![Momento del último encierro de Ampuero.](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/09/10/_O0A8867-U2107039421361E-U210122869113KB-758x531@Diario%20Montanes.jpg)
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Todo se acaba. 363 días esperando, tres días de nervios, tensión, emoción desgarrada y, sobre todo, adrenalina y riesgo que este domingo tocaron a su fin con el tercero de los encierros de Ampuero, protagonizado esta vez por reses de Albarreal. Dos carreras limpias, ... sin heridos y en las que, sobre todo a la ida, uno de los murubeños para rejones refrescó un poco la memoria para los más olvidadizos: el puente de Ampuero es mucho puente y todavía genera cosquilleo entre los mozos.
Como el inicio, el adiós es diferente. Los corredores que no han podido disfrutar delante de la cara del toro apuran su carrera para irse con buen sabor de boca, mientras que los que han salido satisfechos tras su faena de días anteriores también liman centímetros, porque el toro siempre pide más. Para algunos la ida acabó con un por fin. Una de las reses de Romao Hermanos, que quizá sabía dónde estaba, decidió homenajear al Ampuero clásico y tomó el mando del encierro tras la primera curva. Aquí estoy yo, se dijo, y se lanzó puente abajo para, sin malas intenciones, ponerle al evento la chispa que le ha faltado los días anteriores. Una carrera rápida, con su hermano, los cuatro de Albarreal y los bueyes de la Finca Martínez Ríos unos metros por detrás. Sin peligro, pero con chispa, sin derrotes, pero con miradas. Es decir, lo que tiene que ser un animal bravo.
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Juanjo Santamaría
A menudo, cuando se habla de un encierro masificado a la memoria vienen los que se celebran en Pamplona entre el 7 y el 14 de julio. San Fermín, mucha gente sobre el asfalto y muchos aficionados en las talanqueras. Ampuero no es la Pamplona chica, ni quiere, pero el que quiera encontrar un hueco para asistir al encierro, sabe que tiene que madrugar. Desde más de dos horas antes del sonido de las bombas los tablones empiezan a ocuparse. Algunos con los inquilinos, que llegan para coger sitio. Otros con chaquetas, periódicos o cualquier cosa que valga para reservar un lugar. Nadie en la zona quiere perderse un evento que va a más, en participantes y espectadores, y que este año ha estado protagonizado por toros cuatreños todo el fin de semana.
Llegados los animales al final del recorrido, la vuelta ha sido completamente agrupada. Con los mansos por delante, a un ritmo de encierro y con los mozos buscando algún hueco entre los berrendos y los negros. Era el último, y había que irse con buen sabor de boca. Porque la temporada no ha terminado (en el horizonte están Guadalajara, Lodosa, Cuéllar o Guadarrama como citas importantes), pero en casa hay que despedirse bien. Los toros enfilaron La Nogalera con normalidad y aterrizaron en los toriles sin que la DYA, encargada del dispositivo sanitario, tuviera que atender a ningún corredor en el recorrido.
Y al acabar, el ruido. Ese maldito sonido que nadie quiere escuchar, el del atornillador de los empleados municipales que retira los primeros tornillos del vallado. Ese siseo de fondo con el que locales y visitantes se miran con nostalgia, porque tan pronto como ha llegado se fue. Meses de preparación, de rito, de nervios, que tocan a su fin y que devolverán a los protagonistas a la normalidad. Y si algo le gusta poco a un corredor de encierros es la normalidad.
Aplausos, choques de manos, despedidas. Toca decir adiós hasta el año que viene, cuando las caras vuelvan a reencontrarse y la frase sea pronunciada: un año más, aquí estamos.
Balance
El balance de los tres días de encierros es positivo, toda vez que salvo dos heridos leves el sábado no ha habido que lamentar incidentes. Que es lo importante. Más allá de eso, las encerronas han vuelto a tener trapío, variedad de encastes e importancia. Y eso que ni Barcial ni Hoyo de la Gitana ni Albarreal han estado a la altura del picante que Ampuero gusta y merece y que le ha convertido en cita obligada del calendario nacional en una fechas en las que España está salpicada de festejos populares. Visitantes de varias regiones y, sobre todo, los locales, los de casa, han dado lustre a carreras estiradas protagonizadas por mozos cada vez más jóvenes. En la comarca del Asón ha florecido una generación de corredores que aprieta fuerte, tiene piernas, afición y ganas de mantener a la villa entre las más conocidas del mundillo.
A nivel sanitario los encierros sólo han tenido dos atendidos, más allá de los que han sufrido golpes en las sueltas de vacas. Uno de los heridos sufrió un corte en el labio, que necesitó sutura, mientras que el otro fue curado de contusiones tras tropezar en la entrada de la plaza de toros. Por lo demás, tranquilidad. Y eso es lo mejor que se puede contar tras un espectáculo que goza de buena salud y que trae cada año más visitantes hasta Ampuero. .
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