Ramales compra la parcela de Trefilería con el objetivo de construir una residencia de mayores

El alcalde de Ramales, César García, explicó que esta compra es un paso más en el empeño de poder construir en el municipio una residencia que dé cobertura a la población mayor en toda la comarca del Alto Asón.

En ese sentido, García señaló que ésta es una «aspiración legítima y necesaria» que cuenta con el aval de varios estudios realizados al respecto que ratifican y reafirman ese empeño del actual equipo de gobierno, que pretende con esta adquisición dar «los primeros pasos» para tener el espacio físico donde poder ubicar una residencia.

García se refería así a un estudio encargado tiempo atrás por el Gobierno de Cantabria, que concluía la necesidad de una residencia de mayores en la comarca con espacio para unos 80 usuarios. Este informe es algo antiguo, pero García indicó que el Ejecutivo Cántabro habría encargado otro estudio similar para valorar la demanda actual.

El primer edil ramaliego concretó también que la compra de la parcela sería el primer paso para poder hacer la residencia, ya que «lo primero que hay que tener es el terreno». Sin embargo, el compromiso de concierto de plazas por parte del Gobierno de Cantabria sería la clave para poder materializar su construcción, ya que el Ayuntamiento ha contactado con empresas que estarían interesadas si existiera un compromiso de concierto de plazas, a razón de unas 90 o 100.

La idea sería sacar a concurso la construcción y explotación de la instalación, de manera que la adjudicataria se encargaría de las obras y la gestión del centro y el Ayuntamiento les cedería el suelo.

Por otro lado, el alcalde manifestó que con esta compra también se restaña una herida abierta desde 1992 con el cierre de Sociedad Anónima de Trefilería y Derivados y los posteriores conflictos laborales derivados de la misma. Según el regidor, con esta adquisición, no solo se adquieren las instalaciones existentes con el objeto de darles un uso social para los vecinos y vecinas de Ramales, sino que también se cierra «un desagravio a las personas que perdieron su trabajo y no cobraron sus salarios y sus indemnizaciones». Y es que la parcela comprada era propiedad de los antiguos trabajadores que se quedaron con el terreno para compensar la deuda que la empresa había contraído con ellos en concepto de indemnizaciones por despidos y salarios.