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Ampuero ya es una fiesta continua. Lo es desde las ocho de la tarde de ayer, cuando el chupinazo disparado a los cielos desde la balconada de la casa consistorial atronó en los cielos de una villa entregada a sus fiestas patronales. A pie ... de plaza de la villa la multitud multiplicó el estruendo de un cohete anunciador de una cita que estrena por fin su condición de Fiesta de Interés Turístico Nacional, adquirida en 2019. La intensidad comenzó a subir de nivel una hora antes, cuando el Monumento al Encierro se convirtió en el punto de encuentro de peñas y charangas para dirigirse al Ayuntamiento. Enseguida el escultórico mozo quedó con el pañuelo colorado anudado alrededor del cuello, siempre sin perder de vista las astas del toro. El blanco impoluto por el que se optó de forma abrumadora, sólo tuvo el contrapunto en la indumentaria de los músicos que en ningún momento dejaron de sonar a todo lo que daban pulmones, manos y gargantas.
La multitudinaria comitiva discurrió estirada a lo largo de un trayecto que dio pie al reencuentro de viejos amigos. También llegaron los primeros abrazos y sonrisas. Una de las más expresivas, la de Íñigo Sainz-Maza, el joven capitán del Racing, consciente de que pocas cosas pueden causar más orgullo para un ampuerense que ser nombrado pregonero de las Fiestas de la Virgen Niña. Los integrantes de su peña, La Rana, pese a ser los primeros en llegar, cerraron el pasacalles con una enorme pancarta con imágenes de la evolución del jugador desde las categorías inferiores, con el 6 que luce en su elástica y la leyenda 'El niño de la plaza'.
Su emoción quedó a la vista en el trayecto hasta el balcón del Ayuntamiento, a rebosar de autoridades, encabezadas por el alcalde, Víctor Gutiérrez, y el vicepresidente de Cantabria, Pablo Zuloaga, así como representantes de distintos municipios del Asón y miembros de la Corporación Municipal. En sus palabras a sus paisanos, Sainz-Maza recordó que «desde niño he participado en las fiestas» y destacó que «lo mejor es ver cómo todo el pueblo de Ampuero se vuelca en ellas».
Tras elogiar a las peñas «que se esfuerzan en que las fiestas sean de diez para los habitantes del municipio y para los muchos turistas que nos visitan», destacó que «el alma de las fiestas somos todos y cada uno de nosotros, porque los ampuerenses las llevamos muy dentro». Fue entonces cuando todos los pañuelos se alzaron al cielo, y comenzó la interpretación del himno, 'A Orillas del Asón', que muchos entonaron con un nudo en la garganta al recordar los tres años de ausencia de uno de los momentos más esperados del año. El final fue rematado por los consabidos ¡vivas! a la Virgen Niña, y a Ampuero, Cantabria y España, desatándose la locura con la explosión del chupinazo.
Previamente, el alcalde, Víctor Gutiérrez, había tenido un recuerdo emocionado «para quienes ya no están con nosotros pero con los que compartiremos desde el corazón estas fechas». «Ahora es tiempo de volver a ilusionarnos, de vestirnos de blanco y rojo, de reencontrarnos con nuestros seres queridos. en un ambiente de amistad», destacó.
Cumplidos los descorches de rigor, y con el personal bien empapado de alegría, llegó el momento de cumplir con otra de las citas obligadas. La misa mayor en favor de la Virgen Niña. A su término, la procesión de las Antorchas volvió a poner la piel de gallina por esa mezcla de fervor, tradición y encanto de cientos de pequeñas velas alumbrando la talla de una patrona orgullosa de estar de vuelta en un ritual que cada año se renueva y evidencia el apego de las gentes de Ampuero por sus tradiciones.
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