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IRENE BAJO
Arredondo
Sábado, 7 de marzo 2020, 07:44
Tres años lleva el Ayuntamiento de Arredondo esperando que se ejecute el proyecto de rehabilitación de la ermita rupestre de San Juan de Socueva, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), pero son muchos más los que lleva esta joya patrimonial de 'La capital del mundo' agonizando.
El pasado lunes se llegó a un punto de no retorno en el que el alcalde, Leoncio Carrascal, decidió cerrar el templo para evitar una desgracia. Una verja y unas cadenas dan la bienvenida ahora a los visitantes, y un cartel informa del «peligro de derrumbe» que ha abocado a prohibir el acceso a la ermita, y hace alusión a las esperadas obras, ya que el pequeño templo permanecerá cerrado «a la espera de licitar la obra por parte de la Dirección General de Patrimonio».
La adversa climatología de esta semana y las fuertes rachas de viento llevaron al regidor a tomar esta decisión, ante el temor de que algún visitante pudiera sufrir algún daño ante el mal estado que presenta el edificio. Existen, según detalló el regidor, tejas sueltas, que se pueden terminar de desprender y caer encima de las personas que acceden al templo.
Encima de la mesa hay un proyecto redactado desde el año 2016 y el Pleno del Ayuntamiento aprobó las obras un año después, aunque siguen pendiente de licitarse y Carrascal no ha dejado de insistir en que hay que llevarlo a término. Aun así, el Ayuntamiento lleva mucho más tiempo clamando por su rehabilitación.
En 2017 la Consejería de Cultura anunció su compromiso de reformar el edificio y presentó el proyecto al Ayuntamiento de Arredondo. La rehabilitación consistiría en el arreglo del tejado interior, el cerramiento, el retablo, los accesos exteriores y la fachada. Una actuación integral que se completaría, según se anunció entonces, con la eliminación de los anclajes instalados en la pared exterior y la sustitución del actual sistema eléctrico por paneles solares. Las obras estaban presupuestadas en 66.000 euros. El alcalde recordó además que el proyecto estaba contemplado en los presupuestos del Gobierno de Cantabria de 2018. Sin embargo, la actuación no llegó a ejecutarse.
Tanto Carrascal como su predecesor, Luis Santander, han manifestado reiteradamente su preocupación por el estado de la ermita, que está parcialmente construida utilizando una pared de la cavidad rocosa en la que se encuentra, por lo que es considerada una ermita semirupestre. Se trata de un templo construido entre los siglos VII y X, y declarado Bien de Interés Cultural desde el año 1985, si bien la Consejería de Cultura amplió el entorno de protección de la ermita en el año 2012 con el objetivo de preservar el carácter agreste y las vistas del templo desde los accesos al mismo.
Sobre la protección de este BIC también se ha visto obligado a actuar el Ayuntamiento con otro aviso colocado unos días antes del cierre de la ermita, en el que se informa de la prohibición de la práctica de la escalada en su entorno. «Encima del tejado habían puesto dos anclajes para escalar y es una zona protegida».
A preguntas de este periódico, desde el gabinete de comunicación de la Consejería de Cultura, informaron que la Dirección General de Patrimonio Cultural se encuentra redactando el pliego de condiciones que regirá la licitación del proyecto, y se prevé que pueda salir a licitación en el mes de mayo, con el objetivo de que las obras comiencen a ejecutarse este año.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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