«Estamos desesperados», reconoce el armador del atunero de Colindres bloqueado en Dakar

El resto de embarcaciones son el 'Berriz San Francisco', de Hondarribia; el 'Iribar Zulaika' de Getaria, y el 'Corona del Mar' de Bermeo, aunque navega con pabellón francés y tiene como patrón a otro colindrés. Los cuatro barcos llevan faenando en aguas africanas desde el año 98. Por tanto, acumulan una larga experiencia y conocen muy bien el caladero. Hasta ahora habían logrado sortear todos los inconvenientes. Pero en esta ocasión no ha sido igual.

Su pesadilla arrancó el pasado 1 de enero. «Nosotros ya habíamos pagado las tasas en Senegal y teníamos que recibir la nueva licencia para el año 2022. Pero nos la negaron», explica Solana. Tras tres meses sin recibir ninguna explicación, a finales de marzo hubo una comisión mixta entre la Unión Europea y Senegal para abordar la situación. Fue allí cuando se puso sobre la mesa la existencia de unas deudas de dos embarcaciones gallegas y una guipuzcoana. Los gallegos pagaron su parte. Faltaban los 12.000 euros de un barco de Hondarribia».

«Nos decían que los pagáramos nosotros, pero nos opusimos, porque cada cual debe hacerse cargo de lo suyo», razona. Lo que pasa es que su posición era muy débil. «Nos dijeron que si no pagábamos esa deuda, no habría licencias. Al final, como llevábamos tres meses parados, y no podíamos aguantar más, decidimos pagar esa deuda». La sorpresa vino después. «Pagamos ese dinero, y siguieron sin darnos la licencia». Sus intentos por hacer que desde Madrid o desde Bruselas les aclaren el por qué han resultado infructuosos. «No sabemos nada. Nadie nos dice nada. Para este tipo de cosas es para lo que están las ayudas de la UE. Porque si yo he cumplido con mis obligaciones, y este es un problema entre Senegal y Europa, será Europa la que me tiene que dar a mí la solución», sostiene Manuel.

Aunque estos atuneros faenan también en Mauritania, Cabo Verde, Gambia y Guinea Bissau, la licencia de Senegal es clave. «La carnada sólo existe en Senegal, y sin ella, es imposible que podamos pescar», explica Solana. «Nosotros faenamos como se pesca el bonito en el Cantábrico: con cebo vivo, la sardina, que sólo la hay en Senegal». Para aprovisionarse de esta carnada, contratan a los barcos locales. «Nosotros la compramos a los artesanales de allí, que la pescan en cayucos. Sin esa carnada, no podemos salir a la mar», insiste. Estos atuneros de caña están dedicados a tres especies: el patudo, la albacora y el listado. De las dos primeras apenas quedan ejemplares con respecto a las que había décadas atrás. La flota española tiene asignado un cupo para el patudo, que en el caso del 'Pilar Torre' asciende a 50 toneladas. Para el listado, el más abundante, no hay límites.

Mientras pasan los días, las deudas crecen imparables y se hacen insoportables para los armadores, que cifran las pérdidas en un millón por barco. «Las cuentas son sencillas. Tenemos unos costes por mes que rondan los 50.000 euros entre el pago de licencias, el pago a los consignatarios, el gasoil, los derechos del puerto, y los salarios. A ello hay que sumar las pérdidas por la pesca no realizada, que suelen rondar los 150.000 euros al mes. En total, son 200.000 euros por mes. Y como llevamos cinco meses, suman un millón de euros».

A pie de puerto, en Dakar, permanecen cuatro patrones y un mecánico. Entre ellos, el también colindrés Manuel Herrería, primo de Miguel Ángel. «No pueden dejar los barcos solos, porque si los dejan, nos quedamos sin barcos. No te duran ni un día», resume gráficamente Solana. Su situación es cada vez más desesperada. De un año normal, en el que faean once meses y dedican uno a reparaciones, ya han perdido la mitad. «Aunque nos dejasen salir mañana a faenar, no vamos a recuperar esos gastos». La espera les está minando. «Lo que llevamos peor es la incertidumbre. No sabemos cuándo vamos a salir. Nadie nos dice nada. Ya no tenemos dinero. Si ahora mismo no nos dan ayudas para salir a la mar, lo vamos a pasar muy mal», reconoce.

La situación burocrática les resulta incomprensible. «El problema es que el acuerdo de la UE con Senegal es un acuerdo global, no sólo pesquero, y las autoridades europeas no quieren romperlo. Pero el acuerdo pesquero hay que darlo por roto porque llevan cinco meses sin darnos la licencia. Exigimos a la UE la licencia y las ayudas. ¿Que no pueden conseguir las licencias? Que nos busquen otro caladero», resume. Ellos llevan allí desde el año 1998. Veinticuatro años en los que han tenido años mejores y años peores. Pero en aquella aguas se saben manejar. «Nosotros queremos seguir trabajando, si no es allí, en otro sitio. Que nos ayuden y ya buscamos nosotros dónde ir», explica. Eso sí. No se plantean regresar aquí. «Nuestros barcos no podrían faenar en el Cantábrico, es imposible, no están preparados: no tenemos nevera, es todo vivero, es todo para congelación. La inversión requerida sería grandísima y es inviable», sostiene.

Mientras desde la Secretaría de Pesca siguen pasando la pelota a Bruselas, los armadores han decidido agotar todas las vías. «Aquí en Cantabria acabamos de mantener un contacto con la Directora de Pesca, Marta Lóez, que nos ha explicado que no estaban al corriente de nuestra situación. Se han comprometido a informarse e intentar ayudarnos para que la situación se desbloquee. Bienvenida sea la ayuda», señala. También el Gobierno Vasco está realizando gestiones, en Madrid y en Bruselas, para que esta situación pueda reconducirse. «No podemos esperar más».