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Cuando su madre lo llamó por teléfono, a las cinco de la madrugada de este lunes, David Sánchez sabía que debía ser por algo urgente: «Me dijo que bajara corriendo a la peluquería porque la tenía llena de agua. Que el río se había desbordado ... y que parecía que iba a ir a peor», relata el propietario de Dedavid Peluqueros, en la calle Federico Somarriba de Ampuero. Toda esa vía, como el resto de las principales calles de Ampuero, las más cercanas al cauce del Asón, quedaron este lunes anegadas bajo más de metro y medio de agua por el desbordamiento del río. «Esta vez nos ha tocado vivir lo peor», lamenta otro vecino. Yes que esta zona de la Cantabria oriental es una de las que este lunes ha sufrido con mayor virulencia el embate del temporal. Sobre todo en ese centro urbano, la pedanía de Marrón, el entorno de la plaza de toros y el polígono industrial.
En el puesto de mando del operativo de emergencias, que se instaló en el colegio de Ampuero durante casi toda la jornada, los rescatadores del 112 se afanaron en coordinar el achique de garajes y la evacuación de los vecinos, que en algunos casos se mostraron claramente enojados con la situación. Una indignación que se tornó a los pocos minutos en desolación.
«Llevo viviendo aquí desde 1978, ya he sufrido diez inundaciones y todavía nadie nos da una solución», protesta Florentino Cascón, que no se inmutó pese a que su garaje estaba cubierto por medio metro de agua. «Lo importante lo tengo arriba, aquí abajo lo único es el trastorno de la suciedad que se va a colar», detalla. Recuerda otras riadas peores, en que literalmente tuvo que «nadar» para llegar a la puerta de su local.
Con katiuskas tuvieron que entrar en el supermercado Lupa de la localidad sus responsables. «Hemos salvado el género que hemos podido, pero los congeladores por ejemplo están destrozados. Esperemos que podamos salvar lo máximo posible, pero la situación está mal», contaba Sara Fernández, encargada, sobre el terreno. Este lunes el Lupa de Ampuero no pudo abrir sus puertas al público, con el trastorno económico que implica.
Junto al Lupa está el bar que regenta Cascón: Café del Río. Oportuno el nombre, pensó. «Espero que el seguro funcione como las veces anteriores, pero el trastorno no nos lo quita nadie», lamenta mientras insiste en que la «dejadez de las instituciones trae estas consecuencias». «Dragaron el río hace unos años. Como un metro sacaron entonces; pero con el paso del tiempo se ha ido rellenando y ahora ya tiene mucha menos profundidad. Tampoco lo limpian, y lo que cortan, lo dejan en los márgenes, con lo que se queda ahí acumulado».
Lo cierto es que en el puente que conecta Ampuero con Marrón se concentraron toneladas de suciedad arrastradas por el torrente. Restos vegetales, en su mayoría, que deberán ser retirados. Dos adolescentes se acercaron para verlo; tenían el instituto cerrado: «Nos han dicho que hoy no había clase, que podíamos irnos cada uno a nuestra casa; pero hemos preferido dar una vuelta».
A la plaza de toros nadie pudo acceder. El agua superaba el nivel de las ventanas a las seis o siete de la mañana, cuando se vivió el peor momento peor de estas inundaciones. «No sabemos qué vamos a encontrarnos, pero ya sabemos que algunos electrodomésticos que tenemos y otros muebles de madera estarán para tirarlos», se quejó Ana Helguera, de la peña El Burladero, que tiene un local en el coso.
Llegadas las doce del mediodía, los vecinos estaban ya más tranquilos. Comprobaron que el nivel del río se estabilizaba y que la pleamar, prevista para esa misma hora, no puso peor las cosas. «Lo peor ha sido de madrugada, entre las cinco y las seis», asegura José Antonio, policía local de Ampuero. «Hemos llegado a tener más de metro y medio de agua en las carreteras, garajes inundados completamente y llamadas incesantes. Pero ahora está todo más tranquilo. Habrá que hacer balance de daños», explica.
Al fondo, el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, paseaba este lunes por la villa junto a la consejera de Interior, Paula Fernández, mientras los equipos de bomberos del 112 se movían de un lado a otro del municipio con un camión que cargaba dos lanchas para evacuar a vecinos atrapados en sus casa. Algunos optaron por encerrarse a la espera de que escampara. Como una anciana que arrojó a la calle una bolsa atada a una cuerda para que le pusieran el pan. «Hoy no bajo. Muchas gracias hija». Y mientras pronunciaba estas palabras, subía el cargamento, cerraba la ventana y corría de nuevo las cortinas.
Como corría también el agua, pasadas las doce del mediodía, con mayor fluidez, por unas alcantarillas que tragaban visiblemente litros y litros. Con cuidado de no meter el pie en ninguno de esos sumideros avanzó Juan Camilo, enfermero del Centro de Salud de la localidad. Los habían desalojado a todos porque el edificio estaba aislado por un metro de agua en sus accesos. «Nos llevan al polideportivo por si hay que atender a alguien de urgencia. Por ahora no vamos a regresar al centro de salud», transmitía.
Las principales urgencias, como dos personas que deben acudir a diálisis a diario, fueron evacuadas a primera hora de la mañana por la Policía Local. Y en Marrón, en la factoría de piezas mecanizadas (Teknia), se fumaron un cigarrillo en las inmediaciones de un edificio que habían mantenido a salvo de la humedad. «Tenemos un protocolo desarrollado para estos casos desde que en 2016 nos entró un metro de agua», resalta Juan Manuel Palacio, CEO de la empresa. Un dique hinchable ha sido la principal arma contra la riada.
«Hay que esperar a ver los daños materiales que tenemos, pero ahora lo importante es que esto vaya remitiendo y mejore», informaba a última hora de este lunes el alcalde de Ampuero, Víctor Gutiérrez. «A las cuatro y media de la madrugada se produjo la llamada de una vecina alertando del desbordamiento del río en La Nogalera, junto a la plaza de toros, y desde esa hora ya no hemos parado».
Todos los residentes del pueblo miran de reojo la previsión meteorológica, que da un respiro este martes pero prevé nuevas lluvias a partir del miércoles.
En los municipios cercanos a Ampuero la situación está controlada, si bien en Limpias y Colindres han vivido este lunes muy pendientes del cauce del río y de la pleamar. En Ramales la situación ha sido poco más complicada. César García, alcalde de Ramales indicaba que «el problema que tenemos es con el regato de la cueva que no desagua en el río» al encontrarse el río Asón más elevado que el desagüe del arroyo, lo que impide la salida del agua. Esto ha provocado inundaciones en algunos garajes, especialmente en la zona de la bolera y en la zona conocida como la fonda, así como cortes en carreteras locales por la salida del río en los barrios de Helguero y Vegacorredor.
En Guriezo, unos vecinos del barrio de Pomar no han podido ir a trabajar por la mañana por el recorrido habitual. «Mi marido me avisó de que no cogiera el coche, porque él tuvo que ir a trabajar a Bilbao por Trucíos y allí estaba nevado», cuenta esta vecina del barrio Pomar.
Por su parte, Toni Canales, de Carazón, señala que en su barrio no hay problemas para circular, pues queda en la zona alta del municipio. «Nos estamos mandando fotos y vídeos de cómo está la situación. En Vitrinor se ha desbordado y también ha habido inundaciones en las zonas bajas, donde ha entrado el agua a las viviendas. No para de llover, se desbordan los ríos», relata Canales.
Por último, Paqui Marcos, vecina de Adino, señala que vive cerca del puente y que, de momento, el arroyo «viene bien». «Anoche estuvieron los bomberos en Trebuesto, porque se ha inundado en varios sitios. Íbamos a ir a la tarde allí, pero nos han recomendado que no vayamos. El Agüera debe estar revolucionado y no para de llover», lamenta esta vecina.
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