAES: Ese ángel tuvo a bien hacer que Sonya cruzara su camino con un representante… y este le encontró trabajo poniendo voz a los rostros mudos que miran desde los lienzos de un museo.
SZ: Ahora trabajo en el Prado. No sé, estoy muy contenta. Yo de verdad tengo una vida y tengo mucha suerte. Mucha suerte de estar aquí.
JAES: Antes y después de ese momento afortunado hay mucho más. Sigue contando la historia Luigi Gómez
LUIGI GÓMEZ: Las pinturas negras de Goya, la sala grande de Velazquez, el Renacimiento italiano… Cada mes una sala distinta.
SZ: Y lo más, lo más gracioso, es que mi primer día de trabajo era mi cumpleaños. 9 de abril. Ahora todos sabéis cuando tengo el cumpleaños y me podéis traer flores a casa. Gracias. Un día muy lindo. Yo creo que fue el mejor cumpleaños de mi vida.
LG: Una fecha para recordar…
SZ: Estaba tocando y había mucha gente. Siete Muchas emociones y todo era increíble. Una experiencia increíble.
LG: Ese día fue el primero de muchos… un contenedor de recuerdos, de encuentros, sorpresas, sensaciones…
SZ: Me dicen: «Sabes, me emocionó mucho». Que han sentido algo. Estas son las palabras más bonitas para mí.
LG: Su sala favorita, el Renacimiento Italiano, al norte del edificio, le da una paz especial… se siente acompañada por los ojos atentos de los cuadros de Rafael
SZ: Yo creo que para mí es lo más. Esta sala es la más importante porque era mi primera sala. Pero también es preciosa. Es muy grande. Es preciosísima esta sala.
LG: Sonya todavía casi no puede creerse la suerte que tiene…
SZ: Cuando yo digo que soy la pianista del Prado todos es como: «¡Oh, oh!».
LG: Especialmente cuando comienzas a saber más sobre su historia…
SZ: Mi madre es música, mi madre es pianista, es profesora de piano. También mi hermana pequeña es violinista. Estoy muy contenta de que mi madre me eligiera este camino.
LG: Un camino que ha vivido siempre en presente… sin empeñarse demasiado a rememorarlo…
SZ: Yo no puedo decir mucho porque no recuerdo tanto. Yo tengo memoria de Dory.
LG: El temperamento ucraniano es conocido por su disciplina, por su rigidez aunque una niña siempre será una niña… venga de donde venga…
SZ: Tampoco voy a decirte que practicaba tanto cuando era niña. Cuando mi madre estaba en casa sí estaba practicando pero cuando mi madre sale por la puerta, me voy con YouTube...
LG: Aún así… esa forma de ser, de vivir, por supuesto, la modeló como persona…
SZ: Ahora no se ve pero yo era una persona muy cerrada muy insegura, porque todo el rato estaba escuchando en mi país que: «Eres demasiado», todo el rato. Es que soy demasiado.
LG: Pero su espíritu salvaje, libre, siempre ha terminado por salir a flote…
SZ: Yo soy una persona muy abierta y muy, no sé, yo no pienso mucho en que va a pensar la gente de mí. Para mí es la última cosa, pero para ellos… Me gusta ponerme, no sé, unos pendientes raros o algo, es como: «¿Oh, Sonya que van a pensar?» «Oh Sonya no grites tanto, ¿qué va a pensar la gente». «No rías tanto que va a haber. Da igual que va a pensar la gente.
LG: Ese espíritu indomable es el que la ha convertido en una pianista prometedora… Y todo pianista que se precie necesita su piano…
SZ: Cada vez la situación en Ucrania está peor. Peor, peor. Entonces yo sé que mi madre y mi padre han trabajado mucho, mucho, mucho para comprarme este plano.
LG: Un esfuerzo que mereció la pena…
SZ: Yo recuerdo ese día. Yo recuerdo qué ropa tenía. Yo recuerdo toda la emoción. Fue una emoción muy grande cuando vi este piano en mi casa. Oh, ¿Cómo puede ser que sea mío? Mira, es un piano de cola. Es mío, no puede ser.
LG: Un piano de cola, pero no uno cualquiera
SZ: Era tan bonito. Es tan brillante. Echo de menos a mi piano. De verdad.
LG: Un compañero, un amigo, del que se ha tenido que despedir no hace tanto…
SZ: Yo quiero mucho, mucho que esté aquí. Pero no es posible moverlo ahora. Lo he intentado 100.000 veces, pero es imposible.
LG: La guerra en Ucrania hizo que miles de Ucranianos tuvieran que huir de su país… dejando atrás lo que más querían. A merced de las bombas y el fuego.
SZ: Ahora es una idea mía que al final un día espero que vaya a estar este piano en mi casa. Por favor. Quiero eso. Quiero eso. Voy a ser la persona más contenta de este mundo.
SONIDOS DE GUERRA/INFORMATIVOS
LG: La guerra llega de golpe, casi sin avisar
SZ: Y es muy, muy espontáneo. En unas semanas empieza la guerra. Y yo entendí que no podía seguir en Ucrania más. No puedo por mi salud mental. Tengo que salir porque si no, voy a acabar mal.
LG: Y cuando llega es demasiado tarde, lo que has visto, lo que has vivido se te graba en la retina…
SZ: Yo tengo muchos recuerdos y memorias que ya son suficientes para tener otra depresión. Entonces yo prefiero no ver las noticias, no hablar de eso. Si alguien de mis amigos está mal, claro que siempre escucho de todo e intento ayudar con todo lo que puedo, pero yo intento no pensar en eso.
LG: Y por si fuera poco que una guerra te escupa de tu país, luego llega la culpa.
SZ: Soy muy egoísta. No, no quiero, porque ya me ha hecho mucho daño. Y sabes que me voy a volver loca. Porque cuando yo he salido de Ucrania yo estaba con una salud mental fatal por la guerra y yo estoy intentando tener este tema lo más lejano posible.
LG: La guerra te endurece… te cambia.
SZ: Sí, la gente de Ucrania ahora son muy violentos, agresivos. Y es difícil hablar con ellos. Yo también me he cambiado mucho, la Sonya de Ucrania no es la misma que la Sonya de España.
LG: Te separa incluso de los tuyos…
SZ: No tengo muchos amigos ucranianos, porque ellos mezclan mucho la política y el arte. Sí, hay mucha gente atontada en Rusia. Es que son idiotas. Son idiotas. Ellos están siempre con la televisión y no pueden pensar, claro, pero mis amigos son muy como: «Matar a todos los rusos». O: «Nunca hablar ruso» o «Chaikovski no escucharle» hasta puntos muy radicales
LG: Ya lo habíamos mencionado: Sonya no es como todos los demás. No quiere serlo… Esa compasión, esa empatía en ocasiones le ha salido muy caro.
SZ: Si hablamos de algo tan importante como eso, como la situación en Ucrania, que para mí es algo muy importante y no me entienden, es mucho mejor que sea persona para otra persona.
LG: Sonya es diferente, madura, especial… ha vivido cosas que el resto apenas podemos ni imaginar… pero no deja de ser una chica de 20 años… con experiencias que te marcan con esa edad…
SZ: Estaba yo en una relación seria por dos años y se acabó muy espontáneamente y fue difícil.
LG: En Ucrania vivía con su familia, más tarde compartió piso con amigos, después con su novio y ahora se enfrenta a ser completamente independiente por primera vez.
SZ: Y yo antes tenía mucho miedo de estar sola, porque mi intuición me decía: «tú no estás acostumbrada a estar sola, y vas a estar mal sola porque no sabes quién eres, no sabes qué quieres, no sabes qué te gusta».
LG: Sabe que no es fácil… pero que tiene que aprender a vivir sola, a ser quién es ella, sola. Algo que se vuelve especialmente difícil cuando la vida te da tus primeros reveses…
SZ: No podía ni limpiar el piso y todo el rato durmiendo, durmiendo.
LG: Reveses tan duros que te impiden hacer lo que más te gusta…
SZ: Creo que toda la vida más o menos practico desde cuatro hasta seis horas. Pero también tenía momentos, periodos en mi vida donde no podía practicar. No sé, por depresión, por ejemplo. No quería, pero tampoco podía practicar.
JAES: El piano profesional demanda muchísimo, muchísimo tiempo… 7, 8, 9, 10 horas al día…
SZ: Estoy intentando más o menos y poco a poco salir de eso. Pero no a golpes, no empujarme. Entonces ahora también estoy con tres, cuatro horas como máximo.
JAES: El tiempo va pasando… ves al piano ahí, quieto, y regresa esa maldita culpa…
SZ: Tenía mucha ansiedad de cómo iba a seguir con mi profesión si no practico, porque no hace mucho tiempo que ha pasado eso. Y también pensaba en otros pianistas de mi edad que están practicando mucho. Comparándome mucho con otra gente.
JAES: Sonya, detecta mejoras… se está curando poco a poco
SZ: Un mes, dos meses antes, yo no podía practicar una hora al día, no podía despertarme de la cama.
JAES: Enseguida volvemos
PAUSA
JAES: Tras la invasión rusa de su país, Ucrania, en febrero de 2022, Sonya abandonó su Kiev natal junto a sus padres y sus dos hermanas pequeñas. Tenía entonces 17 años…
SONYA ZHOLOBOVA: Tenía que ir a otro país, estudiar un nuevo idioma, otra mentalidad… No sé bien nada de aquí, no tenía aquí a nadie.
JAES: Pero sus caminos se separaron en la frontera… Su familia se fue Suiza y ella decidió venir a España
SZ: Porque mi hermana es patinadora y tiene un profesor muy famoso, era campeón del mundo. Y él ha invitado a ella a estudiar gratis en Suiza. Como puede ser mejor que con un profesor tan increíble. Entonces ellos han ido ahí y yo aquí porque mi profesor está aquí.
JAES: Ya en España, una ruptura especialmente dolorosa sumada al horror de la guerra lo cambió absolutamente todo. Tocaba replantear el plan que su madre había diseñado para ella.
SZ: Aceptar que tienes problemas y no puedes ahora mismo ser como otros pianistas que practican diez horas al día. Tienes que poder, tienes que hacerlo, pero tú no puedes.
JAES: Llegó a este país por su cuenta… pero nunca ha estado sola. Sigue contando la historia Luigi Gómez
LUIGI GÓMEZ: Sonya siempre ha tenido de su lado a su profesor de piano. Le contactó cuando aún vivía en Ucrania.
SZ: «¿Tú y yo podemos hacer algo para que me voy a España para estudiar contigo? Porque no puedo más en Ucrania». Y él dice: «Vale, ven, vamos a ver qué tal va». Yo tenía mucha confianza en él y me fui a España. Y él no me ha mentido. Ahora estoy estudiando en el centro superior Catalina. Y muchas gracias a ellos que me han dado una beca.
LG: ¿Os acordáis de aquellos ángeles que acompañan a Sonya… que la protegen?
SZ: Él ha ido a esta escuela para ser mi profesor. Entonces es una persona increíble. Todo lo que me pasa… al final alguien me está protegiendo y siempre viene gente para ayudarme con todo lo que yo necesito.
LG: Había conseguido escapar de la guerra. Estaba a salvo… Frente a ella un nuevo comienzo… y ya se sabe los inicios nunca son fáciles…
SZ: Tenía unos choques culturales muy grandes, en Ucrania somos más fríos cuando nos decimos hola. Es como: «Por favor no quiero que me toque nadie» No hay espacio personal jajaj.
LG: Aunque en la vida, todo es ponerse.
SZ: Ahora sí. Ahora estoy como muy española. Yo creo que como dice mi amiga: «¡Bebes como española, vives como española, hablas como española!».
LG: Sonya está viviendo una vida que merece ser vivida, incluso que merece ser contada…
SZ: Porque yo ahora tengo una vida, puedo decir que loca de verdad. Y mis amigos. Siempre están diciendo: «Oye, oye, tienes una vida como una novela». Sí, pero me encanta esta vida. Me siento mucho más persona. Me siento mucho más viva. Y mucho más interesante para mis oyentes. Ok, no es una vida loca, es una vida normal, pero para mi madre es una vida loca.
LG: Sabe que para estar mejor necesita darse tiempo, permitirse respirar. Recuperarse necesita tiempo…
SZ: Todo el mundo te está comparando con otros, pero nadie lo sabe. Solo quieren verte como un producto ya preparado pero la vida es muy difícil, entonces no se puede. En esos momentos no se puede compararte con nadie. Solo darte tiempo y ya.
LG: Silencio, descanso, una pausa. No para siempre. Solo, por el momento.
SZ: Al final imagínate tres meses de tu vida. Tu vida tan larga de, por ejemplo, 90 años y son tres meses. ¿Qué son tres meses? Nada.
LG: El primer paso es enfrentarse a esa culpa que le persigue, que le atormenta… perdonarse
SZ: Yo me acepto. Si yo estoy mejorando cada día, intentando mejorar, pero yo me acepto como soy. Y yo me quiero. Sí tengo cosas mías, pero yo me quiero.
LG: Y perdonarse a uno mismo también pasa por perdonar hacia afuera.
SZ: ¿Quién soy yo para juzgar? ¿Yo soy un ángel?, no. ¿Vosotros sois ángeles? Todos hacemos mierda en nuestras vidas. Todo lo que hacemos viene de nuestros traumas. ¿Cómo vas a juzgar a alguien si piensas que esta persona tenía una niñez fatal?
LG: Está aprendiendo a cerrar sus heridas… apoyándose en quien sabe que nunca le fallará.
SZ: Mi piano es mi amor, ahora estoy mejor, mucho mejor. Ahora puedo practicar y estoy muy orgullosa de mí, porque cuando me dicen que: «¿Pero qué haces?, tres horas al día?. ¿Pero es bueno para ti?» Sí. Yo sé donde estaba hace un mes, dos meses, tres meses. Yo me he visto como pianista en el futuro, pero en el momento se ve que tengo que descansar de todo un tiempo.
LG: Y su experiencia en el Museo del Prado le está sirviendo para reconciliarse con la música…
SZ: Es la mejor experiencia de mi vida. Porque no tengo nervios, toco y siento que puedo conectar con la música.
LG: El piano como un bálsamo, como una herramienta para curarse…
SZ: Después de todo lo que me ha pasado con esta depresión, yo me siento mucho más conectada con la música.
LG: Un vínculo inquebrantable.
SZ: En este momento yo no puedo tocar, pero la música va a vivir siempre conmigo. Da igual lo que estoy haciendo, cocinando, haciendo otras cosas, caminando… la música siempre está dentro de mí, porque yo y la música es como que vivimos juntos. Somos pareja yo y la música.
LG: Como con cualquier relación, en cualquier pareja… hay momentos en los que toca ir con calma pero sabe que su piano la espera…
SZ: Puede que tengas una crisis de verdad por un año, o más, pero sabes que quieres a esta persona y que un día vais a estar bien juntos otra vez.
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Sonya sabe de primera mano lo duro que es dedicar su vida a un instrumento a nivel profesional, y de forma natural, le sale la necesidad de compartir su experiencia… de ayudar a los demás
SZ: Yo quiero que la gente que ahora mismo está en esta situación, que sepan que esto no es el final del mundo y la vida es muy larga. Quiero que os deis el tiempo, un poquito de tiempo y no escuches a nadie y no os empujeis.
JAES: Por delante queda camino por recorrer, tiempo, desafíos, mil incógnitas… pero Sonya, por primera vez, está tranquila…
SZ: Yo ya he dejado de planear cosas. Solo vivo en el momento. Me gusta tocar para la gente y vamos a ver que tal. Algo va a salir. Siempre algo sale.
JAES: Al final, siempre tendrá ahí a su ángel… ¿o ángeles?
SZ: Muchos ángeles. Tengo muchos, muchos ángeles aquí en España y no solo en España. Entonces algo va a hacer. No sé qué, pero yo siento que sí. Sigo con problemas, pero ya en el camino.
JAES: Muchas gracias, a Sonya Zholobova por su generosidad al contar esta historia. También a Carlos García Fernández y Luigi Gómez por realizar la entrevista junto a un piano en el Museo del Prado y a Luigi Gómez por editarla y narrarla. Esta ha sido una de nuestras historias de Fuera del Radar, el podcast de periodismo narrativo que va más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.
JAES: Fuera del Radar es un podcast narrativo producido por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La coordinación general es de Carlos García Fernandez y de Luigi Gómez Cerezo, que también han hecho la edición. La producción técnica es de Iñigo Martin Ciordia, el diseño sonoro y la mezcla de Rodrigo Ortiz de Zárate, la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.

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