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CARLOS BIELVA
Sábado, 10 de marzo 2007, 02:42
Con la entrada en vigor del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), Santillana del Mar está sumergida en una profunda transformación urbanística que no sólo afecta a los terrenos sin urbanizar. Edificios emblemáticos de la villa son restaurados a costa de pagar un peaje que les convierte en centros turísticos.
Uno de los últimos casos es el del Palacio de Mijares, construido en el siglo XVI y que se encuentra enmarcado en uno de los nuevos proyectos surgidos como consecuencia del PGOU. El edificio, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento en 1995, será restaurado y convertido en un hotel restaurante como única alternativa para evitar su estado de ruina actual.
Y es que desde hace algunos años, los monumentos más señeros de Santillana se han ido convirtiendo en centros destinados a usos comerciales y turísticos, al ser esta la forma más viable de conservar monumentos cuyo mantenimiento resulta muy costoso.
Algunos edificios como el Palacio de Benamejí, convertido en el Palacio de Caja Cantabria; la Torre de Don Borja, transformada en la sede de la Fundación Santillana, y las casas del Águila y de La Parra fueron restaurados y dedicados a actividades expositivas y culturales.
En otros casos, se optó por convertir algunos monumentos en centros turísticos para albergar hoteles y restaurantes, como sucedió con la Casa de la Archiduquesa, Hombrones, Tagle, Marqués de Santillana y el bajo de la Torre del Merino.
Sólo dos edificios históricos de la villa se resisten a la tentación del turismo: el palacio de Velarde, en Las Arenas, y la casona de Torres Quevedo, en la calle de la Carrera.
Algunos de estos edificios cuentan con un nivel de protección monumental fuera del ámbito del Plan Especial de Protección y Reforma Interior, y están catalogados dentro del Nivel de Protección de Monumentos.
Peligro de derrumbe
En concreto, el Palacio de Mijares fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento el 5 de enero de 1995.
La Casa Torre de Calderón de La Barca, declarada Monumento Histórico Artístico en 1982, y Bien de Interés Local en 2002, es otro de los edificios que está pendiente de restauración. Se trata de una torre levantada en el siglo XIV, que actualmente se encuentra en estado de abandono con peligro de derrumbe de las estructuras de madera. La tradición cuenta que San Francisco de Asís pernoctó en sus estancias con motivo de su paso hacia Compostela, conservándose una piedra sobre la que, según la tradición, reposó el santo su cabeza durante la noche.
Cerca de allí se encuentra el Palacio de Peredo, declarado Bien de Interés Cultural, restaurado por acuerdo plenario y destinado a actividades municipales. En Queveda, por otro lado, se encuentra la casa de Don Beltrán de la Cueva. Construida a finales del siglo XV, se compone de una casa torre con fachada escalonada con pináculos al estilo del Palacio de Velarde. Fue declarada Monumento Nacional el 9 de enero de 1981. En la actualidad está dedicada a la hostelería.
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