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Origen. Pereda en la plaza de Los Mártires de Rasines, donde comenzó a entrenar para los concursos. Alberto Aja
En la Champions de los recortadores, una tarde con el cántabro Juan Cruz
Crónicas de estío

En la Champions de los recortadores, una tarde con el cántabro Juan Cruz

Borja Cavia

Santander

Viernes, 9 de agosto 2024, 07:18

El caminar es tranquilo. Mueve los pies ligeros, con la cabeza alta. Camina hacia su destino, un toro de Brazuelas tras el que sólo hay dos opciones: puerta grande o enfermería. Las manos en los bolsillos transmiten tranquilidad, aunque cuando el animal se arranca el corazón de los espectadores deja de palpitar una milésima de segundo. Juan Cruz Pereda Leiva (Rasines, 9 de diciembre de 1997) aguanta, resiste estoico lo que se le viene encima. Y, cuando los pitones ya se acercan peligrosamente, gira para burlar los pitones de su oponente por escasos centímetros y, así, meterse en el bolsillo el Concurso de Recortadores de Santander, parada del certamen organizado por Onetoro y, para los neófitos, la Champions del toreo a cuerpo limpio.

«Que soy el campeón sí lo he asimilado», confiesa sobre la arena de la plaza de toros de Rasines, «pero todo el aluvión de felicitaciones del mundo del toro no». Sincero y risueño, disfrutando del momento, reconoce que el teléfono no ha parado de sonar desde que fue elegido el mejor.

Juan Cruz es el Óscar Freire de aquel Mundial del 99, la Grecia de la Eurocopa del 2004. A nivel taurino, el César Rincón del 91. Él y su entorno sabían que estaba preparado, que su oportunidad iba a llegar y que Santander era el escaparate que necesitaba para mostrar al mundo del recorte que Rasines tiene torero. Esqueleto frágil con corazón grande, una afición cimentada en horas y horas de carretón y capea y en viajes a la estepa castellana para ponerse delante de las vacas que han fabricado al campeón de Cuatro Caminos.

De todos los escenarios posibles, Pereda reconoce que «el que más me había imaginado era el de salir campeón, pero te pasan todos por la cabeza». Eso incluye malos quiebros, desajustes y, peor incluso, cogidas.

Reverso ganador. Juan Cruz ejecuta una de las suertes que le dio el título en Santander. Daniel Pedriza

Ahora el camino ya es imparable. Aprovechando la oleada de festejos en tierras de Castilla y León para coger horas de capea, ha visitado Iscar, La Seca o El Carpio, localidades donde el toro es el epicentro de los festejos taurinos, antes de volver a calzarse blanco para la próxima cita del circuito, la semifinal, que tendrá lugar en Huesca mañana y en el que tendrá como rivales a sus acompañantes en la final de Santander y a los clasificados en las citas de Burgos y Valladolid.

Parte importante del camino al éxito han sido Aarón, Jairo, Héctor y el resto de componentes de Cantabria Brava, una asociación creada para impulsar el festejo popular en la región y cuya intención es soltar un toro de cajón en las fiestas de Ampuero.

El límite, de haberlo, lo pondrá el toro, ese animal poderoso que, como diría el otro, da y quita razones. Cortijos y fincas en caso de los de luces, en el mundo del corte el dinero está, todavía, por llegar. Peón albañil a las órdenes de su padre, Pereda se acuerda ahora de todas esas horas metidas en viajes y capeas. «Después del concurso se me venía a la cabeza todo el entrenamiento, todas las veces que me he tirado de rodillas y todas los reversos que he hecho en las fincas».

Esfuerzo, sacrificio, tiempo...y dinero. Porque para llegar hasta donde está tanto Juan como sus compañeros han tenido que invertir mucho dinero en vacas y hoteles. «Con el carretón, cedido por la Tercera Bomba de Ampuero, estamos poco, la mayor parte del entrenamiento lo hacemos en fincas. Vamos a la de Sotoverde, en Valladolid, y una o dos veces al año a la del maestro Capea, que tiene vacas que son casi como toros». Y, claro, cada visita a las fincas supone un desembolso en animales. «Ponemos un bote entre todos y para las vacas que nos dé el dinero».

Incapaz de asimilar todos los mensajes de felicitación que le han llegado, reconoce que, como los toreros de a pie cuando salen a hombros de Las Ventas, ya ha tenido ofertas para viajar a recortar por España. «Me han dicho de todo, los mensajes, la verdad, que me han llenado el corazón». Uno de los más felices tras la decisión del jurado fue Sergio Castro, alcalde de Rasines y fiel seguidor de Juan Cruz. «Estuvimos unos cuantos vecinos en la plaza y para nosotros es un orgullo tenerlo en lo más alto. Le hemos visto desde pequeño en nuestra plaza y hemos visto forjar una carrera que esperemos que siga con su progresión», apunta Sergio.

Ha pasado apenas una semana desde que tocase el cielo, pero Juan Cruz sólo piensa en el siguiente paso. Para llegar hasta él, lleva varios días entrenando bajo el sol en el coso de los Mártires, donde empezó todo, donde dio sus primeros pasos y desde donde ha puesto a Rasines en el mapa de un mundo del recorte en el que Cantabria ya ocupa su lugar. Una mota de agua en el océano, sí, pero ya con un trofeo importante en el palmarés. El que llevó a Juan Cruz al cielo en Cuatro Caminos.

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