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Los vecinos de la localidad de Carasa (Voto) siguen sin entender los motivos por los que el pasado viernes, 16 de agosto, no pudieron celebrar su centenaria fiesta de la Gata Negra tal y como se ha venido desarrollando desde el año 1477. Es decir, ... con la participación de una gata que viaja en procesión dentro de un transportín y finalmente es liberada, presagiando una buena o mala cosecha en función de la dirección que tome.
«Me parece fatal y una falta de sentido que digan que la gata se estresa por ir en transportín y con cohetes, cuando los animales van en transportín si van de viaje o al veterinario y cohetes hay siempre que se celebran eventos. Es una tradición y fiesta de interés turístico regional que no se ha respetado. También los vecinos nos estresamos oyendo y sufriendo estas cosas», reflexiona Carmen Valdés reflejando el sentir mayoritario de los vecinos de este pueblo de Voto, que defienden que el animal «no sufre ningún tipo de maltrato».
«Me ha entristecido que después de tantos años luchando y aguantando insultos y ataques de los que se dicen protectores de los animales, al final la ley de Bienestar Animal les haya dado la razón. Carasa respeta la ley ante todo, aunque no estamos para nada de acuerdo con ella. La gata negra nunca ha sido maltratada y exhaustivos controles veterinarios y por parte del Seprona daban fe de ello y se garantizaba su buen estado antes y después del evento», apunta Andrea Rodríguez, otra vecina que espera seguir manteniendo la tradición, «aunque falte la protagonista de la fiesta».
El sentir general de los vecinos de Carasa es de «tristeza» y «enojo». Domi Gutiérrez, que reside en el barrio de Angustina, cuenta que su padre fue el encargado de soltar a la gata hace ya unos cuantos años. «Estoy indignada. Esta norma es ridícula, llevo 47 años asistiendo a la fiesta y a la gata nunca se la ha maltratado, al contrario siempre ha sigo un orgullo para el pueblo», defiende esta vecina, que espera que el año que viene se solucione este problema «porque no es muy lógico lo que ha pasado».
Y así lo entienden también tanto el alcalde pedáneo de Carasa, Jesús San Emeterio, como el alcalde de Voto, Francisco Maza. El primero es muy claro cuando se le pregunta por la ley que ha impedido la celebración de la fiesta. «Esa ley es un cachondeo. La lista de excepciones es casi mas larga que la propia ley. ¿Qué la han hecho para llevarse por delante las fiestas? No lo entiendo».
Andrea Rodríguez
Vecina de Carasa
Domy Gutiérrez
Vecina de Carasa
Jesús San Emeterio
Pedáneo de Carasa
En el oficio remitido por el Seprona al Ayuntamiento de Voto se advierte de que «la utilización histórica de una gata, la cual es metida en un transportín llevándola en procesión entre ruidos, petardos y soltándose posteriormente en la vía pública pudiera contravenir lo estipulado en la Ley de Bienestar Animal, calificándose de infracción muy grave, pudiendo alcanzar a cuantía de la sanción desde los 50.001 hasta los 200.000 euros». Aunque desde la Guardia Civil no han querido pronunciarse sobre este asunto para no entrar en polémicas, fuentes cercanas al caso han explicado a este periódico que el oficio en el que se advierte del incumplimiento de la ley se sustenta en varios artículos de la normativa. Entre ellos, el artículo 25 d), que «prohíbe dejar animales sueltos o en condiciones de causar daños en lugares públicos (...)» o el art. 25 e), que prohíbe «utilizarlos en espectáculos públicos o actividades artísticas turísticas o publicitarias que les causen angustia, dolor o sufrimiento (...)».
Carmen Valdés
Vecina de Carasa
Francisco Mazo
Alcalde de Voto
Sin embargo, desde el Colegio de Veterinarios de Cantabria su presidente, Fernando Ruiz, asegura que esta ley, como otras, es «interpretable». De ahí que entienda que tendría que ser la Fiscalía o un juez quien determinase si la fiesta se puede celebrar o no como se ha hecho hasta ahora o con algún condicionante. «No me atrevo a decir al cien por cien si se cumple todo el articulado de la ley, porque da lugar a diferentes interpretaciones. No es blanco o negro, también hay grises».
Precisamente, por ese motivo el Ayuntamiento de Voto prefirió el pasado viernes –el mismo día en el que recibió el oficio del Seprona– ser prudentes y no celebrar la fiesta con la gata para no tener que «jugársela» ante un juez, «que puede que nos de la razón o no», según apuntó ayer el alcalde Francisco Maza, quien todavía no tiene claro «qué es lo que se incumple de la ley». Y es que descarta que el animal sufra estrés. «El año pasado no se tiró ningún cohete, la gente le hizo un paseíllo cuando le soltaron y es una gata que vive a unos cincuenta metros de donde se hace el evento, con lo que en cinco minutos está en su casa», describe Maza, que tiene claro que el año que viene se soltará de nuevo «si hay informes jurídicos que lo avalen».
En este sentido, el pedáneo de Carasa entiende que «habrá encaje legal» y por eso va a reunirse con el secretario municipal para ver la viabilidad que hay. «Estamos hablando de una fiesta de interés regional que está en el ADN del pueblo. Vamos a seguir luchando para que la fiesta se celebre como siempre, partiendo de la base de que no se maltrata a ningún animal».
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