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Un abarrotado salón de plenos del Ayuntamiento de Ramales de la Victoria acogió el pasado domingo el nombramiento de Javier Rotaeche Mosquera como Hijo Adoptivo, al que se impuso la medalla de honor de la capital del Alto Asón. Los asistentes, encabezados por el propio ... alcalde, César García, y el resto de la corporación, vivieron con expectación, la emotiva reacción del homenajeado al recibir el título, cuya concesión se realizó por unanimidad de todos los ediles para agradecer la impronta que Rotaeche ha dejado en su pueblo.
Nacido en Santander un 4 de febrero de 1939, sólo sus primeros 22 años de vida se pueden escribir al margen del idilio que entabló con el pueblo natal de su mujer, Dulce María, para quien fueron sus palabras más sentidas en un discurso que tocó en lo más profundo a su auditorio.
Quien ostentó el honor de ser el primer alcalde de la etapa democrática en Ramales de la Victoria, atesora méritos para ser el destinatario de la estima de unos vecinos que hace décadas que lo adoptaron como uno más de los suyos. De ahí que la declaración institucional del domingo no fuera sino el refrendo institucional a un sentimiento generalizado de quienes siempre le consideraron como un ramaliego más.
Su obsesión por la educación, la cultura y los valores la sembró en el seno de un matrimonio con ocho hijos que, junto a los nietos y amigos, asistieron encantados al agasajo popular a quien centró tanto la mirada en los demás que se le reconoce mejor en sus obras altruistas que en la sencillez de su figura humana.
Fundó la asociación de padres y madres del colegio Príncipe de Asturias y logró el primer autobús para los escolares del entorno. Fue promotor de la rondalla con la que los más jóvenes recorrieron Cantabria y adquirieron el poso para convertirse en grandes músicos y mejores personas. Todas ellas, en la actualidad, «con grandes ocupaciones laborales», recordaba orgulloso el propio Rotaeche.
La centenaria banda de música de Ramales se convirtió en otro de los ojitos derechos de un hombre que aún tuvo tiempo para impulsar el grupo de teatro, así como para dinamizar a la asociación de jubilados. Un reflejo más de su debilidad por los más vulnerables, traducida en el impulso a la delegación local de Cáritas, auténtica tapadera de su vertiente más comprometida con los desfavorecidos desde la máxima evangélica de la discreción sellada a fuego.
Con tantos peones sobre el tablero, resulta comprensible que el también fundador del club de ajedrez recogiese el merecido premio a un jaque mate a sus paisanos en términos de cariño.
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