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Los 14 kilómetros de distancia que separan Ramales de la Victoria del municipio vizcaíno de Carranza quedaron reducidos ayer a 10 metros. Esa es la longitud de la manguera amarilla que conecta el depósito de la potabilizadora ramaliega situada junto a la presa de Don ... Cecilio con la cisterna de un camión de 28.000 litros de capacidad para garantizar el abastecimiento de la localidad vizcaína. Un bypass de solidaridad acordado por los alcaldes de ambos municipios en el tiempo que dura una llamada entre vecinos bien avenidos. El acuerdo contempla la cesión de 200.000 litros diarios mientras la situación lo requiera. Si la situación se volviese aún más crítica, ya hay conversaciones con el Gobierno de Cantabria para permitir hacer captaciones de la red regional en Ampuero. De momento, el acuerdo es a dos bandas entre dos localidades cuyos alcaldes, César García y Raúl Palacio, hablan el idioma universal de la empatía. A las 12.02 del mediodía, técnicos del agua de Carranza abrieron el grifo del depósito cántabro y activaron una bomba eléctrica que permite el llenado de la cisterna en 20 minutos. Otros cuarenta minutos son necesarios para que el camión llegue al barrio de San Esteban carranzano. Su vaciado se come otros cuarenta minutos. Y vuelta a empezar con el ciclo del agua para los dos camiones que se alternarán hasta totalizar los siete viajes diarios.
Los ramaliegos están en deuda de gratitud con la naturaleza. Su exuberancia incluye algunas de las cavidades más admiradas del mundo. Precisamente es una surgencia subterránea la que alimenta de caudal Fuente Iseña, un río de apenas un kilómetro de longitud, afluente del río Asón, de donde Ramales capta el agua con el que sacia su sed. Este verano ha brindado el recurso hídrico a Soba, a Rasines, y a los efectivos contra incendios de la consejería de Ganadería y Desarrollo Rural. Lo de Carranza era algo que ya contemplaban, reconoce César García. «Semanas atrás se puso en contacto conmigo Raúl y me dijo que casi seguro iban a tener problemas de agua este verano». También le comentó que el Gobierno Vasco no acudiría en su ayuda. «A mí me parece insolidario. Hace poco salió en los medios que estaban llevando agua en barco a Bermeo. Es indignante que un gobierno no ayude a la sociedad en una cosa tan básica como es el suministro del agua. Me parece bastante fuerte», dice sin querer ir más allá. A diferencia de otras ocasiones, César se ha visto obligado a poner un precio a tan valiosa mercancía, en previsión de que la necesidad se alargue en el tiempo. «Nosotros el agua la distribuimos por bombeo. Debido al alza de los costes de la energía hemos pasado de pagar 100.000 euros de luz en el año 2020 a una previsión para este ejercicio que rondará los 300.000 euros». La tarifa a abonar por el ayuntamiento vizcaíno será la misma que pagan los propios ramaliegos. «Esperemos que el tiempo mejore, que llueva y que no haga falta prolongarlo en el tiempo», concluye.
Al otro lado de la manguera, Raúl Palacio se apresura a agradecer la solidaridad de sus vecinos de Ramales de la Victoria, que hace extensiva a los cántabros. «Yo agradezco esa colaboración en situaciones de emergencia como la que estamos viviendo. Creo que es la forma de correcta de actuar y nosotros hubiéramos hecho lo mismo. Lo agradecemos sinceramente», señala. A partir de ahí, expone la delicada situación de un municipio con 2.800 habitantes más 12.000 cabezas de ganado. Los tres millones de litros de agua diarios se convierten en una misión imposible en veranos como el actual. «En el municipio tenemos dos balsas de captación donde se acumula el agua en invierno. El problema es que una de ellas la hizo la Diputación hace diez o doce años y tiene problemas estructurales desde el inicio. Como consecuencia, sólo podemos llenarla a un 43% de su capacidad. En condiciones normales nos arreglaríamos, pero l o de ahora no es normal». Considera que la Diputación usa la negativa como forma de presión para que se adhieran al Consorcio de Aguas Bilbao Vizcaya. «Nos imponen dos condiciones que son inaceptables. Nos obligan a una inversión de 10 millones de euros, que nos llevaría a la quiebra. Y además, en base a un estudio suyo consideran que más del 70% de nuestras explotaciones ganaderas tendrían que cerrar. Con lo cual, nosotros decimos que no», concluye.
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