La encina de Bustablado será talada

La comunicación fue sellada el viernes pasado, justo en la jornada en la que se procedió a trocear la parte desplomada sobre el tejado de la iglesia de Bustablado, una vez tomadas las muestras para el pertinente parte de daños. Ese mismo día operarios forestales se aprestaron, por indicaciones del alcalde, a realizar una poda selectiva de distintas quimas de la parte que aún sigue en pie. Todo con el objetivo de eliminar los riesgos de su vencimiento hacia el lado de la casa más cercana, al no contar con el contrapeso que durante siglos le procuraba su trozo de tronco desgajado.

Resuelta la incertidumbre, ahora toca esperar a que se materialice la tala controlada de la encina. “De momento hemos seguido aliviando su peso con distintas podas selectivas, y ahora que hemos recibido el informe, tomaremos una decisión en los próximos días”, explica Carrascal. “Estamos tranquilos porque en estos momentos ya no corre peligro de que caiga ese trozo que sigue en pie”, insiste mientras supervisa la retirada de las quimas ya podadas.

La determinación sigue siendo replantar un nuevo ejemplar de encina en el mismo lugar donde asoma el actual desde hace más de doscientos años. Una operación que tendrá que resolver algunos imprevistos. “Claro que queremos poner un ejemplar más joven. El problema que tenemos es la raíz del actual, que es grandísima, y no tenemos claro cómo se puede hacer para dejar listo el terreno. Tiene una raíz impresionante”, remarca. Su observación coincide con lo apuntado en los últimos días por algunos vecinos, que incluso aseguraban que parte de las raíces habrían podido atravesar por debajo de la iglesia hasta irrumpir en la zona de la sacristía. En su día, dicha situación motivó la consulta del anterior párroco a expertos forestales.

En cuanto al ejemplar futuro, el alcalde de Arredondo señala que “hablaríamos con el Gobierno de Cantabria, que tiene viveros, para que nos procurase el ejemplar más idóneo para este lugar”. Lo cierto es que pese a las enormes suradas del pasado fin de semana, la encina se ha mantenido sin suponer riesgo alguno para las edificaciones más inmediatas, gracias a la poda ordenada de urgencia por el propio alcalde. Él fue de los primeros en la noche del pasado miércoles al punto donde el tronco seccionado se vino abajo, causando algunos desperfectos a la cubierta de la iglesia, y brindando un alivio por haberse producido su caída a una hora en la que el entorno de la plaza estaba desierto. La caída movilizó a efectivos de Protección Civil y de los Bomberos del 112, que ya de madrugada dejaron asegurada la zona para evitar cualquier sobresalto. El jueves fue una jornada de transición a la espera de los informes definitivos.

Dentro de las curiosidades que rodean a este ejemplar al borde de la desaparición, “el único monumento que teníamos en el pueblo”, como repiten unos y otros, está la que refiere un porte aún más espectacular de la centenaria encina hace ahora 70 años. En aquella ocasión una enorme nevada hizo que el peso soportado por algunas de las partes del árbol acabase seccionando un trozo de enormes dimensiones. Serán los recuerdos los que llenen el vacío dejado por la encina cuando, en los próximos días, se proceda a su tala definitiva.