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«Esto se tiene que solucionar, así no se puede vivir. Es insostenible. Se les está yendo de las manos desde hace unos años y ahora se va a desmadrar. No sé si quieren acabar con el mundo rural o qué intereses hay». Gorka Fernández ... habla con impotencia mientras explica que el lobo le mató a una potra recién nacida. «Tengo a las yeguas en el Parque Natural de los Collados del Asón. Era la primera que había parido, e iba a subir a bajarla para ponerla a salvo, pero el lobo no me ha dado la oportunidad», lamenta.
En su caso, llueve sobre mojado. Lleva diez años como ganadero. Posee 112 vacas, 70 cabras y 20 yeguas. Y en los últimos cinco años calcula que el lobo le ha matado a unos ochenta animales. «Me siento indefenso. No puedo hacer nada más que perder a mis animales», se lamenta. Ni siquiera la expectativa de una indemnización le sirve de consuelo. «Esa potra valdría bastante más de lo que supuestamente me van a pagar, si es que me pagan algo. Es de unas yeguas que ya tenía mi abuelo y que tienen un gran valor genético. Es de una raza de yeguas hispano-bretonas que ha habido toda la vida en el valle, son muy duras y criadoras», explica.
En cuanto a posibles soluciones, señala que el primer paso debe ser el control poblacional del lobo. «Eso es lo primero. Porque no es lo mismo tener un daño que tener diez o doce daños cada paisano. Esta es la ruina para el ganadero. Hace tres días a un vecino mío le han matado dos ovejas, aquí, encima de casa. Y la guarda ha dicho que cree que son los mismos lobos, que al parecer hay una loba recién parida».
En sus palabras se mezcla la resignación y el hartazgo. «Que vengan 'los de Santander' y dejen a la familia y estén veinticuatro horas con los animales, a ver qué les parece. Nosotros también tenemos familia y tenemos vida», razona. Lo peor es la sensación de que le puede volver a pasar. «No sé si dentro de poco me van a matar a otro de mis animales. Tengo cuarenta terneros y dentro de un par de meses van a tener que subir al monte».
Gorka ve muy negro el futuro. Él decidió retomar la tradición familiar de sus abuelos. Desde hace una década se dedica a la cría de vacas, cabras y yeguas. «Son todos para la producción de carne: cabritos, terneros y potros». Lo que no contaba era con la voracidad de unos lobos que han diezmado su cabaña, y amenazan con quitarle su medio de supervivencia. «Así no podemos seguir. A ver si de una vez hacen algo», concluye.
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