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La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Cantabria ya ha identificado al joven, de 23 años, que saltó a la ría del Asón desde el techo de un coche que circulaba por el viaducto de Colindres, en la A-8, en dirección a ... Bilbao, y al conductor del vehículo en el que viajaba.
Según informaron ayer a El Diario Montañés fuentes cercanas a la investigación, el trabajo del Grupo de Investigación y Análisis del Grupo de Tráfico (GIAT), con sede en Santander, ya ha dado sus primeros frutos con la identificación tanto del autor de la temeraria acción, que tiene 23 años de edad, pero se desconoce su identidad, como la del conductor del vehículo desde el que se produjo el salto.
Tanto el joven que saltó como el conductor podrían enfrentarse, según avanzan fuentes de la Guardia Civil, a un posible delito contra la seguridad vial, que está castigado con pena de prisión de seis meses a dos años, o multa de 12 a 24 meses, y en cualquier caso, trabajos en beneficio de la comunidad de 10 a 40 días.
Sin embargo, fuentes judiciales explicaron a este periódico que al único que podrían imputarle un delito contra la seguridad vial sería al conductor del coche. «Podríamos estar ante una hipotética conducción temeraria», apuntan.
En el caso de que el coche circulara a una velocidad demasiado baja, no estaríamos ante un delito sino ante una sanción administrativa o multa, teniendo en cuenta que la normativa prohíbe la circulación en autopistas y autovías de vehículos a motor a una velocidad inferior a 60 kilómetros por hora.
Sobre el joven de 23 años que salta a la ría del Asón, estas mismas fuentes consideran que no comete ningún delito: «Como mucho estaríamos ante un tentativa de suicidio al estar poniendo en peligro su vida. Pero eso no está penado, al igual que el suicidio».
Desde que la noticia saltara a los medios de comunicación han sido numerosos los comentarios registrados en redes sociales criticando la peligrosa acción.
El psiquiatra Baltasar Rodero considera que estamos ante una sociedad que «ama el riesgo» y, los adolescentes «cultivan fundamentalmente diferentes tipos de riesgos y hechos peligrosos». «Se trata de retos que se plantea la juventud, la adolescencia, para intentar afianzarse en la vida, aumentar su seguridad, y, fundamentalmente, para fijar la atención de los demás».
En este sentido, Rodero señala que este tipo de conductas se llevan a cabo durante la práctica de actividades deportivas que generan una importante complejidad como el barranquismo, la escalada... «Para llamar la atención», insiste. «Lo que busca el adolescente es su identidad y lo hace provocando riesgos que pueda ir superando y que, de alguna forma, le dan cierta seguridad. Y además le dan cierto placer por la liberación de adrenalina».
Este experto psiquiatra resume este tipo de actitudes, cada vez más frecuentes entre jóvenes que luego las promocionan en las redes sociales para que se viralicen, como una «búsqueda de placer, de la satisfacción y de la fantasía poniendo en riesgo su vida». «Eso les vale para fijar la atención de los demás y para demostrar su valía, su capacidad. Se sienten más grandes que nadie. Hablamos de narcisismo», concluye.
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