El Belén más mundial de Seña
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Una niña saharaui hizo el papel de niño Jesús y una joven de origen chino, de Virgen María, mientras que un senegalés fue el Rey BaltasarLa pequeña Anna Mohamed, con apenas dos añitos, pasará a la historia como la primera saharaui en encarnar al niño Jesús en el Auto Sacramental de Seña. A esta pedanía de Limpias llegó con sus padres en agosto. Él, Abba, es traumatólogo. Y ella, Zaara, ... enfermera. Ayer se les caía la baba viendo a su pequeña convertida en protagonista de la escena del nacimiento del niño Jesús. La tradición de este evento, que arrancó en el año 1988 de la mano del párroco don Andrés Sagarna y su joven catequista Alfonso Oruña, dispone que el papel lo encarne el bebé más joven empadronado en la villa.
También hay normas para el papel de Virgen María, que esta vez recayó en Marta Ruiz. Una joven de origen chino que vive desde su infancia en Seña y que ahora estudia tercero de Psicología en Salamanca. A ella le tocaba inicialmente hacer de mujer de Herodes, pero un cambio de última hora le llevó a asumir este honor de manera anticipada. Para que su felicidad fuera plena, el elenco de casi doscientos figurantes se vio engrosado este año, por primera vez, con San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen, que fueron, precisamente, Pedro Luis y Begoña, que adoptaron a Marta cuando era un bebé.
A su lado, Juan Gaizarain, profesor del IES Bernardino de Escalante, encarnó a un San José muy solícito para ayudar a su Sagrada Familia.
Y más historias. Birama Ndog se jugó hace cuatro años la vida para llegar en patera a España desde su Senegal natal. Lleva un año en Liendo, donde ejerce de jardinero. Aunque su sueño es poder ser pescador como lo es la mayoría de su familia en su país de origen. Ayer ejerció de Baltasar en Seña. Y junto a Anna y a Marta protagonizó un momento histórico cuando entregó sus presentes en el portal de Belén improvisado en el exterior de la Iglesia Parroquial de San Pedro. Nunca este evento fue tan multicultural.
Una estrella más a sumar a una cita que ostenta el título de Interés Turístico Regional, pero cuyo encanto merecería muchos más galones. Porque todo en este pueblo rezuma autenticidad. Tanta, que apenas hay que desparramar fardos de paja cubriendo el asfalto y hojas de palma que enmascaran las señales de tráfico y los postes de luz para recrear una aldea como la que se glosa en el Evangelio en referencia a Belén.
El resto es dejarse llevar por unas familias entusiasmadas con un acontecimiento en el que participan y donde van cambiado de roles. El desfile lo abrían tres soldados romanos encarnados por Gonzalo, Álvaro e Iker. Los dos primeros fueron años atrás el niño Jesús.
El rey Melchor fue el pejino David Palacio, mientras que Gaspar lo encarnó Eric San Clemente. Ambos fueron en su día San José. El papel de Herodes recayó en Miguel Ángel Marsella, con su esposa representada por Sara Lombardo y el niño Arquelao fue encarnado por Aritz Villaneuva. Remataron el elenco de protagonistas el anciano Simeón, caracterizado por Javi Mata, y Ana la profetisa, papel que asumió Rocío Riego.
La clave de tanto acierto está en el entusiasmo con el que todos los participantes se suman a una cita que este año cumplió su XXXIV edición, con el tradicional recorrido que se inicia en la ermita de San Roque. Desde allí, con unas vistas impresionantes sobre la bahía de Laredo, la comitiva descendió a paso ligero hasta el centro, donde aguardaban cientos de personas. Todos los 'habucos' −amable gentilicio de las gentes de Seña− desfilaron con orgullo. Como Sebastián Sarabia Rivas al frente de su rebaño de casi cien ovejas, con el refuerzo de sus nietos como avezados pastores. También hubo quien llevó cabras, burros, ponis, corderos al hombro e incluso un gallo en brazos. Campesinas con las delicias del campo competían en belleza con las mozas reclutadas como concubinas de Herodes, lo que ilustra el buen porte de las vecinas y vecinos de este paraje de apenas trescientas almas.
Una estruendosa ovación al final de la representación, estimulada por el narrador, Noé del Río, puso el punto y seguido a un evento en el que no faltaron la torta de borona y el chorizo. La cita reunió a un amplio elenco de representantes institucionales, encabezado por el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y la alcaldesa de Limpias, Mar Iglesias, junto a miembros de su corporación. Tampoco faltaron el alcalde de Ampuero, Víctor Gutíerrez; ediles de Ramales y de otros pueblos de la comarca; así como la diputada Noelia Cobo o el senador Miguel Ángel González. La regidora, entusiasmada ante el «rotundo éxito de esta edición», quiso «alabar y agradecer la implicación de los vecinos de Seña». Y reparó en el aspecto multicutural. «Es un orgullo que acojamos así a todo el mundo».
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