El orgullo musical de Ramales
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El Diario Montañés asiste a los preparativos de los conciertos navideños de la Banda Municipal del pueblo, una agrupación con más de cien años de historiaEs un miércoles de diciembre y hace una noche de perros. Oscura, fría, lluviosa... Los pocos que pisan los charcos por la estación de autobuses de Ramales se suben los cuellos del abrigo. Nada especial si no fuera porque allí, de pronto, se escucha la ... melodía de 'Blanca Navidad'. La música sale de la primera planta del colegio Príncipe de Asturias. Justo en frente. No es una grabación –aunque suene francamente bien–. En un par de ventanas hay unas cortinas entreabiertas y se ve la silueta de unos músicos. En realidad son más de treinta y están ensayando. Hoy mismo tienen un concierto y mañana, otro. Los de Navidad. Pero, además de eso, están haciendo otra cosa. Seguir alimentando la historia de una Banda Municipal con 136 años de historia. «La banda es sagrada. Aquí, en Ramales, tenemos las cuevas, tenemos el Asón... Y la banda». Cosa seria. El Diario Montañés se cuela en su ensayo navideño.
Está Victoria, la guía de Covalanas, que toca el clarinete. Abel, el periodista, que sale del periódico corriendo con la trompeta en el asiento de atrás del coche. Vitorín, de 87 años (es el más mayor), está al fondo, con la percusión, junto a Gelín, que lleva más de medio siglo en la banda (y que coge el testigo que dejó su padre). Y en primera fila, Víctor, con el saxofón, el más joven. Tiene 15 años y se estrenó el día de Santa Cecilia, patrona de la música. Es parte del encanto de este grupo. Hay varios músicos profesionales, pero la mayoría son vecinos de la zona con otra dedicación. Hombres y mujeres, señores y chavalucas. De Ramales, de Ampuero, de Ruesga, de Rasines... Muchos pasaron en su día por la Escuela Municipal de Música del pueblo, que también tiene. De hecho, allí imparten especialidades enfocadas a la banda (percusión y viento). La cantera (y alguno dio el salto al conservatorio).
Tiene mérito. Están las bandas de Santander o de Torrelavega. También hay agrupaciones en Reinosa o Suances. Y está la de Ramales, desde 1887 y con actividad de forma estable durante todo el año. El ensayo del miércoles era para repasar el repertorio que hoy, a las siete y media, interpretarán en la Iglesia del Cristo de Limpias. Y mañana más. A la misma hora pero esta vez en el salón de actos de la Fundación Orense, del mismo Ramales.
Todo esto lo cuenta Alberto Aparicio, el director. Él es músico con plaza por oposición en la Banda Municipal de Baracaldo y para esta cita navideña ha elegido un repertorio variado. Abrirán con el segundo vals de Dmitri Shostakóvich (si lo escuchan saben cuál es seguro), seguirán con el 'Concerto d'Amore' de Haan («con tres movimientos, de estilo barroco, pop y jazz) y pasarán por temas de la banda sonora de 'La máscara del zorro', el 'Blanca Navidad' ('White Christmas') o una selección de temas de 'Frozen' («para darle un toque para los niños»). «Y para acabar, aprovechando que estamos cerca del Año Nuevo, alguna polka de los Strauss antes de cerrar con la 'Marcha Radetzky'». A lo grande. Como en Viena.
Aparicio explica que se reúnen una vez a la semana y, si hay concierto cerca, un par. Más o menos, de siete y media de la tarde a diez de la noche. Que actúan en distintos municipios, que hicieron muchas actividades cuando celebraron el centenario... El verano es la época más fuerte. «Sobre todo, los bailables de los domingos», apunta Eva Sainz, concejala. Eso y, por supuesto, la noche más grande, la de la Verbena del Mantón.
«Venga, afinamos un poco», les dice a sus músicos el director antes de empezar. Al fondo del aula hay un par de fotos de todos bien trajeados sobre la pancarta del aniversario de 1987 y junto a Aparicio, el estandarte con el escudo de la agrupación. «Esto se les queda pequeño, hay que ir pensando en algo», apunta la concejala echando un ojo a la sala.
Hora de tocar. «Vamos, silencio. Pan, pan, pan...», se arranca el 'jefe' batuta en mano. Empiezan y un rezagado abre la puerta y toma asiento a la carrera molestando lo menos posible. «Vamos con el vals. Venga, que camine. Y dulce, bonito, sin correr...». Aparicio asiente. La cosa marcha bien. «Ese final, juntos». Siempre hay que perfeccionar alguna cosa.
Y así, una tras otra. Alguien, fuera, les escucha desde la calle. Música desde la primera planta y en la de abajo, por otra cortina entreabierta, se ve cómo dan clases de baile.
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