Cuatro espeleólogos atrapados en la cueva Vallina, de Arredondo

El Gobierno de Cantabria activó a última hora del domingo el protocolo operativo de rescate en cueva para ayudar a salir a cuatro espeleólogos que se encontraban realizando exploraciones y cartografías en la cueva de Vallina, en el municipio de Arredondo. En principio, según informaron desde el Ejecutivo pasadas las diez de la noche, las personas atrapadas se encontaban en buen estado en ese momento, pero la crecida de una corriente de agua interior en más de un metro en unas horas les ocasionó dificultades para atravesarla, lo que retrasó su salida hacia el exterior más tarde de lo previsto.

Hasta la zona se desplazaron equipos de Protección Civil y de Emergencias del 112 con el objetivo de montar un equipo de rescate con material y neoprenos. La idea era ayudar a los cuatro espeleólogos –personas muy experimentadas, según indicaron desde el Gobierno– a salir de la cueva. De esta manera, se activó un Puesto de Mando en Arredondo, y en concreto, en el local de la Federación Cántabra de Espeleología, y se activó al coordinador de emergencias de la zona y al técnico de guardia, además de solicitar apoyo, como sucede en estos casos, al GREIM de la Guardia Civil de Potes, a la Cruz Roja y la Unidad Militar de Emergencia (UME), para su conocimiento. Además, varios vehículos del operativo quedaron en el polideportivo de la localidad.

Según pudo saber este periódico, la expedición, que estaba el sábado ya en la zona, está compuesta por un total de siete personas, que se adentraron en una cavidad «formada por amplios túneles, estrechas gateras y atractivos pozos», según páginas especializadas en espeleología. Tres de ellos salieron durante la mañana del domingo, pero, al ver que sus compañeros tardaban más de lo previsto, dieron la voz de alarma y contactaron con el 112. Estos tres compañeros, de hecho, volvieron a acceder a la cueva durante el día, una vez avisados los servicios de emergencia, para tratar de ayudar a los otros cuatro.

En todo caso, con unos (los que sí podían salir) y con otros (los que permanecían anoche atrapados) se ha mantenido contacto. A última hora, los tres espeleólogos que dieron el aviso ya habían salido de la cavidad en perfecto estado. En el grupo hay deportistas procedentes de Barcelona, Castellón, Valencia, Zaragoza, Madrid y Cantabria (uno de ellos).

«Tres se quedaron controlando el sifón de agua para ver si bajaba y otros cuatro en el vivac. A las cuatro bajó el agua bastante y a las cinco, los tres que estaban vigilando se pusieron en marcha para salir y los otros se quedaron porque corrían riesgos. El sistema de agua interior de la cueva se vacía y se llena como 'a trompicones'. Es una cueva donde se juntan varios ríos interiores», explicaban algunas de las personas que se encontraban en el puesto de mando, donde aseguraban que los espeleólogos que quedaban dentro tenían «ánimos, comida, ropa y un buen vivac». «Son expertos, saben lo que hacen y están en un sitio seco. Han intentado salir, pero no han podido y lo mejor es esperar y entrar con neoprenos», confirmaban. En todo caso, midiendo los tiempos, puesto que la previsión para este lunes es de un aumento de temperaturas, con la posibilidad de deshielo.

La zona es de sobra conocida en el mundo de la espeleología y muy frecuentada por deportistas de España y de otros países. Un paraíso para los amantes de estas actividades, pero que, en ocasiones, juega malas pasadas. A principios del pasado mes de agosto, tres espeleólogos valencianos (dos varones y una mujer de mediana edad) tuvieron que ser rescatados de madrugada tras perderse mientras realizaban la travesía Tonio-Cañuela, ubicada también en Arredondo. Ante el retraso en la hora estimada de salida de la cavidad, el Gobierno de Cantabria activó el dispositivo de búsqueda en cuevas a medianoche. Les encontraron perdidos, con síntomas de cansancio y frío, pero no fue necesario su traslado al hospital.

Peor suerte corrió unos días antes (a finales de julio) un espeleólogo francés que falleció en una cueva en el entorno del Portillo de La Sía, en el valle de Soba. Fue debido a un gran desprendimiento de rocas. Según el relato de sus dos compañeros –un hombre y una mujer–, el accidente se produjo cuando parte del techo de la cavidad se derrumbó sin que ninguno de ellos pudiera ayudarlo, por lo que abandonaron la cueva para pedir auxilio.

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