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JUAN DAÑOBEITIA
Viernes, 25 de mayo 2007, 04:09
Puede que la experiencia sea un grado, pero en ocasiones la espontaneidad vale por dos. Hacer una llamada a un grupo y encontrarte con un chaval de 18 años al que le gusta la música y que reconoce haber aprendido hace dos días, como quien dice, a cantar y componer. Que se juntó con otros cuatro amigos por el mero hecho de haber ido un día a una fiesta y haber visto que eso de subirse a un escenario era lo suyo. Que huyen de los tópicos y se están bebiendo a sorbos cada uno de los pasos que van dando. Qué quieren que les diga, pero de vez en cuando da gusto hacer esas llamadas.
Poetas de Botella no es el mejor grupo de Cantabria. Y lo saben y les da un poco igual. Ya habrá tiempo para eso. Tolo (batería), Robe (voz), Julio (bajo) y Dani y Pablo (guitarras) están aprendiendo y lo dicen. Para qué tratar de venderse como los nuevos líderos del punk-rock si todavía no lo son. Para ellos, el mero hecho de haber ganado el premio EstelaRock al mejor grupo revelación supone un orgullo. «Imagínate, hace tres años estábamos en la fiesta flipando con la gente que estaba en el escenario y ahora nos han dado un premio. Para nosotros eso es la ostia». Habla Robe, pero se nota que lo suscriben sus cuatro compañeros de grupo.
A mediados de 2005, El Astillero vio cómo se formaba una banda que, a priori, todavía no sabía muy bien dónde estaba su sitio. Los primeros acordes, con sonido a rock urbano, algo casi inevitable en España, donde tantas y tantas bandas han dejado canciones de influencia común y partitura fácil. Platero, La Fuga, Barricada primeras composiciones y versiones y a subirse a un escenario, sin que algunos hubieran alcanzado la mayoría de edad. «La verdad es que te pones a pensar en cómo tocábamos hace año y medio y es para echarte a reír. Pero el tiempo y los ensayos nos han servido para ir mejorando nuestras posibilidades e ir enfocando nuestra música hacia el estilo que realmente nos gusta». ¿Cuál? El punk.
Progresión
Entre aquella maqueta que grabaron en los estudios de Piedrafita en Navarra y el disco en el que ya han comenzado a trabajar y al que darán forma en septiembre, poco habrá que comparar. En primer lugar, que todo lo descrito antes, ya está casi olvidado. Ya no son cinco adolescentes con instrumentos colgados al hombro. Ahora ya se sienten, y de hecho son, músicos que saben darle el tempo que quieren a cada canción, que dominan a los temas y no al revés y que cada vez que se suben al escenario dan un concierto. En definitiva, que el sueño de vivir de la música quizá todavía queda lejos, pero qué duda cabe que están subiendo los peldaños al ritmo que tienen que hacerlo.
Letras en castellano «porque nos gusta y porque así la gente que viene a vernos tiene más posibilidades de cantarlas a la vez que nosotros»; canciones que hablan «de lo que me pasa a mí, a alguien con quien me cruzo o a cualquiera del que pueda inventarme una historia que podría pasarle a cualquiera».
Por cierto, que nadie se piense que lo dicho antes desmerece en absoluto ni la trayectoria ni el presente de este grupo, porque ya pueden presumir de que, dos semanas después de grabar la maqueta, ganaron su primer concurso y telonearon a Reincidentes. A partir de ahí, «un verano tocando en directo dos veces por semana». Ya lo quisieran para sí muchos, por no decir la mayoría.
Futuro: gira y disco
Para los próximos meses, su horizonte de conciertos se dibuja entre festivales en Burgos, Barcelona, Oviedo Y a comerse otra vez la región, «porque con esto del premio, la gente que no te conocía te hace más caso».
Y en septiembre, a trabajarse el estudio, con los siete temas que ya tienen perfilados y otros cinco que irán saliendo. «Con un poco de suerte, el disco saldrá para Navidad, pero habrá que esperar a ver cómo va todo el tema de la producción. Volveremos a ir a Navarra a grabar con Piedrafita, porque él es el 'culpable' del sonido de nuestra maqueta». No estaría de más que alguien le avisara de que Poetas de Botella ya no son cinco amigos con ganas de grabar una maqueta. Ya son un grupo con sonido propio, muchos bolos a la espalda, mucha fuerza en el escenario, una prélade de seguidores que les votaron en masa para que ganaran el premio EstelaRock y, sobre todo, cinco chavales a los que se les nota que en esto de comerse el mundo nadie les va robar la oportunidad.
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