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IRENE BAJO
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Domingo, 18 de julio 2021, 07:24
Qué comían, sus hábitos, cuánto podían desplazarse en busca de alimento y, en definitiva, cómo vivían los últimos seres humanos que practicaban la caza, la pesca y la recolección para su sustento. Algunas de estas incógnitas podrán ser resueltas gracias a los hallazgos del equipo ... de investigadores del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) que, durante este mes de julio, han estado inmersos en la segunda campaña de excavaciones en la cueva de La Chora, en San Pantaleón de Aras (Voto).
De los restos encontrados se deduce, por ejemplo, que estas poblaciones se alimentaban de marisco que recogían desplazándose unos pocos kilómetros hasta la cabecera del estuario del Asón, pero también de lo que cazaban y, por lo tanto, tenían una dieta variada.
Se trata de un yacimiento «relevante» para los directores de esta investigación, los especialistas en bioarqueología y paleoclima, Igor Gutiérrez Zugasti (IIIPC) y Asier García Escárzaga (Universidad de La Rioja), debido a la detallada información que puede proporcionar sobre las formas de vida de las poblaciones que vivieron durante el periodo mesolítico, que se corresponde con la época en la que vivieron los últimos cazadores, recolectores o también pescadores, antes de la llegada de la agricultura y la ganadería, explican los expertos.
Tal como indican, ya en una primera campaña de aproximación al yacimiento realizada en 2017, se puso de manifiesto la existencia de dos unidades de 'conchero mesolítico', esto es, enormes amontonamientos de conchas y otros restos de alimentos y actividades desarrolladas durante la ocupación del sitio, y que han sido datadas alrededor de hace 8.000 y 10.000 años, respectivamente.
De hecho, la campaña la actual tiene el objetivo de excavar en detalle esas unidades y profundizar en el estudio de estas sociedades prehistóricas. Los investigadores han desvelado algunos datos fruto de los primeros resultados. De éstos, se desprende que los grupos humanos que habitaron la cavidad en esos periodos basaron buena parte de su alimentación en el consumo de mariscos, como ostras, almejas o mejillones y que, para llevar a cabo la recolección, se desplazaron cuatro o cinco kilómetros hasta la cabecera del estuario del río Asón, aunque también se han constatado desplazamientos hasta la costa abierta, a unos diez kilómetros del yacimiento. Esto ha permitido establecer la hipótesis de que estas poblaciones contaban con un amplio territorio de captación de recursos alimenticios y que se movían entre la costa y el interior.
Además, los expertos aseguran que este tipo de concheros no son muy abundantes en la región, por lo que la excavación de La Chora supone una gran oportunidad para estudiar las formas de vida y la movilidad de estos grupos humanos. Otra peculiaridad del yacimiento es la gran presencia de restos de ciervos, corzos, cabras y jabalíes, que probablemente capturaron en las proximidades, por lo que la caza debió ser una actividad importante, lo que indica que su dieta era diversa.
Por otro lado, tras la excavación, los materiales recuperados serán sometidos a diversos análisis con el fin de obtener nuevos datos sobre las formas de vida, el clima y el entorno en el que vivieron estas poblaciones mesolíticas. Uno de los objetivos es determinar el papel que jugaron en la dieta humana otros alimentos menos visibles en el registro arqueológico, como el pescado y los vegetales. Las próximas campañas pretenden centrarse en la localización de restos más antiguos, correspondientes al Paleolítico.
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