«Espero una condena ejemplar para el joven que asesinó a mi hijo Mario»

«Espero que el acusado tenga una condena ejemplar, aunque tal y como está la ley en unos pocos años empezará a disfrutar de permisos para salir a la calle», lamenta Jesús.

Él y su mujer se encontraban durmiendo en su casa ese fatídico 16 de mayo, cuando dos agentes de la Guardia Civil llamaron a su puerta de madrugada, a las 05.45 horas. El mundo se les vino encima, habían perdido a su hijo mayor, un joven de 18 años que aspiraba a ser profesor de Educación Física y tenía toda la vida por delante.

Desde entonces están sobrellevando la tragedia como pueden, con unos días mejores que otros, y entregados a su trabajo, el albergue que regentan en Rasines desde hace años y en el que acogen a decenas de jóvenes a los que tratan como mucho cariño.

Ante la inminente celebración del juicio por el asesinato de Mario, tanto a Jesús como a su mujer les ha aflorado el «nerviosismo» y la «ansiedad». «Vamos a ir para saber lo que pasó, pero queremos olvidarnos de este tema cuanto antes», afirma el padre de Mario, que durante estos años ha seguido cada paso del procedimiento de la mano de su abogado.

Desde que perdió a su hijo, nunca ha mostrado sed de venganza. Simplemente ha esperado pacientemente a que la Justicia haga su trabajo. Eso sí, ha defendido desde el primer momento que la responsabilidad de lo que pasó no fue solo culpa del acusado, «sino también de los amigos porque no hicieron nada para que se deshiciera de esa navaja con la que asesinó a mi hijo. Tienen que pagar por lo que pasó».

Por eso, en función del resultado de este juicio estudiará con su abogado la posibilidad de reclamar esa responsabilidad de los amigos de Jorge Cervantes. «Vemos todos los días agresiones entre chavales que acaban mal y creo que habría que endurecer las penas para que los jóvenes sean conscientes del castigo que les puede caer antes de cometer una acción que les puede llevar unos años a la cárcel».

Para poner en contexto el caso de Mario Fuentes hay que retrotraerse hasta ese 16 de mayo de 2021, cuando sobre las 03.50 horas, el sospechoso –condenado a abonar 900 euros de multa por un delito leve de maltrato y otro de amenazas, como consecuencia de una pelea previa– se encontraba en las inmediaciones del descampado situado en la calle El Tejo de León junto con un grupo de amigos. Según el relato de la Fiscalía, en un momento dado se inició una discusión con otro grupo de jóvenes allí congregados entre los que se encontraba la víctima. En el seno de esa discusión, «la víctima emprendió la huida, siendo perseguido por el procesado, quien, durante la carrera y con ánimo de acabar con su vida, le clavó en el costado izquierdo –de forma súbita y sorpresiva y sin que éste tuviera ninguna posibilidad de defenderse– una navaja con una hoja de unos 16 centímetros de longitud. Con ese navajazo, Jorge ocasionó la muerte de Mario».

Tras un relato similar sobre lo ocurrido aquel día, la acusación particular añade que, tras la agresión, el acusado huyó del lugar y se puso en contacto vía WhatsApp con un amigo a quien envió su ubicación y le dijo que había apuñalado a una persona pidiéndole que fuera a buscarle en las inmediaciones de la localidad de Navatejera. Cuando el amigo llegó al lugar indicado el encausado se encontraba con otras dos personas y le trasladó hasta la zona de Eras de Renueva, donde se encontraba su domicilio.

«Realizadas las oportunas investigaciones, cuando la Policía se dirigió al domicilio del acusado, este, lejos de colaborar, se negó a abrir la puerta a pesar de que los agentes constataron su presencia en el interior de la vivienda, no siendo hasta que intervino un letrado, cuando este le conminó para abrir la puerta y se le pudo comunicar la detención, negándose en un primer momento a entregar la navaja que fue intervenida y que mantenía escondida en un armario». Según sostiene la acusación particular, con el fin de obstaculizar la investigación, el acusado rompió el teléfono móvil, «que quedó totalmente inservible».

La Fiscalía solicita 22 años de cárcel por un delito de asesinato y una indemnización para los padres y el hermano de la víctima de 177.000 euros, mientras que la acusación particular interesa 20 años y eleva la indemnización hasta los 290.000 euros.