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Y todo tiene su fin. 72 horas de charangas, fiesta, de Potra Salvaje, Reina, de música de verano. Ya se sabe, «Si antes te hubiera conocido…». En definitiva, 72 horas de Ampuero puro y duro dijeron este domingo hasta la próxima con la pena del ... adiós y la alegría de los momentos vividos. En la calle, a pie de asfalto, los encierros acabaron con dos carreras de pura dinamita protagonizadas por seis reses llegadas desde la finca de Toropasión, uno de cuyos toros arrolló en el trayecto de ida a un joven alavés que tuvo que ser trasladado al Hospital Valdecilla con dos cornadas y varias contusiones.
En el pueblo lo llaman 'rock and roll'. Dícese de ese encierro que, por suerte o por desgracia, que cada cual elija, se ve cada vez menos y que, por decirlo suavemente, es un caos. Toros por delante, mirando, buscando carne, descendiendo el puente a una velocidad endiabla en pos de unos corredores que, en el fondo, saben que esa carrera es la que quieren. Hoy desde Alfaro llegaron seis toros variados de capa, hechuras y hierros (había de Galache, de Pereira Lupi o de Pereira Palha) que decidieron poner en guardia a los numerosos mozos que se atrevieron a estar en posición a eso del mediodía. Muchos, el grueso de ellos de la misma localidad y alrededores y, otro grupo importante, llegado de localidades limítrofes.
Encierro de los duros, de los típicos de Ampuero, que se complicó cuando, recién llegado a la calle Comercio, un astado negro se adelantó por la izquierda del sentido de la carrera y se encontró con un joven alavés que poco pudo hacer para esquivar la embestida. Se vivieron momentos de angustia hasta que 50 metros más tarde el bravo continuó su camino. La cogida acabó justo delante del puesto de la DYA, donde el equipo que coordina Rafa Gómez, ayudado por los corredores, retiró al herido de la carretera para realizar la primera cura.
Y más momentos de tensión, claro, porque los toros y los bueyes que habían llegado al final del recorrido, iniciaban el regreso y a la mayoría de aficionados y mozos no se les había quitado el susto. De nuevo en el centro del recorrido fueron los toros los que se hicieron dominadores del ancho de la calle, veloces y peligrosos, para obligar a los corredores, en varios casos, a tirarse al suelo para evitar la cogida. Pese a los sustos, las reses enfilaron el callejón y el camino a toriles para poner fin a las encerronas 2024.
Una vez valorado por los profesionales sanitarios el herido, un alavés de 30 años, fue trasladado a Valdecilla con dos cornadas, una en el muslo y otra en la axila, un fuerte golpe en la cara que le provocó daños en la nariz y en la boca y abrasiones en la zona del tórax. Para lo que podía haber sido, hasta para estar contento.
Tras el encierro, la plaza de La Nogalera vivió un momento histórico con la suelta del primer toro de cajón de la historia de Cantabria. Fue la Asociación Taurina Cantabria Brava la que organizó la suelta de un toro jabonero, llegado también desde la finca de Toropasión, que fue recibido por los hermanos Aarón y Héctor Argos.
Además del toro de cajón, que llega después del cambio de reglamento de festejos populares, la capea incluyó la suelta de una vaca para cinco recortadores cántabros que se inician entre las astas. Un festejo exitoso que supone un paso más en el avance de la tauromaquia en la región.
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